Viajes So it seems that LeChuck made a eurotrip: Estambul/Capadocia/Sofia/Belgrado/Budapest

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Molan las tiendas esas en los bajos, seguro que se pueden ver buenos planos desde abajo y desde arriba si la dependienta es pechugona.

Una vez he estado de hostal en Amsterdam y fue solo una noche, mi colega se acojonó y nos tuvimos que buscar un hotel a tomar por culo del centro. Pero el ambiente es lo que tú dices, te encuentras gente de todas partes y conoces gente interesante. En la única noche que estuvimos en el Flying Pig había con nosotros un americano de casi dos metros completamente tatuado que iba de aquí para allá dando tumbos, creo que al entrar en la habitación y ver al americano en calzoncillos fue lo que acojonó a mi colega.

Muy interesante, como siempre, tus historias, no pares porfa.
 
Está guay este hilo, porque a este ritmo LeChuck va a empalmar su relato con el de sus vacaciones de 2016.
 
Terminada la visita a Sofía, no quedaba más que marchar a Belgrado en tren nocturno.

Conocí a un par de asturianos en el hostal. Pidieron un Uber para la estación de trenes que les salió casi gratis, no sé por qué. La única que vez que he probado ese servicio. Lo tendré en cuenta la próxima vez que salga fuera.

Nos llevamos con nosotros a una chica inglesa. Los cuatro nos plantamos con el tiempo justo en la estación. Pero no habían contado con que las indicaciones eran una mierda, al contrario que yo, que ya había pensado en ello y estaba un poco inquieto. En cierto momento nos liamos con los números de andén y de tren… cuando quedaban 5 minutos para marchar. Interceptamos a un par de mochileras que iban al mismo tren, les preguntamos y al final acabamos liados los cinco. Llegamos a tiempo, pero echando el sistema nervioso por la boca. Un revisor empezó a pedir los billetes (eran dos billetes por persona, la reserva de pasajero y la reserva de cama), resulta que cuando nos intentábamos aclarar con los andenes le pasé mi reserva de pasajero a uno de los asturianos para que analizase la información. En el tren el pasó por delante de mi llevándose a su compartimento el papel. Cuando el revisor pidió las reservas yo le di solo una, pero él la cogió dando por hecho que eran dos, las juntó todas en un taco y cuando llegó el momento de comprobar ambas reservas mi reserva de pasajero no aparecía, con la tensión de ser el último y con el tren esperando era imposible buscar en el montón sin perder los nervios. Ay que disgusto. Dado que el asturiano estaba ya tan tranquilo a saber en qué compartimento, surgió la histeria, empecé a chorrear hectolitros de sudor a levantar la voz como una niña enloquecida. Suerte que estaba la inglesa a mi lado y recordé quien tenía la reserva y la mandé a buscarla, gracias a dios que el astur no la había tirado tomándola por un papel inservible. Salí al pasillo rebosante de alivio riendo nerviosamente con la chica para encontrar a medio pasaje viendo con curiosidad quien estaba montado tanto jaleo. Otro revisor con aspecto de Joe Pesci me hizo seguirle hasta el último compartimento. Me vi en aquel cubículo vacío de repente entre la ventana y la puerta bloqueada por aquel revisor que solo me había llevado allí para pedirme una propina (ah, la corrupción búlgara). El tipo quería euros, pero yo no llevaba, así que quiso conformarse con mi única moneda de Lev. Yo colecciono monedas por lo que le dije que ni de coña, y le ofrecí la calderilla. Al final hubo un rifirrafe verbal y en un ataque de rabia se le escapó un manotazo a mi torso pétreo, se dio la vuelta y se bajó del tren maldiciendo. Luego me enteré de que había hecho lo mismo en todos los compartimentos, y que en uno habían juntado cinco euros. Bueno, teniendo en cuenta que el salario medio búlgaro son 425 euros, si hacemos una media de un euro por persona, 70 personas por tren tirando muy por lo bajo, y a saber cuántos trenes al día, pues se puede sacar un señor sobresueldo al que yo estuve orgulloso de no aportar.

