Tesoros ocultos

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Victor I

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24 Ene 2006
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Ya nuestros clásicos del Siglo de Oro se quejaban de como los afeites y embalajes varios tras los cuales se camuflaban las damas, les proveían de las más desoladoras decepciones a las que un hombre se puede enfrentar: ver como belleza que se conquista en la calle con galantería y ardides se transforma en carne grávida y maltratada al desprenderse de sus ropajes, pinturas y arquitecturas estéticas al llegar al lecho. Lo que prometia convertirse en una prolífica noche de exquisitos placeres nos acaba llegando al naufragio en un tálamo de espanto.

No es misoginia, es pura constación y experiencia la que me lleva a denunciar que mucha de las mujeres que obstenta el título de hembras merecedoras de nuestro más entusiasta y decidido cortejo no son más que un decorado artificioso, un elaborado trampantojo construido con maquillajes varios, complementos, vestidos que resaltan y disimulan y toda una serie de efugios que convierten ese acto al que ellas llaman "arreglarse" en todo una operación de cirugía estética para la que debería exigirse la correspondiente licencia del colegio de cirujanos plásticos
(todo de corrido, ni un puto punto en todo el párrafo :lol:)

¿Cuantas pieles ajadas, salpicadas por los restos de un acne feroz e incisivo se ocultan tras solidas capas de maquillaje? ¿Cuantos pechos se demoronan tras liberarse del corse acorazado que los eleva y los nutre? ¿Cuantas esbeltas y graciles damiselas de impolutos perfiles se convierten en terneras hiperhormonadas llenas de pliegues adiposos y colgajos al salir de la ducha a la mañana siguiente? ¿Donde está la profundidad de sus miradas, la frescura frutal de sus labios, la turgencia y albura de su piel?

En cambio, afortunadamente, la vida tambien nos sonrie con sorpresas inesperadas y tesoros ocultos, que nos regalan su majestuosa y salutifera belleza oculta tras su sencillez y falta de exhibicionismo. Carecen de ese grosero vicio de la obstentación, y aparte de los imprescindibles hábitos higiénicos y la siempre inevitable y necesaria coquetería prescinden de todo lo superfluo y accesorio.

Rara vez destacan, su falta de pretensiones no las coloca en el punto de mira del cazador, pero una vez se entra en contacto con ellas y se las puede viviseccionar en la distancia corta y, si el Cielo nos sonrie, apreciar y disfrutar de las perfectas formas de su cuerpo desnudo, descubrimos como muchas veces el atractivo y, en menor medida, la belleza, no son más que una cuestión publicitaria.

Imagino que todos habeis disfrutado este tipo de regalos alguna vez al tener la fortuna de cohabitar sexualmente con esas maravillosas mujeres que sin provocar lesiones cervicales a su paso, son auténticas beldades una vez que se intima de hecho y de palabra con ellas. Contad sin miedo, que yo os escucho, que sentisteis al descubrir el sorprendente regalo que cayó en vuestras manos.
 
El ligar es marketing, amigo. Ellas te venden lo que más éxito sexual les reporta y nosotros igual. ¿Qué es aquello de las "tribus urbanas"? Segmentación del mercado, ni más ni menos. Se pintan y disfrazan porque saben que haciéndolo pueden aspirar a un público target mayor o superior. Ni más ni menos.
 
Yo soy muy de culos. Una vez en el lecho con la dama voy directo a esa bendita zona y me gusta explayarme, algo que, no pocas veces, ha supuesto nauseabundas decepciones. Por estas tierras hispanas, muchas son las hembras cuyas posaderas vienen equipadas con la grumosa celulitis, así que, cuando me ligué a esa mami de 35, no cabía esperar otra cosa que unas nalgas adiposas.

Pero el destino me obsequió con un regalo. Tras quitarle unas bragas horribles en lo que iba a ser nuestro primer polvo lo descubrí, diciendo "muérdeme", un culo grande pero terso, impecable, exuberante. No perdí el tiempo preguntándome como una mujer que había dado a luz a dos guachos y no iba a gimnasio podia mantener ese culo tan apetitoso. Sólo me lo comí, lo horadé y me alegré de que mi criterio por una vez había funcionado.
 
