Cultura Tal día como hoy...(el hilo de las efemérides)

Tal día como hoy, hace 40 años, Yugoslavia lloraba la muerte de Josip Broz "Tito".


Tito-partisan.jpg
 
Un 5 de mayo de 1862 se produjo la Batalla de Puebla, donde el ejército mexicano derrotó por primera vez al ejército de una potencia extranjera de primer orden, como era Francia.
batalla-de-puebla-destacada.jpg
 
Última edición:
LAS TROPAS DE CARLOS I SAQUEAN ROMA

Tal día como hoy, pero de 1527, Roma es saqueada por las tropas hispano-germanas de Carlos I al mando del Duque de Borbón.
Resulta cuando menos curioso que el Monarca que pasó a la posteridad por ser uno de los grandes defensores de la fe católica frente al protestantismo lo hiciera también porque sus tropas saquearon brutalmente la ciudad de Roma en el mes de mayo de 1527 obligando al Papa a huir para salvar su vida. Retomando el grito lanzado por Julio II contra los franceses de «¡fuera los bárbaros!», el Papa Clemente VII lo jaleó contra los españoles cuando éstos extendieron sus tentáculos imperiales por toda la península itálica. No en vano, su hostilidad hacia Carlos I de España y V de Alemania saldría muy cara a Clemente VII, quien presenció en primera persona como la Guardia Suiza alimentó parte de su leyenda a las puertas del Castillo de Sant'Angelo (el antiguo Mausoleo de Adriano) sacrificando sus vidas para salvar al pontífice.

Tras las victorias españolas en la batalla de Bicocca de 1522 y en la batalla de Pavía de 1525 sobre los franceses, el poder de Carlos I sobre Italia resultaba incontestable. A principio de la década de 1490, Francia mantenía bajo su órbita Milán, parte de Nápoles, Saboya, y tenía amistad con los dirigentes de Génova y Florencia, así como aspiraciones sobre Sicilia. Medio siglo después y muchas batallas de por medio, Carlos I controlaba Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán (a partir de 1535) y mantendría firmes alianzas con el duque de Saboya, con los Médici florentinos, con los Farnesio de Parma y con los Doria y los Spínola genoveses.

La estrategia de «¡fuera los bárbaros!»
En 1526, el conflicto entre las dinastías Habsburgo y Valois, donde el Papa y la República de Venecia eran los únicos a los que se permitía medrar de forma independiente, se encontraba paralizado a expensas de que Francisco I de Francia, que había sido capturado en la batalla de Pavía y había permanecido una temporada en Madrid curándose de humildad, se decidiera por fin a romper el Tratado de Madrid, firmado durante su cautiverio, que le obligaba a no intervenir en Italia. Finalmente, fueron las palabras del Papa Clemente VII, protegido por los Médici florentinos –que todavía no eran aliados de Carlos I–, lo que animó al Rey francés a incumplir el tratado. Abogando por escrito que los tratados que se firman «bajo la presión del miedo carecen de valor y no obligan a su observancia», el Papa convenció a Francisco I para unirse a la llamada Liga de Cognac (o liga Clementina), integrada por el Papa, Francia, Venecia, Florencia y Milán, con el objetivo de expulsar a los españoles de Italia.

Mientras el pontífice se preocupaba por encabezar alianzas contra otros reyes cristianos, los ejércitos otomanos de Solimán I «el Magnífico» avanzaron sobre el reino de Hungría, que reclamó ayuda de forma desesperada. El 29 de agosto de 1526 se sucedió la batalla de Mohács, donde murió el Rey Luis II de Hungría y los ejércitos cristianos fueron barridos por los otomanos. Hasta el último momento, Carlos I y su hermano Fernando de Habsburgo, archiduque de Austria, intentaron convencer sin éxito al Papa de que aparcara por el momento las diferencias en Italia y ayudara a frenar la acometida musulmana. La actitud de estos estados cristianos frente al desastre húngaro convenció a Carlos I de atacar al integrante más débil de la alianza, al menos en lo militar: el Papa Clemente VII.