Me gustó la experiencia del tren cama. Mis compañeros eran una chica francesa y a una pareja de amigos vieneses. Uno de ellos tenía por objetivo vital visitar todos los países de Europa, y apenas le faltaban cuatro. Hubo buen rollo en el compartimento y nos echamos unas risas trepando por las literas, haciendo las camas y dándonos con la cabeza en todas partes, era como una estrecha jaula de monos enajenados. Luego el chico vienes (eran chico y chica) recordó las historias que se leían por internet sobre robos en esos trayectos. No era eso broma ninguna, pues yo también las había leído. Al parecer en los trenes entre Budapest, Belgrado y Sofía existe el riesgo real de que te roben incluso estando tú en el compartimento durmiendo. Por ello llegado el momento hicimos uso del cerrojo de la puerta.

Luego el tío dijo que la ventana también había que cerrarla, que en las paradas existía la posibilidad de que alguien se aupase, metiese el brazo y arramplase con alguna mochila. Eso ya me sonó a ciencia ficción pero como negar la posibilidad nada menos que en la tierra de nacimiento de las gentes más rastreras que se han visto por España (con excepción de los rumanos).

Hubo un momento de pánico. El tren paró en la frontera con Serbia, para revisión de pasaportes. En ese momento, el horror, me percaté de lo subnormal que era y de las consecuencias que ello podía ocasionarme. No había comprobado antes de empezar el viaje que pudiese entrar en Serbia solo con mi DNI, como si pasaba en Turquía, ni de si hacía falta visado. Había supuesto que el país era parte del conjunto europeo solo por el simple hecho de estar dentro de las fronteras del continente. Y ahora me estaba quedando pálido según veía a los guardias avanzar por el pasillo. Por suerte mi compañera de compartimento si lo había comprobado y me confirmó que no había problema, mientras mi corazón volvía a bombear. De haber necesitado pasaporte me habrían hecho bajar del tren y sabe dios qué más.

El tren reanudo la marcha tras una hora parados en medio de la noche y eventualmente todos caimos en los brazos de Morfeo. Me desperté a eso de las tres de la mañana con el tren nuevamente parado, esta vez en medio de ninguna parte. En el pasillo no había nadie y por la ventana solo se veía campo y unas luces parpadeantes en el horizonte negro. No puedo negar que me resultó un rato placentero, con el fresco y la brisilla de las noches de verano, y la tranquilidad del campo. Ahora bien, se veía alguna luz de linterna fuera por la zona de la locomotora, supuse que sería algún problema técnico o que se habían llevado por delante a algún suicida. Hora y media después reanudamos la marcha y nadie dio explicaciones. De hecho no vi a nadie en ese tiempo, todo el mundo dormía.

Unas cuantas horas más en el tren y llegábamos a Belgrado al mediodía bajo un sol de justicia. En cuanto me organicé un poco arree hacia el hostal. Belgrado se eleva parcialmente sobre una colina, tuve que trepar por empinadas calles perfectamente amplias y pavimentadas entre grandes edificios oficiales. No esperaba encontrarme tan de repente uno de los puntos más característicos de la ciudad, el antiguo ministerio de defensa yugoslavo bombardeado por la OTAN en 1999. No es plan explicar aquí de que iba el asunto, para eso mejor la wiki.

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Impresiona encontrarte de repente con algo salido de una zona de guerra, que parece que se vaya a derrumbar en cualquier momento, pero que al mismo es parte cotidiana del paisaje. Si acaso hay un militar dándose un paso alrededor para que nadie se salte la valla.

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El hostal (1001 nights) era un piso bastante decente en una zona céntrica regentado por un serbio con cara de serbio, aunque bastante amazo, accesible y simpático llamado Dusko o algo así. El tío era un maestro en lo suyo, que era beber alcohol, y siempre estaba pimplando con alguien. También tuve relación con un alemán universitario barbudo y mellado que pasaba los días en el hostal sin hacer mucho más que beber cerveza. Creo que era una especie de minorista de la venta de droga buscando ampliar los horizontes de su negocio.

Maldita sea mi suerte que me pasé casi cuatro días con sus noches solo en mi habitación de cuatro camas cuando ya me empezaba a pesar la soledad. Esta de puta madre tener una habitación para ti solo, pero por las noches. Por el día se hace un poco cargante. A veces hace falta algo de compañía y yo en este viaje apenas me relacione con nadie, tuve bastante mala suerte en ese sentido.

¿Qué ver en Belgrado?

Pues la iglesia de Saint Mark, que veía desde mi ventana.


