Becerro de oro rebuznó:
Que mierda es esa del clima? Africa es solo desierto, no hay regiones fértiles alli?
Obviamente que Africa es un continente climáticamente muy diverso, pero si me relees, verás que yo no hablaba exactamente del clima, sino del conjunto del entorno geográfico-natural, el cual el clima es solo un factor más, y no necesariamente el más importante.
Os recomiendo vivamente la lectura de "Armas, gérmenes y acero" del biólogo, geógrafo y antropólgo Jared Diamond. Su tesis es discutible, como todas las tesis no avaladas por evidencia empírica, pero a mí me parece una tesis muy plausible y lógica (siempre que se parta sin prejuicios eurocéntricos, claro). Vale no solo para el retraso histórico del Africa subsahariana, sino también del de Oceanía y de la América precolombina.
Diamond (Jared) Guns Germs and Steel Summary
Jared Diamond sostiene que la civilización euroasiática no es tanto un producto del ingenio sino de la oportunidad y de la necesidad. Esto es, nuestra civilización no sería la creación de una inteligencia superior, sino más bien el resultado de una cadena de sucesos "afortunados", cada uno de ellos posibilitado por determinadas precondiciones.
En las sociedades más antiguas, los humanos vivían como cazadores-recolectores. El primer paso hacia la civilización es
la transición desde la caza-recolección hacia la agricultura, con el cultivo y domesticación de plantas y animales silvestres. La producción agraria conduce a excedentes de alimentos, lo cual a su vez promueve las sociedades sedentarias, la especialización del trabajo y el rápido crecimiento de la población. Las sociedades populosas tienden a desarrollar clases dominantes y las consiguientes burocracias que las apoyan, lo que a su vez permite la organización de estados-nación e imperios.
Si bien la agricultura surgió en varias regiones del mundo por separado, Eurasia consiguió pronto ventaja gracias a la mayor disponibilidad (y aquí sí que tanto el clima como los suelos tienen un papel muy importante) de especies vegetales y animales idóneas para la domesticación. La domesticación de especies proporciona numerosos productos para alimentación (cebada, dos variedades de trigo, tres leguminosas ricas en proteínas, carne de cabra, vaca y oveja), vestido (lino, pieles de cabra y vaca, lana de oveja) y fabricación de herramientas (p.ej. cola que se obtiene de hervir pezuñas y huesos).
A medida que las civilizaciones de Oriente Próximo se iban desarrollando y empezando a comerciar, encontraron animales adicionales útiles en los territorios vecinos, especialmente burros y caballos, ideales para su uso en el transporte.
En contraste con todo esto, los agricultores amerindios tuvieron que desarrollar el maíz como alimento útil probablemente a partir de su antecesor silvestre, los teosintes. Pero el maíz proporciona pocos nutrientes y debe ser plantado unidad por unidad, una tarea en extremo farragosa. Los euroasiáticos, por contra, tenían el trigo y la cebada, que son ricos en fibra y nutrientes y pueden ser sembrados en masa simplemente alargando la mano. Este crecimiento produjo una mano de obra más numerosa y también inventores y artesanos más numerosos. Por otra parte, los granos de trigo y cebada pueden almacenarse durante largos períodos de tiempo, a diferencia de lo que ocurre con los cultivos tropicales como las bananas.
Eurasia en su conjunto domesticó 13 especies de animales grandes (más de 50 kg de peso). Sudamérica solo una, la llama. El resto del mundo ninguna. Diamond califica el reducido numero de especies domesticadas (14 de 148 "candidatas") como un ejemplo de principio de Anna Karenina: muchas especies a priori prometedoras resultó que tenían alguna de varias de las posibles dificultades que impiden la domesticación.
Los africanos subsaharianos tenían fundamentalmente mamíferos salvajes, mientras que los euroasiáticos tuvieron la suerte de contar con las animales grandes más dóciles del planeta: caballos y camellos, que pueden ser fácilmente domados para el transporte. Sus parientes biológicos subsaharianos, las cebras y los onagros, son indomesticables. Y aunque el elefante asiático puede ser domesticado, es muy difícil criarlo en cautividad. Cabras y ovejas para pieles, lana y queso; vacas para leche; bueyes para arar y transportar; y animales benignos como cerdos y pollos. Los subsaharianos tenían a su disposición leones, leopardos, etc. Diamond señala también que los únicos animales útiles para fines humanos en Nueva Guinea procedían del continente asiático, de cuando fueron transplantados durante la colonización austronésica hace unos 4000–5000 años.
La enorme masa continental euroasiática y su disposición este-oeste incrementaron aún más estas ventajas. Su gran extensión geográfica le proporcionaba muchas más especies idóneas para la domesticación, pero también hacía posible que sus gentes intercambiaran tanto innovaciones como enfermedades. La orientación este-oeste permitió que las especies domesticadas en una parte del continente pudieran ser utilizadas en casi cualquier otra parte, gracias a las similitudes en el clima y en el ciclo de estaciones.
Por el contrario, Australia carecía de animales útiles, debido a su extinción, probablemente por caza humana, poco después del final del pleistoceno.
América, por su parte, bregaba con la adaptación de cultivos domesticados en una latitud determinada a otra latitud distinta (y en el caso del subcontinente norteamericano, también para adaptar los cultivos de un lado de las Rocosas al otro).
Africa estaba fragmentada por sus variaciones climáticas extremas de norte a sur: plantas y animales que prosperaban en una región no conseguían nunca alcanzar otras donde teóricamente podían haber prosperado, ya que eran incapaces de sobrevivir a las interferencias del entorno.
Europa fue la beneficiaria en última instancia de la disposición este-oeste del continente euroasiático: en el primer milenio A.C., las regiones mediterráneas europeas adoptaron los animales, plantas y técnicas agrícolas de Oriente Próximo; en el primer milenio D.C. el resto de Europa les siguió.
La abundante provisión de alimentos y, como consecuencia, la gran densidad de población, hicieron posible la división del trabajo. La aparición de especialistas no agricultores, como los artesanos y los escribas (aquí tenemos la invención y desarrollo de la escritura) aceleró el crecimiento económico y el progreso tecnológico. Estas ventajas económicas y tecnológicas permitieron a los europeos conquistas al resto de pueblos de la Tierra en siglos recientes gracias a la utilización de las "armas" y el "acero".
La gran densidad de población de Eurasia (la mayor del planeta), el gran desarrollo del tráfico comercial, y la cercanía del ganado a los asentamientos humanos trajeron consigo la transmisión generalizada de enfermedades. La selección natural obligó a los europeos a desarrollar inmunidad a un gran gama de agentes patógenos. Cuando los europeos establecieron contacto con los indígenas americanos, las enfermedades europeas (para las que carecían de inmunidad) diezmaron a los indígenas. El "comercio" de gérmenes fue un poco más equilibrado en Africa y sur de Asia: la malaria y la fiebre amarilla, endémicas de estas regiones, les dieron al reputación de ser la "tumba del hombre blanco", y seguramente la sífilis se propagó en dirección opuesta. Las enfermedades europeas diezmaron a las poblaciones nativas, de manera que un número relativamente pequeño de europeos pudo lograr y mantener su dominio.