Follar para algunos es una pieza más en el rompecabezas que es la vida y para otros es una pulsión que les gobierna. Para un tercer grupo follar es algo que hacen los demás. No es que follar esté sobrevalorado, es algo natural e instintivo que libera hormonas que ayudan a mantener el equilibrio mental.
Lo que pasa es que si a una persona acostumbrada a follar piensa en cómo sería no folla, se escandaliza. Imagina un putero al que le hablan de no follar. Como si le dices a alguien que se imagine ser vegetariano y se agobie por la idea de no poder comer carne, o un fumador imaginando cómo sería no poder fumar. Son cosas que parecen muy difíciles de soportar pero que no tienen por qué suponer una desgracia.
La presión social sobre los no folladores nos hace creer que no follar es un fracaso, y efectivamente lo es, pero no tiene por qué suponer infelicidad o desesperación.