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La sede del parlamento, un edificio muy chulo. Mejor de noche que de día.


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El templo de San Sava, que es la iglesia ortodoxa mas grande de Europa. No penséis que es un edificio centenario. Su construcción empezó en 1935 y todavía no ha terminado. Yo sin saber esto estaba un poco desconcertado al visitar el interior porque casi todas las pareces eran hormigón desnudo. Que si me dicen que estoy dentro de un almacén de materiales radiactivos me lo creo.


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La fortaleza de Kalemegdan y todo lo que la rodea, que es mucho.


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La fortaleza se alza sobre una colina que ofrece impresionantes vistas (sobre todo al atardecer) sobre la confluencia del rio Sava y el Danubio, así como la isla* que forman. La fortaleza pasó por diferentes manos a lo largo de su historia, que ampliaron y reforzaron la fortificación desde su construcción en el siglo III hasta el mismo siglo XX. En su interior podemos encontrar alguna cafetería, un enorme parque, un pequeño museo militar y una gran colección de cañones, artillería e incluso tanques que forman un interesante museo al aire libre.


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El punto álgido de una visita a la fortaleza, además de las vistas, es el Pobednik, un pedestal con una estatua de un hombre desnudo que sostiene una paloma (la paz) y una espada (semos peleones). Sin duda el símbolo más famoso del país.


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*La isla Gran Guerra es una zona pantanosa de bosque, deshabitada. Es también una reserva natural que alberga especies únicas en su interior. Es curioso, la miro en Google maps y no está conectada con tierra firme, tal vez por las crecidas de los ríos, porque cuando yo pasé por aquella zona estaba conectada por un tramo de tierra y además la gente utilizaba una esquina de arena como singular playa.


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Museos varios. Belgrado tiene unos cuantos museos. Tal vez el más famoso sea el de Nikola Tesla, aunque a mí me dijeron que no era gran cosa, pero el precio de la entrada tampoco lo es. Otros museos son el de arquitectura, el de cultura, el de historia natural o el museo de la aviación. Mira, este último lo habría visitado con gusto, si no hubiese que ir hasta el aeropuerto para ello.

El barrio bohemio de Skadarska, un pequeño tramo de calles muy bonito que aloja restaurantes y tiendas de artesanías. Un sitio muy chulo para cenar.


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El jardín botánico, un parque privado con multitud de especies vegetales. No hay que fliparse, la mayoría no tienen ningún interés a no ser que seas un estudioso de la materia, sin embargo es relajante pasear por allí, te puedes sentar a leer al fresco en un banco o mejor todavía, puedes hacer uso de los limpísimos baños sin preocuparte de que nadie te moleste, con la única compañía del piar de los pájaros. Si utilizar un retrete casi en medio de la naturaleza con total tranquilidad no aporta suficiente valor a la visita también hay un bonito invernadero con un cierto parecido a la casa de cristal de Madrid. Dentro si hay elegantes especies de cactus y plantas tropicales que ya dan por justificada la entrada. Aparte de eso también me gustó la humilde representación de un jardín japonés. Poquita cosa en comparación con otros jardines botánicos, pero no deja de ser un pequeño lujo el acceder a un trozo de verde casi desierto en el que desconectar.


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Durante mi visita a la ciudad me metí en un Free walking tour, que ya he comentado que me parecen una gran idea, y allí me reuní con mi colega Walter. El tour estuvo bastante bien y recorrimos algunos de los puntos arriba desarrollados. Luego por mi cuenta exploré un poco la ciudad, especialmente el centro, que aúna la muy atractiva zona peatonal de Knez Mihailova, en donde ver artistas callejeros, gorrionas premium luciendo palmito y todo tipo de bares y restaurantes, y la calle Terazije, la Gran Vía de Belgrado.


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Y no hay mucho más que desarrollar, la vida nocturna se divide entre la ciudad y las orillas del Danubio y el Sava. En estas zonas hay anclados decenas, si no centenares de restaurantes y discotecas flotantes. Por la noche la orilla se convierte en zona de fiesta y por el día es un paseo en el que hacer deporte (tremendas patinadoras), relajarse y socializar. Por ejemplo Noval Djokovic tiene aquí una academia de tenis.