Yo soy muy de culos. Una vez en el lecho con la dama voy directo a esa bendita zona y me gusta explayarme, algo que, no pocas veces, ha supuesto nauseabundas decepciones. Por estas tierras hispanas, muchas son las hembras cuyas posaderas vienen equipadas con la grumosa celulitis, así que, cuando me ligué a esa mami de 35, no cabía esperar otra cosa que unas nalgas adiposas.

Pero el destino me obsequió con un regalo. Tras quitarle unas bragas horribles en lo que iba a ser nuestro primer polvo lo descubrí, diciendo "muérdeme", un culo grande pero terso, impecable, exuberante. No perdí el tiempo preguntándome como una mujer que había dado a luz a dos guachos y no iba a gimnasio podia mantener ese culo tan apetitoso. Sólo me lo comí, lo horadé y me alegré de que mi criterio por una vez había funcionado.


A esto precisamente es a lo que me refiero, a esas mujeres, que no haciendo uso de las artes de la autopromoción, una vez llegados al lecho, desprovistas de cualquier artificio estético tras el que disfrazar su verdadera apariencia, nos regalan dádivas inesperadas que nos epatan, tanto por su belleza como, sobre todo, por lo imprevisto del sabroso hallazgo.

A Ojete le pasó con unos rutilantes gluteos y a mi con unos pechos andinos que me encontre sin espararlos en el torso de una machupina escasamente prometedora con la que, más por las convulsiones teluricas de mi falo que para el solaz de mi espíritu, acabé encamado. Era bajita, regenegrida, de pomulos como sandias y la nariz chata y afilada, toda una inda inca dispuesta a vengar con su atractivo desactiva las afrentas sufrias por sus antepasados. "Tus abuelitos nos robaron el oro pero tu sufriras a un supay cabalgando sobre tu enorme polla de hombre blanco" Es lo que debió pensar al aceptar mis trepidante y alocada propuesta.

Sin embargo lo que parecia un polvo para la simple supervivencia física de mi rabo se convirtió en un gozo visual y tactil para mi alma. La panchita tenia un cuerpecito muy bien proporcinado, de adolescente, estrecha de caderas, cintura recogida y, oh si grande es tu gloria Señor, unos pechos per-fec-tos, tanto en tamaño, como en forma y sabor. Dos globos esbeltos, erizados y turgentes. Dos tetas imbatibles y demoledoras. A este tipo de mujeres, es a lo que yo llamo Tesoros Ocultos.

Va, como dicen en catalonia, animaros, se que en este foro no andais escasos de polvos, contad la vez aquella que pensando en cumplir con el trámite de descargar medio litro de esperma os encontrasteis con un delicioso y sorprendente pastelito (no valen historia de travelos :lol:)
 
Era joven, virgen y gilipollas, la convinación perfecta y el triángulo del amor. Estaba enamorado y me sobraba igenuidad y esperanza para llenar las bodegas de un superpretolero. Ella, mi primera y odiada novia, iba de digna, regateando el precio de su flor mes a mes, amagando, prácticando esa hábil política del palo y la zanhoria y toreando a mi ansioso rabo a su voluntad. Yo no tenia nada que hacer, únicamente podía arrimar el bulto y esperar a que ella cediera y desengrasara sus articulaciones para terminar abiréndose de piernas. Sólo me costó ocho meses de acoso, llantinas, balbuceos que ella supo aliviar con alguna que otra paja enfántica que llevaban al límite la elasticidad de mi frenillo.

Al final llegó el momento y me concedió el milagroso don de desvigarla, de ser el que la quitara el prencinto para que a partir de ese momento, miriadas de pollas puedieran acceder al fondo de su coño libre de obstáculos. Hice los preparativos, me dio el visto bueno y fuimos al único hotel que habia en el pueblo, a la última planta, en una especie de buhardilla de techos inclinados donde habia que andar medio agachados para no abrirse la cabeza.

