No hay lugar a dudas. Me he hecho miles de análisis y he consultado a los mejores expertos, que no han hecho sino confirmármelo: soy sucnor, más concretamente de la rama de los Down. De haber podido elegir me habría decantado por esos retras que van en silla de ruedas, retorcidos cual Stephen Hawking, que cuando los ves por la calle te obligan a preguntarte si son así porque el cordón umbilical les cortó el oxígeno durante su gestación o si son producto de algún tipo de exceso paterno.
Aún así no está mal ser un Downey. Mi fuerza desproporcionada en contraste con mi escaso conocimiento me dan +5 en peligrosidad retardil, muy por encima de la media sucnor, además de que mi cara regordeta y afable me hace meritorio de abrazos y achuchones.
No es que sea una eminencia en eso del retraso mental, pero sé hacer mis pinitos. Mi especialidad es saludar a la gente con una mueca torcida, la barbilla desencajada y la mirada perdida, dándome manotazos en el pecho al ritmo de mis canciones improvisadas. Sí, sé que ese obrar es más bien propio de otro tipo de retrasados -los ya mencionados de silla de ruedas, por ejemplo-, pero es que odio los estereotipos que gentuza como los de obra social la caixa han extendido.
Bastante duro es partir en desventaja contra las deformidades y atrofias de los demás, que se llevan casi toda la lástima, como para que encima quieran hacer ver a la sociedad que soy tan válido como un "normal".
¡No! No quiero ser como el resto. No quiero ser independiente ni tener un trabajo estable en el almacén de un supermercado.
Quiero poder cagarme encima en plena calle sabiendo que tendré detrás a alguien encargado de limpiarme el culo. Quiero poder estallar en arrebatos de furia homicida bajo la excusa de mi escaso coeficiente. Quiero vivir única y exclusivamente de las ayudas del Estado, y recibir un trato condescendiente y paternalista por parte de la sociedad, que sonríe y me da palmadas aunque en su fuero interno saben que soy un producto fallido, un error evolutivo, un +1 crosomático.
En realidad lo único que quiero es que ustedes reconozcan que me envidian, porque quieren ser como yo, un mantenido, un apartado, un "pobre muchacho con síndrome de Down" al que hay que cuidar hasta que se muera.
Aún así no está mal ser un Downey. Mi fuerza desproporcionada en contraste con mi escaso conocimiento me dan +5 en peligrosidad retardil, muy por encima de la media sucnor, además de que mi cara regordeta y afable me hace meritorio de abrazos y achuchones.
No es que sea una eminencia en eso del retraso mental, pero sé hacer mis pinitos. Mi especialidad es saludar a la gente con una mueca torcida, la barbilla desencajada y la mirada perdida, dándome manotazos en el pecho al ritmo de mis canciones improvisadas. Sí, sé que ese obrar es más bien propio de otro tipo de retrasados -los ya mencionados de silla de ruedas, por ejemplo-, pero es que odio los estereotipos que gentuza como los de obra social la caixa han extendido.
Bastante duro es partir en desventaja contra las deformidades y atrofias de los demás, que se llevan casi toda la lástima, como para que encima quieran hacer ver a la sociedad que soy tan válido como un "normal".
¡No! No quiero ser como el resto. No quiero ser independiente ni tener un trabajo estable en el almacén de un supermercado.
Quiero poder cagarme encima en plena calle sabiendo que tendré detrás a alguien encargado de limpiarme el culo. Quiero poder estallar en arrebatos de furia homicida bajo la excusa de mi escaso coeficiente. Quiero vivir única y exclusivamente de las ayudas del Estado, y recibir un trato condescendiente y paternalista por parte de la sociedad, que sonríe y me da palmadas aunque en su fuero interno saben que soy un producto fallido, un error evolutivo, un +1 crosomático.
En realidad lo único que quiero es que ustedes reconozcan que me envidian, porque quieren ser como yo, un mantenido, un apartado, un "pobre muchacho con síndrome de Down" al que hay que cuidar hasta que se muera.