Desde la fortaleza de Kalemegdan se ve un puntito en el horizonte que es una bonita torre en la zona de Gardoš. El último día que tenía que esperar a la tarde para marcharme decidí visitarla. Google maps dice que desde el hostal a la torre hay 7 km. Teniendo en cuenta que no seguí el camino más corto y que me di alguna vuelta extra diría que anduve unos 16 km casi sin descansar y con un calor considerable. Ida y vuelta.

Vamos por partes. El paseo que bordea el Danubio y la isla gran Guerra es también donde están los restaurantes y discotecas flotantes que he comentado antes. Es una zona por la que se ve mucha gente haciendo deporte y paseando. Hay incluso una pequeña feria con atracciones para los niños. También hay una pequeña playa ya dentro de la isla. Es en definitiva el Venice Beach serbio. Pondría fotos si las encontrase decentes.

Más allá la ciudad se transforma de repente en una encantadora población rural. Si no fuese por la iglesia la zona que rodea a la iglesia se podría confundir a pie de calle con un pueblo de la costa mediterránea (a pesar de que en las fotos no da esa imagen). En aquel momento pensé que la ciudad se había acabado y estaba en un pueblo, pero sigue siendo Belgrado. Me encantó caminar por aquellas calles rurales impolutas, ver rápidamente un mercadillo local al aire libre en la plaza de la iglesia, meterme al buche una Fanta color azul eléctrico con supuesto sabor a una flor nacional, y finalmente descender por una pintoresca calle desde la que se veía lejano el centro de la ciudad a 7 kilómetros nada menos.


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En resumen, Gardoš resultó una grata sorpresa en la que me habría gustado pasar un día entero pero no pudo ser. La torre no la visité, la rodee buscando su calle y no pude encontrarla, o acceder a ella, estaba tan cansado que después de una vuelta alrededor de un cementerio adyacente me di por satisfecho y emprendí el camino de vuelta.

Así que en resumen Belgrado me gustó y la recomendaría mucho en conjunto con Sofía. Está bien, pero no es una ciudad de esas que te enamores perdidamente y necesites volver. Una vez esta bien y es suficiente.
 
Las etiquetas de tus fantas azules también estaban al revés?

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A qué sabía? A Wipp Express?
 
.
.. En esto resulta que había desde el principio un señor andaluz cincuentón. Igual era​
Bailaré sobre tu tumba
. Uno de esos desocupados que viajan sin prisa y sin apenas planificación, a donde les lleve el viento.​

En algún momento el autobús paró en una estación. De puta madre, pienso, por fin. Bueno, nos dicen que no nos movamos, que esa no es la estación a la que vamos nosotros. Una tía que creo era rumana se pone a discutir con una señora que organizaba el asunto desde la estación turca, debía ser de la empresa de autobuses aunque no conducía. Total que la rumana se baja, que ahí se queda. Luego pasa a mi lado Bailaré sobre tu tumba.

“Me voy a Rusia”
-“Lol. What?”
“Dicen que por esta estación pasa un tren que va para allá. A estos que los aguante su padre”
-“Bueno, pues vale. Que vaya bien…”
.


pero, pero, pero....¿cómo que andaluz cincuenton? Yo soy un jovenzuelo gallego de 45. Buen hilo, me lo leeré completo antes de volver a Turquía, toca recorrerla en coche.

¿el título del hilo no debería ser an eurotrip?
 
¿el título del hilo no debería ser an eurotrip?

Será. Esa mierda de titulo siempre me da la sensación de anidar una docena de errores gramaticales.


Resulta curioso que durante el Free walking tour de Belgrado me parase una pareja de ingleses preguntándome por mi horrible viaje entre Estambul y Sofía. O sea, ¿hello?. O me escucharon en el tren hacia Belgrado mientras yo contaba la historia a alguna otra persona, o alguna otra persona les contó a ellos que un tío había pasado las de Caín por pretender viajar en tren en Turquía (¿he dicho ya que en Turquía el autobús es el rey y el tren es escaso y poco fiable?) o me había vuelto trending topic en la comunidad mochilera sin pretenderlo. Fin de la anécdota.

