Maria Luisa
Forero del todo a cien
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- 15 Dic 2003
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Estaba harta de su vida, harta de vivir en una mugrienta pension, de que su familia nunca le llamara para cenar en Nochebuena, de trabajar de mozo de carga en el supermercado de conserja en el mugriento instituto, de no haber estado con ningun hombre, pero sobre todo estaba harta de ser tan vieja. jamas nadie me volvio a ver sonreír, incluso se rumoreaba que decia: "me encantaria tener el cutis de letizia sabater".
Al llegar al hostal, me tire sobre la vieja y chirriante cama de muelles y mientras enjuagaba sus lagrimas, miro su imagen en el espejo –hacía unos cinco años que no lo hacia desde que me vi reflejada en un espejo de conserjeria, el mismo tiempo que llevaba sin bañarse (lo que podía explicar que nadie se me acercara)-, y pude comprobar que la destrucción de mi rostro aumentaba progresivamente. En ese momento, la señora Matilde –la dueña de la pensión- entro en la habitación y me dijo:
"Tú, piltrafa humana, la comida esta en la mesa; hoy hay pastel de sobras".
Entonces tuve pensamientos oscuros que jamas habia tenido, algo me incitaba a matar a esta mujer, me lebante y coji mi palo quitamiedos que tanto me habia ayudado contra la chusma del instituto y se lo estampe en su generosa cabeza, Matilde se desplomo en el suelo con los ojos abiertos de par en par dejando dilucidar su rostro de pavor y sorpresa.
La tome el pulso y no tenia pulso... la habia matado, pero lejos de sentir asco por mi acto, senti un placer interior y alegria por algo que esta zorra asquerosa llevaba pidiendo desde hace años.
Todo lo demas seria comida para mis gatos y si alguien la hechaba de menos Francis me ayudaria.
Al llegar al hostal, me tire sobre la vieja y chirriante cama de muelles y mientras enjuagaba sus lagrimas, miro su imagen en el espejo –hacía unos cinco años que no lo hacia desde que me vi reflejada en un espejo de conserjeria, el mismo tiempo que llevaba sin bañarse (lo que podía explicar que nadie se me acercara)-, y pude comprobar que la destrucción de mi rostro aumentaba progresivamente. En ese momento, la señora Matilde –la dueña de la pensión- entro en la habitación y me dijo:
"Tú, piltrafa humana, la comida esta en la mesa; hoy hay pastel de sobras".
Entonces tuve pensamientos oscuros que jamas habia tenido, algo me incitaba a matar a esta mujer, me lebante y coji mi palo quitamiedos que tanto me habia ayudado contra la chusma del instituto y se lo estampe en su generosa cabeza, Matilde se desplomo en el suelo con los ojos abiertos de par en par dejando dilucidar su rostro de pavor y sorpresa.
La tome el pulso y no tenia pulso... la habia matado, pero lejos de sentir asco por mi acto, senti un placer interior y alegria por algo que esta zorra asquerosa llevaba pidiendo desde hace años.
Todo lo demas seria comida para mis gatos y si alguien la hechaba de menos Francis me ayudaria.