Yo siempre habia apostado por las mediocres, esas eran mis cartas, mi esperanza y mi mercado. No aspiraba a mas, no me atrevia, no valia para encararme con las princesas adolescentes que reinan a los institutos. Por pereza y talento, por una consciencia realista de mi lugar en el mundo, tan sólo le echaba el anzuelo a la clase media. Asi que cuando por fin se quitó la ropa y pude ver su perfecto cuerpo de adolescente de 17 años, sentí que me habia equivocado de elección, que aquella proporcion y esbeltez eran demasiado para mi, que yo no merecia esas formas impolutas, definitivas y apoteosicas. Por primera vez en 8 meses descubri, con sorpresa y pánico, pávido ante ese exceso de belleza en mi vida, que mi novia estaba buena.

Ese fue mi tesoro oculto, mi descubrimiento precioso y sorprendente. De haberlo sabido, de haber pecibido la maravilla que se ocultaba debajo de su ropa, no habria tenido huevos para entrarla. Pero claro yo era joven, virgen y gilipollas. Ahora únicamente conservo, multiplicada por diez, la última de las tres señas.
 
Teniendo yo 22, empecé a hablar con una de 20 por el chat. Era conocida de un amigo mío, natural de una ciudad catalana y casi vecino de la interfecta. Ella me cayó muy bien, tuvimos cibersexo y al final quedé con ella para que viniese a alojarse en mi casa unos días.

Vino con una amiga, y aunque me habian contado cosas malas de ambas, no hubo ningún mal rollo. Sus fotos habían ocultado sibilinamente su cara de brujita, su frente poco atractiva, su escasa estatura y unos modos propios de una punki de libro. Aún así, me gustaba.

El caso es que cuando empezamos a enrollarnos en mi cuarto, pude comprobar que tenía las mejores tetas que he catado en toda mi vida. Grandes, firmes, hermosas. Una 105 por lo menos. No se había depilado la aureola de los pezones pero me daba igual. Lamí cada centímetro cuadrado de esos senos perfectos como si me fuera la vida en ello. Y aunque no se dejó bajar las bragas y tuve que conformarme con un pajeo mutuo, la noche siguiente volvimos a repetir.

A las dos semanas la fui a ver a su casa (estaba sola) y tuvo el detalle de haberse depilado las aureolas. No así su poblada entrepierna, pero le comí el coño igualmente con gran devoción. Le arranqué un orgasmo comiendole las tetas y otro el clitoris, duro y grande como un garbanzo. Me la chupaba muy torpemente y no llegué a correrme nunca con ella.

Pero sin duda fue un gran descubrimiento sexual. Lástima que aquello no acabase muy bien; podríamos haber aprendido muchas más cosas juntos.
 
FatalDeLoMio rebuznó:
Pero sin duda fue un gran descubrimiento sexual. Lástima que aquello no acabase muy bien; podríamos haber aprendido muchas más cosas juntos.

Claro, comparable al de Cristóbal Colón en su día.
Podría haber aprendido a perder el tiempo, seguramente...
Ya veo a lo que aspiran algunos, yo simplemente, viendo como está el patio, prefiero pagar.
 
Mala_Vida rebuznó:
Claro, comparable al de Cristóbal Colón en su día.
Podría haber aprendido a perder el tiempo, seguramente...
Ya veo a lo que aspiran algunos, yo simplemente, viendo como está el patio, prefiero pagar.

En aquel momento (hace 10 años), yo era bastante novato y no tenía ni idea de como tratar a las mujeres. Así que podía elegir entre seguir pelándomela o liarme con la tía esta. Teniendo en cuenta que mi primera novia oficial solo me dejaba tocarle el culo y además me puso los cuernos, normal que creyese haber descubierto América con la siguiente. Aún así guardo un buen recuerdo de ella.

Ha llovido mucho desde entonces y soy bastante más exigente y experimentado. Para empezar, las que han demostrado ser mojigatas son eliminadas de mi lista en cero coma. Y tampoco tengo inconveniente en pagar por follarme a un pibón.

PD: si me encuentro con ganas, tal vez escriba la historia del tesoro oculto de mi última novia. Pero ya he hablado tantas veces de ello que dudo que suscite interés (aun así, los mejores polvos de mi vida los tuve con ella).
 
FatalDeLoMio rebuznó:
No se había depilado la aureola de los pezones pero me daba igual.

Necesito explicaciones... ¿Tenía pelamen en las tetas? España está llena de misterios.
 
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