Para viajar de Belgrado a Budapest preferí la comodidad a la economía y utilicé un servicio de transfer puerta a puerta. Una furgoneta de una empresa que te recoge a la hora señalada junto a otros viajeros y te deja en donde tú quieras en el destino, es decir, del hostal de Belgrado al hostal de Budapest. No recuerdo cuanto me costó pero no me pareció caro en absoluto. A eso de las 7 u 8 de la tarde pararon en la puerta, monté, paramos a recoger a otros y marchamos a tomar por culo. En la frontera con Hungría vino el esperable momento de mala suerte. Al conductor, un tío así rollo Eros Ramazotti pero bastante más guapo, se le olvidó algo de los papeles del coche, lo había perdido, o no lo encontraba, por lo que tuvimos que hacernos a un lado de la enorme fila de coches que esperaban ante las barreras para poner patas arriba la furgoneta ya en medio de la noche. Otra vez me encontraba un montón de plumas blancas y sangre en una frontera, símbolo de mal agüero. Primero rebuscamos por todos los huecos imaginables, luego el tío fue a hablar con los guardias, que decían que de ahí no nos movíamos más que para darnos la vuelta, esto mientras nos cagábamos en Cristo y en la madre del conductor. Aluego hizo alguna llamada por teléfono, y cuando ya nos la veíamos negra, una hora después, ignoro qué pasó pero nos dejaron seguir.

Ah, no podría expresar con palabras cuantas ganas tenia de volver a Budapest. Mi primera visita fue también la primera vez que viajaba solo, y la sensación de libertad me extasiaba, actuando como una suerte de heroína imaginaria que me empujaba y me mantenía lejos del cansancio, el hambre, la soledad o la morriña. Descubrí la alucinante ciudad de Budapest y además me reuní con un amigo que hice en la etapa anterior, Praga, y con el que pasé un par de días de los que me llevé una amistad (Soy un bujarra, qué le voy a hacer) para siempre. Desde el día que volví hace ahora justo cuatro años estuve pensando regularmente en aquel viaje, y en la posibilidad de volver a Budapest. Cuando planeé este eurotrip cuyo relato estoy terminando no sabía si iba a tener presupuesto para completarlo todo, pensé que sería aceptable si terminaba en Sofía y desde allí tuviese que coger el avión de vuelta. Sería un buen final si podía llegar un poco más lejos y terminar en Belgrado, y seria medalla de oro y un broche final insuperable si terminaba en mi anhelada Budapest. Así que ahora que la furgoneta entraba en la ciudad a las tres de la mañana no podía evitar reírme mientras miraba en silencio su característica arquitectura de cuento. A pesar de que para ajustarme al plan de 21 días exactos solo podía pasar dos días en la ciudad. No tuve en cuenta al hacer todo el planning que iba a perder varias noches viajando entre ciudades.

Ignorante de mí, todavía no sabía que iba a ser el peor mejor fin de viaje imaginable. Un FAIL en toda regla.

Nota: vi pocas cosas y así lo voy a plasmar en el post para mantener el realismo del relato. Para conocer los puntos de interés de Budapest ya hice un hilo-reportaje en su día que es fácil de encontrar.

Desembarqué en el centro de la ciudad y entré en mi hostal, un sitio grande, moderno y limpio, pero impersonal. En mis dos días con sus noches no intercambié más que unas cuantas frases con la plantilla, entre ellos un español que después de estudiar allí se quedó, y una chica polaca que era hamor. Os hablé del valor del buen ambiente y el colegueo. Allí no lo había. No era malo para nada, pero cada uno iba a lo suyo.
Por supuesto a esas horas no podía hacer uso de mi habitación, no hasta las 12 de la mañana. Así que el recepcionista me sugirió un banco acolchado en la zona común. Me pegué una ducha, dejé la mochila por ahí y me tumbé en el banco, que era un juego de dos bancos y una mesa. Lo siguiente que recuerdo, vagamente por estar parcialmente en sueños, es a una pareja de mochileros diciéndole al recepcionista “pero… hay un tío ahí durmiendo…”, y un rato después volver a medio despertarme y verlos por debajo de la otra mesa sobando en el otro banco, a un metro de mí. Cosas de la vida de mochilero.

A las cinco y media de la mañana ya estaba atándome las zapas para salir a visitar la ciudad. Fue poner un pie en la acera y ya se me iban los pies solos, tal era mi entusiasmo. Caminar por un par de calles principales que recordaba vívidamente de mi primera visita me hizo volar la cabeza, aquellas horas de vacío humano y aire fresco, de la misma forma que lo hizo el pasar por la puerta del que fue mi hostal en aquella visita, luego el museo nacional, el famosísimo mercado central de Budapest y el puente de la libertad.

