Cuanto daño hizo la titulitis esos años.
La titulitis fue, y sigue siendo, un gran problema social en España. Recuerdo cuando en segundo de carrera un catedrático de literatura nos alentaba en las clases a pirarnos de España. Pero así, con el morro. "Váyanse", nos decía. Nos pedía que tuviéramos más horizonte, y que explorásemos aquello de Europa. Y el hijo de la gran puta lo decía todo convencido, con sus cojones sentados en una silla por tres mil pavos al mes, más dietas por viajecitos para ponencias endogámicas y eso. Y la razón no era otra que hacer criba. Un sistema de trabajo de un país normal y corriente no puede asumir tal cantidad de lisensiados espesialisados en mierdas cada año. De ahí que lo mejor fuese mandarlos pa fuera. Así que el mensaje se nos enviaba desde bien temprano.
Yo fui uno de los que acabó yéndose, aunque fuera aquí al lado, pero la razón no era otra que intentar prosperar en algo que me había costado un esfuerzo. Unos estudios son una gran inversión de tiempo, esfuerzo y dinero, y luego uno busca sacarle rentabilidad. Las opciones en España o eran irreales o no me satisfacían, así que me la jugué. Pertenezco a una generación cuyos padres veían claramente los beneficios de esa inversión, porque la habían visto plasmada en aquellos que tuvieron más suerte que ellos mismos. La universidad, el títulín, era sinónimo de prosperidad. Así que atentos a la ley de la oferta y la demanda, el Estado se frotó las manos y durante los años 80 plantó universidades por todas partes. La titulitis pasó a ser una industria made in Espein. Y aunque de capa caída, hoy día lo sigue siendo. Sacarte un grado mueve una ingente cantidad de dinero a su alrededor, hasta tal punto que lo que luego hagas con el canuto del título es lo de menos.
Yo más o menos "trabajé de lo mío" y conseguí una base para luego volverme a España. Si no me quedé en Portulandia fue por la sencilla razón de que las condiciones allí eran pésimas. Pero lo prefería a la realidad española, que era encadenar paro con puestos temporales en vaya usted a saber qué. Porque lo de trabajar de maestro en secundaria, como que no. Y por muy gilipollas y pringao que fuera, con mi mierda de títulos de letras bajo el brazo, en el culo del mundo, se me quitaron los complejos al ver que, un año y pico después, aquel mismo culo del mundo se llenó de cientos, miles de médicos, enfermeros, y demás especialistas sanitarios. Es decir, España seguía produciendo en exceso unos titulados que, por sí misma, no podía absorber.
Ahora (repito, ahora) España está tratando de invertir la curva y potenciar otras formaciones profesionales que no sean exclusivamente la universitaria. Algún lumbreras de arriba por fin se ha dado cuenta de que crear graduados a troche y moche no te sirve más que para crear una burbuja económica temporal, porque al final es mano de obra barata que exportas al resto del mundo. Porque Londres es muy chic y tal, pero ya podíamos hablar de los que han acabado en Rumanía, en Brasil o en Finlandia, que conozco casos. Del mismo modo, los papis también se han dado cuen de que tener a tu hijo a mesa y mantel durante 4 años no es ninguna inversión, porque luego no hay donde colocar al titulado.
Nos falta aún un par de décadas hasta que los órdenes de titulados y profesionales se ajusten a la demanda y necesidad española. Eso si que es mientras tanto no inventan alguna gilipollez para mantener a la gente esperanzada y sacarle los cuartos con la ilusión de un trabajo cualificado.
Nota final: mi promoción de letras arrancó en primer curso con el numerus clausus agotado, 180 cabezas de ganao. Finalizamos la carrera (en el tiempo más o menos estimado) cuarenta y pico sujetos. Los 120-130 restantes desertaron entre el segundo y tercer curso. De los titulados finales, uno es doctor y trabaja en la universidad, dos sacaron plaza en secundaria y mi menda, que acabó de interino en educación en la otra punta de España. Los demás hoy día son administrativos, representantes comerciales, vendedores...