Las tropas de Colonna ocuparon Roma un año antes
La primera acción hostil del Imperio español contra el Papa consistió en apoyar al cardenal Pompeo Colonna, quien desde enero de 1526 se encontraba en abierto enfrentamiento con Clemente VII. Financiadas por el Emperador, las tropas de Colonna ocuparon Roma en septiembre de ese año. La ciudad fue parcialmente saqueada y el Papa se vio obligado a refugiarse en el Sant'Angelo, donde quedó encerrado junto a la Guardia Suiza que estaba encargada de proteger al Papa. Esta primera ocupación por parte de fuerzas vinculadas a Carlos I debía haber servido de advertencia a Clemente VII, que originalmente aceptó las duras condiciones del embajador español Hugo de Moncada, pero no consiguió más que espolearle.
Como hizo Francisco I cuando se lo reclamó precisamente el Papa, Clemente VII incumplió lo pactado con Carlos I pocos meses después. No solo se negó a salir de la Liga de Cognac, sino que reforzó las defensas de Roma para que no volviera a producirse una incursión como la de Colonna y ordenó una ofensiva en la zona próxima a Nápoles contra las tropas del virrey español, Carlos de Lannoy. Cansado de las promesas incumplidas, Carlos I ordenó a comienzos de 1527 que un ejército compuesto por unos 25.000 soldados españoles, italianos y alemanes se dirigieran al frente de Carlos de Borbón y del noble alemán Jorge de Frundsberg hacía Roma.

Las tropas imperiales partieron desde el Milanesado y recalaron en Florencia, donde los regidores accedieron al pago que estipuló Carlos de Borbón para evitar el saqueo de la ciudad, antes de retomar el camino hacia Roma. No en vano, las instrucciones del Emperador a Carlos de Borbón –antiguo comandante en jefe de los ejércitos franceses hasta que se enemistó con Francisco I– pedían limitarse a presionar al Papa pero sin ocupar la Ciudad Eterna. Lo que no había previsto Carlos I era la dificultad de sujetar a un ejército al que se le adeudaban numerosas pagas, frente a una presa tan lucrativa como era la antigua capital del Imperio romano. El suceso, al que fue ajeno el Rey, tuvo un gran componente anticatólico debido al gran número de mercenarios luteranos que integraban el ejército imperial,
El ejército imperial, que estaba formado por 12.000 lansquenetes (mercenarios alemanes en su mayoría protestantes), mantenía las arcas vacías y la tensión empezaba a elevarse. De hecho, un conato de motín fue apagado en marzo con el dinero de los florentinos. Cuando las tropas se situaron frente a las viejas murallas romanas y fueron conscientes de que el Papa no tenía pensado pagar la indemnización que le reclamaba Carlos I, comenzó a mascarse la tragedia.

Sin apenas infantería, el Papa recurrió a la artillería, situada en el Castillo de Sant'Angelo, como última defensa frente a las tropas imperiales. El 6 de mayo, los soldados españoles lanzaron una acometida desde la puerta Torrione, mientras los lansquenetes acudieron a la puerta del Santo Spirito. Precisamente junto a esta puerta cayó muerto Carlos de Borbón al disparo de un arcabuz, que, según su propia biografía, fue realizado por el escultor Benvenuto Cellini. Sin la principal cabeza del ejército, las tropas desataron su furia por la Ciudad Eterna y arrasaron monumentos y obras de arte durante días. Las violaciones, los asesinatos y los robos se sucedieron por las calles romanas, donde ni siquiera las autoridades eclesiásticas afines a los españoles se libraron del ultraje. De hecho, la abundancia de luteranos entre los lansquenetes –la fuerza que llevó el peso del pillaje– dio un significado anticatólico al saqueo. «Los imperiales se apoderaron de la cabeza de San juan, de la de San Pedro y de la de San Pablo; robaron el oro y la plata que las recubría y las tiraron a la calle para jugar a la pelota», describen las crónicas del periodo sobre el terror desatado.

