spizo
Chupi, moñas y subnormal
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El LSD tiene varias cosas que hacen que el riesgo de engancharse sea casi inexistente. (Digo casi porque hay gente pa' tó, cada persona es un mundo y blablablá). Es muy difícil que alguien la consuma de manera compulsiva. Para empezar, no es tan fácil de conseguir como otras, tipo marihuana o farlopa, y no sé si es porque las redes de distribución son diferentes, o porque los camellos le sacan menos margen, o que no es muy demandada. Por otra parte, no es tan fácil o cómoda de integrar en la rutina de ocio común. Te comes el tripi y con eso ya vas servido durante horas. No tienes que estar haciendo visitas al WC ni al cajero. Pero tampoco sabes muy bien cuánto te va a durar, ni qué te va a apetecer en cada momento. Tiene un punto inesperado que en según qué contextos y con qué compañías puede resultar peligroso. Lo ideal es tomarlo en el campo, en una excursión, o aunque sea encerrados en una casa, y en compañía de alguien de confianza y con experiencia previa. Abstenerse si eres hipocondríaco, te comes mucho la cabeza, o estás pasando una mala racha.
Y lo de abrirse a una nueva dimensión es verdad, pero hasta cierto punto. Digamos que una vez lo has probado, a lo mejor repites unas cuantas veces, pero luego se te van las ganas. Te das cuenta de que las cosas a veces no son como parecen o como te las cuentan, que hay otros puntos de vista, que todo es relativo, que no hay nada inmutable, y todo ese rollo jipi que es muy bonito, pero que tampoco tiene una aplicación práctica y directa en el día a día. Te baja los humos, te hace menos soberbio, más humilde. Hace muchísimos años que no me como uno, y a lo mejor no lo vuelvo a consumir en la vida, pero no me arrepiento de haberlo probado.
Apunte @Pontecorvo, que Petiso sabe de lo que habla.