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Andando por allí me acordé que no había cogido la cartera. Cuando tienes dos días escasos para visitar una ciudad, sobre todo si es un destino tan anhelado como lo era para mí, debes gestionar con mucho cuidado el tiempo y sobre todo la energía de que dispones. No puedes hacer el tonto con estos dos bienes. Volví, cogí la cartera, regresé al mercado y me metí a un local casi enfrente, una panadería en la que puedes desayunar muy bien llamada Friss Pecseg. Te pides unas piezas de bollería recién hechas y te las comes allí mismo si te da la gana y si es que pillas sitio.

El mercado central al final no lo visite (fail 1), una pena porque está muy bien y tienen unos locales donde puedes comer platos típicos por un buen precio.

Había planeado subir de noche a la ciudadela, junto al puente de la libertad, al otro lado del río, para ver las vistas, y al final tampoco lo visite (fail 2). Planeé coger un crucero que sube por el Danubio hasta un pueblo cercano y el tiempo se me echó encima (fail 3). Caminé siguiendo el paseo río arriba hasta cruzar bajo el puente Elisabeth, gocé viendo a una señora darse una hostia con un segway y quedarse ahí tirada, que mira que es difícil descontrolar un cacharro de esos.

Continué siguiendo el paseo del río hasta pasar de largo el bonito puente de las cadenas, sin cruzarlo.

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Nunca visité el lado oeste de la ciudad (Palacio: fail 4, iglesia de Matias: fail 5, Bastión de los pescadores: fail 6, vistas del parlamento: fail 7). Frente al puente está el hotel Four seasons, un edificio muy elegante.

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Más hacia el norte está el parlamento, el edificio más espectacular de Hungría y una visita obligada. En mi anterior vista había visto su lado más bonito, que es la cara que da al Danubio, pero no el frontal, así que fui a quitarme la espina. Sigue siendo igual de increíble. Es que no puedes abarcarlo todo con la vista. Y las estatuas que flanquean sus laterales, y la renovada plazoleta de esplendorosos árboles, y los típicos tranvías que la atraviesan, y los agujeros en el suelo que expulsan vapor, jij. De repente ves salir una nube de vapor del suelo y te quedas gñé, supongo que es para refrescar a los turistas en verano, esta curioso, sobre todo por el contraste con la solemnidad del lugar.

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En la misma plaza del parlamento está el museo etnográfico, otro edificio de quitarse la boina. Y es que Budapest tiene una arquitectura art noveau que quita el sentido. Hay calles que no ya parezcan ancladas en una época pasada de vigoroso esplendor y riqueza, es que parece que estés en un decorado CGI de una película de época en la que se haya exagerado ese esplendor al estilo de Hollywood. No te puedes creer que haya calles de edificios tan enormes, ornamentados y espectaculares, rodeados de estatuas increíbles y jardines impolutos. Como la plaza de la libertad, un parque rodeado de enormes edificios como el banco nacional o la embajada de los EEUU, con un par de monumentos interesantes. A pocos minutos de paseo encontramos la basílica de San Esteban. Un edificio imponente por el que pasé como un suspiro porque ya no me tenía en pie.

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La eterna avenida Andrássy, con el Museo del terror, la ópera, sus embajadas, restaurantes y tiendas de lujo. Una vez más volví a recorrerla a pie, hasta la Plaza de los héroes. Y es que no aprendo. Si ya me cansé en mi anterior visita, y pudiendo coger el metro…

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Y el gigantesco parque detrás de la plaza de los héroes. Hay tantas cosas por ver que se puede pasar el día por allí. El zoo y el jardín botánico. Los míticos baños Széchenyi, el castillo de Vajdahunyad, kilómetros de caminos y algún café con música en vivo. Lástima que ya estaba doblado y me quedaba la vuelta, así que vi el parque poco y mal. Aquí tenemos nada más y nada menos que el fail 8.

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Una cena solitaria y de vuelta a mi más solitaria vida de hostal, hasta el día siguiente.

