Frenazo a la luz de los Iphones en la casa del Sushi
No es ningún secreto que en tiempos me codeé con las altas
espheras de la
nuit valencié. Hoy, como buen forero, me nutro de riskettos en el calor de mi zulo, pero inevitablemente hasta el mas hikiko de nosotros tiene que superar su agorafobia y salir a la calle alguna vez.
La noche del viernes pasado fue una de esas veces. Afeitado, bien vestido y perfumado me recoge uno de mis acuadalados amigos y me saca a cenar por Valencia.
Acabamos en un caro restaurante pijimodernesco japonés. Muebles de diseño, Maricas Feng shui, Hijos de Popá en mercedes y sus novias kawai... aquello parecía un imaginario poster central del País Semanal.
Pues tras soplarnos 3 botellas de vino blanco y ponernos ciegos a tapas acabadas en -shi y -shu, mi amigo saca un Bolsón que ríete tu del Bombero Torero de Tolkien. El pillastre levanta las cejas y me dice: -Que voy al váter a algo..., pide otro llín-ton.
Uno, que fue panadero antes que fraile, y de harinas y levaduras ya sabe algo (por no llamarlo "Típica Reacción Pavloviana") al verle desaparecer por el pasillo siente un fuerte retortijón. Me sereno, pido dos copazos mas entre las voces de esos twitteros perforados y sus zorras blackberry. Tras unos minutos el colega sale del servicio, me pasa bajo la mesa el botín y desaparezco entre la multitud.
Tras ponerle dos "grandes banderillas" al "mono peludo" que me sube por la espalda salgo satisfecho del servicio. Sonriente, plétorico, comiéndome el mundo me siento de nuevo en la mesa y continuamos desmadrando hasta que decidimos marcharnos a seguir con levantamiento de vídrio.
Nos sentamos en una terraza de una céntrica calle y antes de pedir las bebidas, y no queriendo "desperdiciar" una visita al servicio para
cagarme un buen pedo, decido aflojar presión aprovechando el paso de una sonora moto cerca de nuestra mesa. Error Fatal. Una enorme burbuja de aire inmersa en aproximadamente un vaso de aútentica mierda líquida se abre paso por mi intestino, dispuesta a ver la luz por primera vez.
5 segundos después yo estaba paralizado, nadie se había percatado, pero un líquido caliente se habría paso a través del grueso algodón de mis bóxers y amenazaba con llegar rápidamente al perímetro de mis jeans.
Tragué saliva, entré en el servicio rápidamente y tras echar el pestillo (LOL) bajé mis pantalones para un rápido
control de daños:
Los bóxer de algodón habían caído heroicamente. Una sopa marrón me llegaba desde los gemelos a la rabadilla. Pero inexplicablemente los jeans seguían "casi" inmaculados.
Respiré hondo (mentira, olía a mierda) y me quité la ropa interior, hice una bola con ella y a la papelera. Luego me tocó limpiarme y enjabonarme bien con los solidarios productos proporcionados por el dueño del establecimiento.
Luego a la vuelta casi nos para la guardia civil y ya hubiera sido el acabose.
Todavía sigo pensando que esta experiencia encierra alguna moraleja, pero no la capto...