Cuando dio comienzo el saqueo, Clemente VII se encontraba orando en su capilla y apenas tuvo tiempo de ser evacuado antes de que los saqueadores alcanzaran la Basílica de San Pedro. La mayoría de soldados de la Guardia Suiza fueron masacrados por las tropas imperiales en las escalinatas de la Basílica de San Pedro. Así, el sacrificio de 147 de los 189 componentes de la Guardia aseguró que Clemente VII escapara con vida aquel día, a través del Passetto, un corredor secreto que todavía une la Ciudad del Vaticano al Castillo Sant'Angelo. Cubierto de un manto morado para evitar ser reconocido por el característico hábito blanco de los sucesores de San Pedro, Clemente VII permaneció un mes recluido en el castillo junto a 3.000 personas de toda clase y condición que llegaron huyendo de un ejército que estaba completamente fuera de control.

Después de tres días de estragos, Filiberto de Chalons, el Príncipe de Orange, se elevó como nueva cabeza del ejército en sustitución del fallecido Borbón y ordenó que cesara el saqueo, pero pocos soldados obedecieron. No en vano, la decisión de situar su residencia en la Biblioteca Vaticana salvó el lugar y sus valiosos textos del saqueo. Poco a poco, el ejército recuperó la disciplina y los gritos de desesperación cesaron en Roma.

Carlos I fue rápidamente consciente de las graves consecuencias que para su imagen de campeón del Catolicismo iba a tener el suceso El día 5 de junio, el Emperador –que se dejó ver durante unos meses con ropa de luto por lo ocurrido en Roma– firmó con la Santa Sede un tratado que puso fin momentáneamente al conflicto. Aunque una de las condiciones del tratado fue violada poco después cuando Clemente VII se escapó de la custodia imperial para refugiarse en Orvieto, lo cierto es que la actitud del Papa cambió radicalmente a partir del oscuro suceso. Como muestra de ello, el 24 de febrero de 1530 (fecha del aniversario del nacimiento del Monarca) el Papa accedió a imponer la corona del imperio a Carlos V de Alemania en una pomposa ceremonia celebrada en Bolonia. Además, tras muchos titubeos y vacilaciones, denegó el divorcio de Enrique VIII de Inglaterra, que deseaba casarse con Ana Bolena, y declaró válido su primer matrimonio con Catalina de Aragón, la tía del Emperador.
 
"Yo solo".

Tal día como hoy Bernardo de Galvez derrotó a los británicos en Pensacola.

Porque sin él, George Washington no habría ganado la guerra de la independencia de los Estados Unidos.

Bernardo de Gálvez, nacido el 23 de julio de 1746 en Macharaviaya, un pueblecito de la provincia de Málaga. Como en el siglo XVIII Europa entera estaba metida en guerras, cuando Bernardo creció eligió la carrera que tenía más salida y se hizo soldado. Pronto destacaría por su valentía en el ejército y el rey Carlos III lo nombró capitán y lo mandó a patrullar los dominios españoles de América del Norte.

Cuando le ascendieron a gobernador de Luisiana, se puso del lado de los patriotas norteamericanos. Desde Nueva Orleans, les mandó por el río Misisipí barcos cargados de uniformes, municiones, comida, mantas y medicinas.

Derrotó con sus tropas a los británicos en tres batallas (Baton Rouge, Natchez y Mobile) y, con una hazaña histórica que le valió el lema ‘Yo solo’, reconquistó la Florida”.

La frase “Yo solo” a la que se refiere Fesser es auténtica y revela el extraordinario coraje de Gálvez. Cuando estaba a punto de lanzarse al ataque definitivo contra los ingleses atrincherados en Pensacola, el capitán Calvo de Irazábal, comandante de su propia flota se negó a que los buques entrasen a la bahía, por temor al fuego de las baterías británicas.

Entonces Bernardo de Gálvez se subió al pequeño bergantín “Galveztown” y dijo:

-“El que tenga honor y valor que me siga, del miedo ya me encargo yo".

Y bajo el fuego enemigo abrió el paso, como único tripulante de la nave. Ante ese gesto, todos los demás le siguieron y tomaron Pensacola.

El 4 de julio de 1776 nació un nuevo país gracias a la ayuda inestimable de España.