Si Andrássy es dura de completar, mucho más lo es la calle Rákóczi, el camino más corto hacia el cementerio Kerepesy. Y es que no aprendo. Me dejé la vida andando hasta allí, visité el lugar durante una hora y media aprox. y a poco muero para volver, y es que los años no pasan en balde. Kerepesy es un enorme cementerio con una zona semiabandonada llena de tumbas espectacularmente bonitas. La primera vez que estuve perdí la cuenta de las horas que pasé recorriendo caminos medio comidos por la vegetación intentado no dejarme nada por ver, en completo silencio sin una sola persona a la vista. Fue una experiencia increíble y ansiaba volver, aunque esta vez no fue igual porque el cansancio me pesaba desde el primer minuto.

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La última noche del viaje fue también el gran FAIL (fail 9). Esperaba haber podido salir algún día de fiesta en mi viaje y no tuve la oportunidad. Si había un solo día en el que debía salir para coronar la experiencia era sin duda en mi última noche y mas estando de vuelta en Budapest. No había excusa posible. Pero no tenía colegas a mano, así que en la debilidad de la necesidad me convencieron en el hostal para apuntarme a un pub crawl*. Yo ya había probado eso una vez anteriormente y me pareció una mierda. No por la experiencia en sí, sino porque yo no encajo en ese perfil. Tropecé otra vez con la misma piedra.

*Salida nocturna organizada previo pago que junta a turistas diversos y suele incluir alguna entrada a clubes y alguna consumición

Así que me fui para el parque en el que organizaban la cosa esta. Tenía buen recuerdo por haber salido por allí con mi colega en el 2012 y entablar relaciones internacionales sin erótico resultado con algunas mozas locales y extranjeras. Para mi sorpresa han construido una noria estilo London Eye. Sziget eye, la llaman.

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En teoría el plan era visitar varios locales nocturnos. La cosa no fue como yo suponía porque Budapest es famoso por los llamados “bares ruina” (ruin bars). Son grandes espacios a menudo con una zona al aire libre de aspecto un tanto decadente y ecléctico. Grafitis, cables a la vista, arte oxidado, el caso es darle un aspecto descuidado. Y molan mucho, tienen mucho ambiente y se está muy agusto. El caso es que bares ruina solo vimos uno. No entiendo como no nos llevaron a más en vez de meternos en sitios totalmente genéricos.

Este es Szimpla Kert, tal vez el mas famoso de todos:

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Total, que localizo a los organizadores y me mandan a dentro de un bar al aire libre que hay allí. En plan, hay dos tíos irlandeses, búscalos si quieres. Me los encontré, eran majos. Luego aparecieron dos australianos. Luego unas inglesas juerguistas y un chileno. Al rato nos llevaron a un bar semidesierto con una fallida decoración americana años 60. Nos plantaron en un sótano que debía de andar por los 50 grados, inaguantable el calor, yo chorreando. Y nos tenían preparadas unas partidas de beer pong y alguna otra subnormalidad para adolescentes retrasados. Me quería morir.

Me subí para arriba a que me diese el aire. Al rato apareció uno de los irlandeses y empecé a tramar mi plan. Le comenté que no andaba muy decente del estómago y que ese calor no me hacía bien (falso). Eran buenos tíos los irlandeses. Aunque andaban más a divertirse y a pescar un coño británico, percibían que yo estaba incomodo y me daban conversación con genuino interés. Marchamos de aquel lugar infecto y entramos a un sitio bastante petado de gente joven, un local sin mayor interés, pero mejor que el decadente agujero anterior. Después de ese sí que fuimos a un bar en ruinas. Concretamente el ¿Fogas?.

Un inciso. Una de las singularidades arquitectónicas de Budapest son las corralas, bloques de viviendas que comparten un patio interior. Muy castizo también. En 2012 estuve en un hostal que era una corrala entera, y lo que había sido tiempo atrás un diminuto piso era ahora una estancia de cuatro camas, baño y un pequeño recibidor. El club ¿Fogas? Es también una corrala reconvertida, y el área principal es el patio.
Este lugar sí que me gustó, había un dj y mucho ambiente, y el lugar el bastante guay. Pero yo estaba muy a disgusto y no pegaba de ninguna manera con ese grupo y esa forma de divertirse, el bailar y todo eso. Así que en un determinado momento le dije a los irlandeses que me encontraba mal y me largué de allí sin mirar atrás. En resumen. Bebercio, diversión cafre, música genérica, veinteañeros con camisetas tanga. NO.

