Son muchas las críticas que se han realizado de la película, pero la más extendida, su complejidad. Obviamente, los juegos temporales no le vienen de nuevas a Nolan. Es muy difícil entender todos los tramos por los que pasa la película, con todos los juegos con base científica a los que nos tiene acostumbrados el director, pero no hace falta sumergirse en ellos. Sí, son cosas que Nolan ya ha hecho, pero todo esto se muestra en Tenet a un nivel más elevado, casi imposible. Origen (2010) o Interstellar (2014), son un juego de niños comparado con el reto intelectual que plantea la película.
En otras palabras, vuelve a producirse ese retorcido moldeado de la realidad, en la que se deja la sensación de no comprender nada, pero a la vez fascina lo que está sucediendo en pantalla. No obstante, hay que mencionar que la primera parte de la película puede resultar algo más densa, dado que se concentra en una presentación que podría ser excesivamente pausada. Por el contrario, a partir del segundo tercio de la película, se aleja de ese aspecto más calmo y se deja llevar por una aventura vertiginosa, que impresiona a la audiencia. Como suele ocurrir en la filmografía de Nolan, no es una película para entender en un solo visionado, sino que hay que poder disfrutarla más de una vez para comprender, o intentarlo, todo lo que hay detrás de los detalles. No obstante, uno de los personajes que aparece durante el primer acto, da la clave al espectador para enfrentarse a Tenet mientras se dirige a su protagonista:
“No intentes comprenderlo. Siéntelo”.