FB_IMG_1588964786785.jpg


De como nos agradecieron nuestra ayuda los gringos ya hablaremos en otro hilo
 
NACIMIENTO DE FELIPE II.
Tal día como hoy, un 21 de mayo pero del año 1527, nacía en Valladolid el que fue llamado "Philippus Hispaniarum Princeps", el futuro rey Felipe II. El documento adjunto, conservado en el Archivo Municipal de Burgos, es la carta que dicha ciudad envió a su padre, Carlos V, informándole de que su esposa, la emperatriz y reina Isabel de Portugal, había dado a luz un hijo.

"¿Sabéis que yo nunca he tenido un amigo? (...) Mi madre murió cuando yo era chico, mi padre estaba siempre ausente. Tuve ayos, tutores, maestros, todo menos amigos, y menos de mi edad. Fui adulto desde la cuna, casi. Me inculcaron la responsabilidad, la reserva, la desconfianza, el recelo. Goberné países en Europa y un mundo en ultramar cuando otros jóvenes -únicamente aprendían a enamorar e iban de conquista con otros amigos tan inmoderados y excesivos como ellos. Yo era ya por entonces tan diligente y cumplidor como un reloj, exacto con los números. Tranquilo como el fondo de un lago (...) Cuando fui niño era ya adulto; cuando adulto, viejo. Ahora soy arcaico como el tiempo (...) ¿Sabéis que de joven soñaba con ser aventurero, ir a tierras exóticas con una armadura refulgente y una hermosa espada de dos filos, y allí hallar mujeres de piel de canela y hacerme famoso con la heroicidad de mi hierro? Un rey no puede aspirar a nada de eso, tal vez por esa razón a veces pienso que no he sido un hombre, un hombre de verdad, un dueño de su propio destino, un hacedor de afanes, perseguidor de empeños, sufridor de desazones. Hubiera querido poder equivocarme sólo para mí, y también sólo acertar para mí mismo".

(Felipe II hablando de sí mismo en un extracto de la novela "La conjura del profeta", de Vicenta Márquez de la Plata)

FB_IMG_1590071290593.jpg
 
MEGAINFLACCIÓN EN LA ESPAÑA DE 1898: EL FRAUDE DE “LOS DUROS SEVILLANOS”

Tal día como hoy, pero de 1898, el Banco de España lleva acuñados en tan solo 5 meses de ese fatídico año monedas de 5 pesetas por importe de 199.864.890 pesetas, más duros de los que se emitieron en todo el siglo XIX. A la vez se emitieron entonces más billetes que nunca: El Banco de España imprimió por valor de 1,464 millones de pesetas. Es claro, por tanto, que el duro de plata era tan representativo como un billete y lo único que le diferenciaba de éste, es que había “algo” de plata mientras que un papel no tiene en sí más valor que el de su peso. En los mejores momentos (cuando más plata tuvo), un duro tenía un valor real de 2,50 pesetas

