Como nuestro protagonista no suelta mucho detalle, completaré un poco la anécdota de la colombiana que conocí, y que da muestra del interés, la incultura y la facilidad para mentir de las que hacen gala muchos colombianos. A ver si Antilatinas se anima a contarnos algo más.
1.- Los compañeros salíamos de vez en cuando a comer. En una ocasión, a eso de las 12:45, me suelta: "Ay, papi, me encantaría ir a comer con ustedes, pero me he dejado en casa la libreta (WTF??).... Pero yo sé que usted me va a dejar el dinero, y se lo devuelvo la próxima semana, ¿Verdad que me lo deja.?". Todo con ese acento empalagoso y susurrante., que ni en la serie
La traicionera.
Le dejé los 10 € que costaba el menú, y ya no los volvi a ver. Lo mejor es que al poco me enteré de que le había hecho lo mismo unos cuantos más.
2.- Aseguraba a todo el mundo que tenía un título universitario. Un lunes, al comentarle que había estado en una exposición de Renoir, me suelta "Ah, sí, era renacentista, ¿no?" (por aquello de "renoircentista, supongo
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).
2.- Cuando se enteró de que yo hacía cartas astrales (ya sabéis que la astrología es un imán de chochetes), vino a rogarme en privado que le hiciera una, y, al saber que tenía que darme fecha exacta de nacimiento, intentó resistirse al principio. "No puedo hacerte la carta si no me das fecha y hora exactas". Bueno, pues me pidió casi de rodillas que no contara a nadie la edad que tenía. Había contado a todos que tenía 27, y en realidad eran 42, mal llevados.
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