La idea de
"montar un puesto" de algo no me desagrada en absoluto. La gente que comenta su ilusión por abrir algún día su propio restaurante tiene mi admiración, pero muy seguramente esa admiración se convertiría en condolencias en un futuro. Abrir un restaurante propio reclama tanta atención como tener diez hijos downies, con la diferencia de que los diez niños downies darían menos disgustos.
Para mi, la idea de montar un puesto de algo es mucho más atractiva.
Mirando este hilo, me doy cuenta de lo errado que estaba con la idea de Soup&Go
®. Es un primer proyecto demasiado ambicioso para un entrepreneur novato. Habría muchos problemas logísticos y de abastecimiento. Demasiada estacionalidad del producto, costes...
Hay otro producto que es mucho más fácil de sacar al mercado, que comparte el mismo target que el de Soup&Go
® y que tendría aún mayores posibilidades de éxito:
Los churros.
Sí, amigos. Puedo afirmar, tras haber recorrido bastante esta ciudad, que no hay ni una puta churrería a la vista.
Hay que ver más allá del churro como un producto menor, vulgar, de fritanga. No. Creo firmemente que sería una gran oportunidad.
Aquí la gente, por narices, tiene que estar hasta los cojones de los muffins. Hay que darles una opción distinta. Si en una mano llevan el café del Starbucks, hay que hacer que en la otra lleven un churro. Y alguien tiene que proporcionárselo.
La idea es similar a la de Soup&Go
®:
Un pequeño local, con mostrador abierto a la calle, sin cristal. Y con expositor/vitrina abajo.
Que la calle sea transitada por trabajadores en su camino al puesto de trabajo o al metro.
No se vendería café, ni crisps, ni nada que no fuese nuestro producto estrella y exclusivo: el churro. De esta manera simplificamos todo el proceso, nuestra imagen se asocia al producto que vendemos y nos hacemos conocidos por ello.
Nuestro churro:
Habría que estudiar el tamaño y la forma. Quizá, en realidad se acercase más a lo que es una porra que a un churro, pero esto queda pendiente de estudio para la fase de
research y la de I+D, al igual que la conveniencia o no de ofrecer junto al churro la opción de mojarlo en miel, sirope, caramelo, toffee o cualquier mierda de las que gustan por aquí.
En principio, se entregaría nuestro producto al cliente en una mini-bolsa de papel marrón con el logotipo y el nombre de nuestra compañía (aún por decidir). De esta forma el cliente no se mancha los dedos ni el azúcar cae por abajo.
Precio: Simple. Un churro, una libra. Sin más complicaciones. Alrededor de eso, se estudia que tamaño tiene que tener y el margen de beneficio que se debe alcanzar con cada unidad vendida.
Todas las comparaciones que se hagan entre el anterior proyecto Soup&Go
® y este, dan como vencedor al actual:
-Costes de producción: La maquinaria "churrera" puede alquilarse y no es demasiado complicada. Los ingredientes que necesitamos para preparar nuestro producto, al contrario que los de las sopas, son siempre los mismos, y no podrían ser más simples. Todo esto nos deja más margen para invertir mayor cantidad de dinero en el alquiler del local, cuyo emplazamiento en un lugar estratégico es gran parte del éxito o el fracaso de esta empresa.
También sería ideal poder enviar el olor de la fritanga hacia arriba y el olor de los churros hacia la calle, para atraerlos como moscas, hacer que deseen complementar ese café que están tomando con nuestro delicioso y crujiente churro.
-Costes de personal: Mínimos. Una persona encargada de ir friendo, la otra con las ventas a los clientes. Ambas personas irían rotando sus tareas para no sobrecargarse.
-Costes de distribución: Mínimos. Al contrario que con las sopas, los churros se elaborarían en el propio lugar de venta.
-Competencia:
Hay sopas everywhere: en restaurantes, en supermercados, también se pueden hacer fácilmente en casa... Los churros, no tanto.
Solo se vende algo parecido en restaurantes turcos, pero de manera marginal. En cuanto a competencia, el éxito de nuestro producto haría que apareciesen enseguida copias baratas de nuestro original. Sobre todo en tiendas de
fish and chips y en
Take aways chinos, que ya disponen de freidoras en sus locales. Pero de poco les serviría, porque al igual que con la meta-anfetamina de Heisenberg, nuestro producto debe ser de una calidad excelente, reconocible, casi imposible de copiar.
Esa sería la ventaja de nuestro local: que estaría dedicado exclusivamente al churro, permitiendo el cuidado de los pequeños detalles: La receta sería perfecta. La limpieza de las freidoras, la calidad de la materia prima... todo sería excelente, difícil de replicar por otros imitadores que se dedicasen también al cocinado y venta de otros alimentos, además del nuestro.
Al contrario que las sopas, los churros tendrían buena demanda todo el año.
Se trataría de introducirlo como hábito diario de los trabajadores a toda costa.
Este negocio churrero es mucho más flexible, dinámico y con menos riesgo que el de las sopas, que requeriría de toda una serie de operaciones mucho más complicadas para llegar a buen puerto.
En caso de fracasar con los churros, se devolvería la máquinaria alquilada, se dejaría de alquilar el local, y poco más. No habríamos comprometido una gran cantidad de dinero a largo plazo de ninguna forma.
En caso de triunfar, las posibilidades de expansión serían enormes. Se abrirían muchos más puestos de venta y pequeños locales.
Se pondría de moda "el churro", y se cumpliría el sueño de mi vida: Aparecer en el Daily Mail como protagonista de una noticia con titulares jocosos o de doble sentido:
"Spanish churro's: The best" o similar:1
El futuro está ahí. El churro os hará libres.
I got my churro...where is your's?