Hubo un tiempo en que la inflación no existía; una época gloriosa en que el dinero era de metal precioso y jamás perdía su valor, en que los ahorros de toda una vida llegaban intactos a la vejez del ahorrador. Esa edad de oro (y de plata) no está tan lejana, apenas a un siglo vista .
En aquel entonces no se podía emitir más dinero del que permitía el oro o la plata de que disponía el emisor. Las cercas, primero privadas y luego expropiadas por el Estado, acuñaban lo que podían, no lo que querían. Cuando se adoptó como medio de pago el papel moneda no era un papel sin más, sino un certificado de depósito del metal custodiado en una cámara sellada del banco. Aquél era un mundo, en definitiva, muy diferente al actual.
Perono es oro todo lo que reluce, ni siquiera ese oro que nuestros tatarabuelos creían tener a buen recaudo en el Banco de España. Los políticos de la Restauración eran tan proclives a gastar lo que no tenían como lo son los que hoy padecemos. Los Cánovas y los Sagasta eran muy manirrotos. Recaudaban los impuestos y, cuando veían que no les llegaba, recurrían a otras fuentes para cerrar el presupuesto. La principal era emitir deuda fuera de España. Para asegurar la colocación de los bonos, los ministros de Alfonso XII ponían como garantía la isla de Cuba y sus riquezas coloniales. Con tanto y tan bueno encima de la mesa, ¿quién no le iba a prestar dinero al rey de España?
Perdida Cuba en mala hora, el Gobierno se quedó sin aval, así que se las ingenió para seguir cuadrando las cuentas sin necesidad de apretarse el cinturón. El camino más directo para ampliar la masa monetaria y gastar más es la inflación, es decir, aumentar artificialmente el dinero existente. Tan obtusa meta puede conseguirse emitiendo metálico sin respaldo –tal y como se hace desde hace cuarenta años– o envileciendo el respaldo, esto es, el metal, mediante aleaciones que rebajan el valor intrínseco del mismo.
En 1890 en España imperaba lo que se conoce como patrón bimetálico de oro y plata, mejor de lo que tenemos hoy, el patrón de las dos tintas sobre celulosa. El oro que afluía desde todo el país se custodiaba en las cajas del Banco de España. Una cantidad se quedaba allí, cogiendo polvo, para respaldar los billetes en papel moneda, emitidos por vez primera en 1874 y otra salía al extranjero para atender los pagos de la deuda. La plata, entre tanto, servía para acuñar monedas, todas las monedas, ya que desde 1876 la de plata era la única legal y de curso forzoso.
Los Gobiernos, todos, tanto los liberales como los conservadores, vieron en el envilecimiento de las humildes monedas de plata un medio tosco pero práctico para salir del paso. Como habían hecho los reyes antiguos, empezaron a rebajar el contenido de plata de la moneda más común, la de cinco pesetas, conocida popularmente como duro. Eso les permitía emitir más duros que nunca a un precio realmente rebajado. Por eso en 1898, año fatal en que nos birlaron Cuba, se acuñaron más duros que en todo el resto del siglo junto: casi 200 millones de pesetas de una tacada.
El mercado captó la señal a la primera. No es que el Banco de España no tuviese más plata, sino que el duro valía menos, exactamente la mitad. En el cambio de siglo la moneda de cinco pesetas equivalía aproximadamente a 2,5 pesetas/plata. Esto animó a los falsificadores a crear sus propias versiones del cada vez menos popular y demandado duro de plata. No se sabe muy bien dónde apareció por primera vez, pero sí la primera en que los duros de pega fueron nombrados en sede parlamentaria. Fue durante una sesión en la que un diputado por Gerona se quejaba amargamente de que en su provincia se había descubierto una ceca ilegal de "moneda sevillana". Un diputado hispalense saltó del escaño y le recriminó ofendido que, aparte de la moneda, eso era "también falsificar el apellido".
Los duros sevillanos o gerundenses, tanto da, corrían de un lado a otro del territorio a una velocidad asombrosa, haciendo buena la ley que un comerciante inglés, Thomas Gresham, había enunciado tres siglos antes: la moneda mala desplaza a la buena. Los españoles de la época, según descubrían que les habían colado un duro sevillano, inmediatamente lo separaban del resto de monedas y se lo procuraban colocar a otro. Se formaron, pues, dos mercados de duros, los dos adulterados en distinta cuantía y con dos valores reales diferentes.
El negocio de la falsificación de duros, un negocio que, todo hay que decirlo, había iniciado el propio Gobierno para financiar sus gastos, se extendió por toda España y hasta cruzó el Atlántico. Había cecas de duros sevillanos en Cataluña, en Alicante y, naturalmente, en Sevilla, ciudad que involuntariamente les había dado nombre. Se detectaron partidas de duros acuñados en México con, según se decía, una plata de excelente calidad, superior incluso a la que empleaba el Banco de España para acuñar los duros buenos.
El mercado quedó, literalmente, tan saturado de duros, que llegaron a no tener valor apenas. Los niños jugaban con ellos en la calle, y los más apañados calzaban las sillas y las mesas con monedas de cinco pesetas que, a esas alturas, ya nadie sabía si eran falsas o auténticas. Se había producido lo que los economistas conocen como repudio de la moneda, que es lo más bajo que puede caer algo que se declara como dinero. La gente no quería duros... ni a cuatro pesetas, ni a tres, ni a dos, ni a una.
En 1905, los obreros no aceptaban el jornal en duros y pedían a cambio monedas de peseta; para otro tipo de pagos se exigían billetes que, a fin de cuentas, estaban respaldados con oro contante y sonante. Las compañías de ferrocarril, entonces aún en manos privadas, no los admitían en sus taquillas, y hacer la compra con ellos en un mercado se había convertido en una tarea imposible. El Estado, que era el responsable último de todo aquel desaguisado monetario, tomó cartas en el asunto.

