Primero, que la vieja discusión que si el homosexual nace o se hace mientras crece, es tan vieja como la dicotomía de lo innato y lo adquirido. Y los estudios científicos actuales demuestran que ambas estaban en lo correcto en lo que afirmaban, y equivocadas en lo que negaban, como en la parábola del ciego y el elefante. Es decir, hay un componente congénito (genético -aun no bien demostrado- y epigenético) y uno social adquirido. De lo congénito, el estudio mas aceptado por la comunidad científica es uno soportado por datos estadísticos que indicaron que, independientemente de la época y de la cultura (el estudio se hizo en varios paises con diferentes arraigos culturales), el patrón visto de varones homosexuales era de que la probabilidad de ser homosexual era mayor mientras más embarazos previos con gestaciones de varones haya tenido la madre. Es decir, a más hermanos hombres, se aumenta la probabilidad de que el siguiente varón que vaya a nacer sea homosexual. La explicación molecular es el fenómeno de la competencia por los recursos entre el feto masculino y la feminización de su cerebro, ya que la madre reconoce que tiene en su interior un cuerpo estraño con la mitad de sus genes diferentes a los suyos propios (tecnicamente, "imprinting").
Algo más. He llegado a distinguir dos tipos de gays -entre los otros tantos mas que seguro hay. Uno es el homosexual escandaloso, aquél que viste de rosa, que se trasviste, habla de un modo amanerado en extremo y no duda en montar líos adonde vaya; los de esta categoría ligan pero no tanto como los de la categoría siguiente, por aquello que, segun escuché a un gay decir "esos son tan femeninos que si quisiera salir con alguien así, mejor saldría con una mujer". El personaje prototípico de esta categoría sería Falete, aunque Boris Izaguirre está también cerca. El otro tipo es aquél gay que es como cualquier hombre, con poco amaneramiento, pero cuya diferencia con los heterosexuales de que en realidad le gusta follar con otros gays como él. Estos personajes pasan desapercibidos en cualquier parte y hacen su aceptación social cosa normal ya que uno no nota el "tufillo" que otros emanan. El problema del primer grupo debe ser, creo yo, aquél mismo que tienen las mujeres que sienten el acoso de los hombres adonde vayan. Es decir, que aparte de ser instintivamente rechazados por los hombres, agregan a su caracter su componente de necesidad sexual exagerada masculina con la que nacieron, por su dosis de testosterona elevada.
En fin.