Hubiese acabado dignamente el viaje si en vez de apuntarme a esa mierda hubiese andado hasta el castillo de Budapest para ver las vistas de noche, que son espectaculares. Pero no, caí en la trampa y lo pagué.

Finalmente llegué al hostal, dormí. Madrugué y me marché al aeropuerto cogiendo el metro.

Nota: La tarifa fija en taxi hacia el aeropuerto son 20 euros. ¿O eran 24?. Sin embargo el viaje en metro es mucho más económico y es sencillo sin posibilidad de cagarla en el último momento.

Poco más queda de contar. El aeropuerto de Budapest tiene una selección de tías buenas high class premium gourmet que no se puede describir con palabras. Tendríais que verlo con vuestros propios ojos.

Y una anécdota. Estuve utilizando los dos baños del hostal por igual. Cuando la ducha de uno estaba ocupada iba al otro, y así con los baños o el lavabo. No me percataba de que en uno de ellos las tías me miraban raro al salir del WC, cuando decía hola mientras me afeitaba ante el espejo. O cuando salía de ducharme y me cruzaba con alguna. Hasta que una vez pasó una de las encargadas y me dijo que qué coño hacia allí, que era el baño de mujeres. jij. Había estado dos días creyendo que eran baños mixtos. Luego se me caía la cara de vergüenza, claro.

Reflexión final:

Tenia el gran pesar por pasarseme el arroz para realizar un viaje de este tipo antes de hacerme demasiado mayor, y cuando finalmente lo cumplí me quedé bastante igual. Ninguna sensación especial. Hecho, tachado de la lista, a otra cosa. Me encantó Estambul, me gustaron Sofía y Belgrado, y Budapest fue una enorme cagada que me dejó una gran sensación amarga. El gran final fue un gran fail y se me va a quedar la espinita clavada. Me encanta esa ciudad pero no volvería solo una tercera vez. La primera fue genial y la segunda horrible. Tal vez sea un gran plan para ir en pareja, el día que la tenga. Sobre este tipo de viajes un poco largos, pues son una gran experiencia y se lo recomiendo a todo el mundo, pero cuando vas saltando de un sitio a otro cada pocos días todo se vuelve una sucesión de lugares y trayectos que se mezclan hasta convertirse en un borrón en la memoria. Cuando viajas una semana a un país, el recuerdo que te queda es bastante vivido, nítido, preciso. Que es como deben quedar los recuerdos. Al moverte tanto y tan rápido, las pequeñas anécdotas, las experiencias, la gente que conoces, los platos que pruebas, todo se mezcla y se pierde en parte. Queda en el recuerdo una gran experiencia pero mucho más borrosa en los pequeños detalles que son los que dan forma a un viaje. El rollo interrail/eurotrip está bien, para hacerlo una vez.

No puedo creer que casi haya pasado un año desde el viaje :lol:. Bueno, lo que no puedo creer es que me haya costado un año terminar el hilo.

FIN
 
Bravo, LeChuck. Un hilo magnífico, sin duda, y que bien puede ser la referencia para todo aquel que viaje a esas zonas. Como a ti, me cuesta creer que haya llegado a su fin. Espero que este verano tengas también otro viaje preparado y que lo narres igual de bien que este, aunque también espero que no tardes casi un año en completar el relato.

En cualquier caso ha sido un placer seguir el hilo durante todos estos meses. Gracias.
 
Para mí también ha sido un gran placer seguir este hilo. Gracias Lechuck por compartir tu experiencia. :)
 
Más que como ejemplo para esas tierras lo pondría incluso como ejemplo de eurotrip, de viaje mochilero o cómo se quiera llamar. Esa manera de buscarse las habichuelas, aunque bastante organizado por lo que se ha podido leer, y esos viajes nocturnos dan un bagaje de la hostia.
 
Muchas gracias por compartir sus experiencias con nosotros, yo no tengo edad ni ganas de ir de mochila, pero ahora con el alíen puede ser interesante visitar Hungria, aunque también me prometí que algún día volveria a Estambul.
Y no se preocupe por lo que ha tardado en escribirlo, lo bueno se hace esperar.

Enviado desde mi Enigma de 15 rotores.
 
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