En 1908 el Ministro de Hacienda ordenó un gigantesco rescate de duros falsos. Todo el que tuviese duros podía canjearlos por otros supuestamente buenos. Se armó la de San Quintín: colas, enfados, canjes mal hechos en los que se entregaba un duro malo a cambio de otro también malo, y un dineral tirado a la basura... Todo por la manía que tienen los políticos de gastar más de lo que ingresan. Para diferenciar duros buenos y malos, la Casa de la Moneda publicó un volumen de 785 páginas que especificaba las diferencias entre unos y otros. Parece increíble que el asunto diese para tanto. El periódico satírico barcelonés “Le Esquella de la Torratxa” (una especie de “El Jueves” en la actualidad) publicó un artículo haciendo mofa del asunto que contenía, entre otros, los siguientes párrafos:
“Los primeros duros falsificados son, como ya podemos suponer, dada la habilidad de los españoles en esta materia, los primeros que se hicieron; corresponden al año 1876 y llevan el retrato de Alfonso XII.
Señales que han de considerarse ilegítimas: la A de Alfonso es dos milésimas de milímetro más pequeña que en los buenos. La barba del rey aparece recién afeitada y en el cuello se le ve una pequeña protuberancia que tanto puede ser un tumor maligno como una erupción sin malicia.
Año 1877. Segunda falsificación. Las veintisiete flores de lys , frescas y olorosas, que figuran en el canto de los buenos, en los malos aparecen mustias y sin el perfume natural de esta aristocrática flor.
Año 1878. Los duros falsificados de este año son los más a propósito para engañar al público, pues si bien por la cara son falsos, por la parte de la cruz son buenos como legítimos y quizá más.
Año 1879. Segundo retrato de Alfonso XII. No hay ninguna dificultad en el reconocimiento de los duros falsos de esta hornada. El león del escudo, que tendría que ser del Atlas, aunque aparentemente igual, es un león de Abisinia, menos fiero y mucho menos saltador que el animal auténtico”

El gobierno se quedó con el conflicto de qué hacer con los célebres duros. Unos proponían poner un drástico fin a la circulación de los mismos, mientras que otros recordaban el perjuicio que dicha medida podría reportar a los pequeños ahorradores que guardaban el dinero en su casa y que eran incapaces de distinguir unos de otros. La insuficiente solución de 1.908 había sido, como hemos visto, cambiar toda clase de duros falsos.
No es tan lejana la costumbre de algunos comerciantes de tener una pieza de mármol para saber, por medio del sonido que hacían al botar, la calidad y autenticidad de los mismos. Cualquier tendero captaba que el sonido era diferente según la cantidad de plata buena que contenían.
El escándalo de los duros sevillanos, cuyo nombre ha pervivido hasta nuestros días como sinónimo de falsedad, consolidó el papel moneda en España. A partir de 1910 los fajos de billetes del Banco de España sustituyeron a la bolsa de monedas de oro como símbolo del dinero. El papel era un valor seguro, certificaba que el portador poseía una cantidad de oro que el banco tenía a bien guardar en una caja fuerte.
Las monedas dejaron de acuñarse en plata y de tener valor intrínseco. En los años 20 las acuñaciones en níquel eran comunes, y, la verdad, no es muy interesante envilecer el níquel, porque no vale demasiado. En sólo unos años el oro y la plata se habían convertido en bárbaras reliquias reservadas para la acuñación de monedas conmemorativas. El Gobierno respiró aliviado. Ya, sin freno metálico, podía crear dinero de la nada cuándo, dónde y cómo le pareciese. Y en ello está.

