Pero es que vuestra suerte precisamente radica en como nos han educado a nosotros, que ha sido en el cristianismo que perdona a quien crucifica, en la bondad de las libertades, y en la escuela de Frankfurt.
Voy a escoger un ejemplo, que hay muchos, pero alguno hay que elegir.
Octavo de EGB. Payaso perroflauta invitado a clase el último dia antes de las vacaciones de Navidad:
- A que no sabéis por qué el chocolate a los blancos nos engorda y a los negros les adelgaza?
Todos nos mirábamos sorprendidos, comentábamos la jugada. No alcanzabamos a conseguir la respuesta. Por qué será? Cómo es posible que el mismo alimento a unos les engorde y a otros les adelgace?
- "Pues yo os lo diré -proseguia el payaso perroflauta-. Pues porque los blancos somos los que nos lo comemos, y los negros quienes los cosechan!", mientras con sus manos articulaba el gesto de manejar una herramienta campesina.
Todas estas gilipolladas han estado siempre entre nosotros, a través de los medios, de la educacion, de las instituciones...
El sentido de la culpabilidad y la obsesión hacia causas y formas románticas.
Pero que nadie se equivoque, detrás de todo esto no hay ni hubo un objetivo independentista, sino un objetivo izquierdista o culturalmente marxista, y esto viene desde la industrializacion catalana en el siglo XIX.
Aquí hay mucha pasta. Mucha.
Los Enric Duran o los Amadeu Casellas ya existían hace un siglo con el noi del sucre o con Ramon Mercader. Ninguno de estos tenía ni tienen que ver con el indepentismo, sino con la anarcoizquierda que no deja de ser ese cristianismo espiritual reciclado en algo nuevo.
El catalanismo se contagia de ello, porque lo anterior es lo que se inyecta desde la sombra y está soportado por un ente muy poderoso al que le interesa controlar una región económicamente potente.
Los catalanes han sido siempre de protestar, de rebelarse, desde hace siglos, toda la puta vida, tanto a sus propias elites como a la elite de Madrid, y el poder ha tratado de dirigirlo por ese camino azucarado y buenista, de forma que su conciencia nacional resulte un efecto oenegeista que prácticamente es un harakiri que sirve al poder, porque lo temible sería lo contrario, una conciencia nacional egoísta, purista, militar y realista.
En resumidas cuentas somos la Suecia española en cuanto a ingeniería social, pero básicamente porque somos lo blanco del pan Bimbo. Es donde está el dinero. Al sistema le importa un cojón Murcia, Madrid, Badajoz o los desiertos esos de por ahí.