FB_IMG_1591024864519.jpg

Duro bueno

FB_IMG_1591024871971.jpg

Duro malo
 
Fue el 30, pero bueno... San Fernando III el Santo.

Durante su reinado fueron conquistados, en el marco de la Reconquista, los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla y lo que quedaba del de Badajoz, cuya anexión había empezado Alfonso IX, lo que redujo el territorio ibérico en poder de los reinos musulmanes. Al finalizar el reinado de Fernando III, estos únicamente poseían en la Andalucía el reino de Niebla, Tejada y el reino de Granada, este último como feudo castellano. El infante Alfonso, futuro Alfonso X, fue enviado por Fernando a la conquista del reino de Murcia; los moros capitularon y la región quedó como señorío castellano, tras lo cual Alfonso conquistó las plazas de Mula y Cartagena. Cuando Fernando accedió al trono, en 1217, su reino no rebasaba apenas los ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados; en 1230, al heredar León, obtuvo otros cien mil y, a base de conquistas ininterrumpidas, logró hacerse con ciento veinte mil más

Mató mas moros que Santiago. Win Win.

Fernando III de Castilla - Wikipedia, la enciclopedia libre
 
Hoy hace 76 años los soldados de S.M. británica desembarcaron en la Playa de JUNO.
 
Hoy hace 76 años los soldados de S.M. británica desembarcaron en la Playa de JUNO.

Mas bien que el mando conjunto de los Alidados, Useños (los que cortaban el bacalao), Britanicos y coloniales, Franceses libres tomaron al asalto las playas de Normandía. Los putos sorbedores de té sin los primos de las colonias estarían ahora comiendo brauwurts con sauercraut a las 5 o clock sin ellos.
 
Última edición:
Tal día como hoy, 7 de junio, en 1494, el reino de Castilla firma con el de Portugal el "Tratado de Tordesillas", por el cual se dirime cuál será la línea de demarcación de los territorios españoles y portugueses en el comienzo de la conquista de América.
FB_IMG_1591520947075.jpg
 
Hoy se cumplen 120 anos del nacimiento de Antoine de Saint-Exupéry.

SI alguien ve aquí un sombrero, que se pille el libro

C8484150-8501-47F8-9351-C7704424307A.jpeg
 
Si alguien es mi amigo y vasallo, que me siga!!!

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
Hoy es 4 de julio, Día de la Independencia en USA. Hay estatuas que podrán derribar o pintarrajear los vándalos y bárbaros, pero esta imagen seguirá representando el espíritu de la gran nación americana y de sus ciudadanos libres. Esos que salvaron la civilización cuando estaba en peligro por las tiranías nazis y fascistas .

D61795B6-869F-4C39-9D29-3389AE02B1B9.jpeg
 
Última edición:
Un 5 de julio de 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, comienza la batalla de Kursk, la batalla de tanques más grande librada en la historia.
 
Hoy hace 155 años que en la Real Fábrica de Artillería de San Bernardo se fundía el segundo de los dos leones del Congreso de los Diputados, llamados Daoiz y Velarde. Se hicieron con bronces de cañones capturados al enemigo: franceses, ingleses, árabes, cubanos y filipinos. Pero la gran parte, confiscado a la morisma.
El molde se conserva en la Capitanía General, dentro de la plaza de España.

Gran historia para tan poca calidad de sus actuales moradores.

FB_IMG_1595432870620.jpg
 
Tal día como hoy, desembarcaban en Tenerife la primera oleada de turistas ingleses. Los isleños no lo vieron claro y los devolvieron al mar a tiros y cañonazos. A Nelson de dio flato y perdió un brazo
FB_IMG_1595676530743.jpg


Una de tantas derrotas inglesas que nosotros hemos olvidado y los ingleses han ocultado
 
Tal día como hoy, desembarcaban en Tenerife la primera oleada de turistas ingleses. Los isleños no lo vieron claro y los devolvieron al mar a tiros y cañonazos. A Nelson de dio flato y perdió un brazo
Ver el archivos adjunto 65345

Una de tantas derrotas inglesas que nosotros hemos olvidado y los ingleses han ocultado

El de la pintura es el famoso Cañon Tigre?
 
Atrás
Arriba Pie