no estoy dispuesta a hacer más el imbécil, de ahí que necesite saber la verdad.
Que hagas más el imbécil no depende de que se la haya follado o no. Depende de si sigues siendo su perra faldera a cambio de nada. La fidelidad no es única y exclusivamente estar sin meterla en hoyo ajeno, también hay un poco de lealtad, de recompensar el esfuerzo. Que la tercera en discordia sea lo que te da fuerzas para armarte de valor y reclamar un terreno que consideras tuyo no implica que sea la razón verdadera de todo esto.
¿Y si en realidad su cara de pobrecito de mí es una cara de huy por los pelos?
Durante bastante tiempo me ha tocado ser el fiel imbécil al que atormentan por "haber visto cosas" mientras que un amigo era el capullo que más ponía los cuernos a su novia en toda su comunidad autónoma. Y ni una pagando, todo pico y pala.
Por poner un ejemplo muy sencillo, muy próximo en fechas estuvo un momento en el que me cayó tremendo cirio por abrir el email y tener SPAM DE BADOO (algo rollo «Sonia te ha escrito un mensaje»), mientras que mi amigo llegó con sangre en los pantalones de haberse follado a la sobrina de un amigo en el coche teniendo ella la regla y lo resolvió con un «me metí en una pelea, iba muy borracho, no me acuerdo de nada».
La cara de pobrecito, que yo también ponía, es cara de «menudo marrón más tonto me he buscado, voy a estar callado a ver si se pasa el temporal, porque no puede ser para tanto».
Al infiel nunca le pillas desprevenido, jamás te va a salir con una excusa que deje en mal lugar a él o su hombría, la conciencia es traicionera y les hace dar tantas vueltas al asunto que tras una cita furtiva que acabó en el asiento de atrás ya quisiera Stephen King tener esa inspiración. Y cuanto más obvio el pastel descubierto, más inverosímil es la excusa, hasta el punto de tener que ser cierta porque nadie montaría ese circo. Quien dice la verdad en algo tan patético no te va a ofrecer testigos, no te va a decir "llama, la llamo yo si quieres para que te diga que estábamos viendo las lágrimas de San Lorenzo", ni se va a indignar como sólo se indigna un mentiroso cuando le pillan.
Porque la verdad es mucho más triste que una fantasía en la que el infiel gana, como siempre sucede para ellos. Cuando dices la verdad y no te creen, la sensación es de impotencia, de derrota y de decepción.
No te digo que le perdones, pero sí que te des cuenta de qué es lo que te tiene cabreada, que ese desplante te molesta lo mismo con o sin sexo, porque es una mísera gota que colma un vaso en el que ya estabas harta de nadar. Así que deja de condicionar tus decisiones a "la verdad", porque la única verdad aquí es que si tienes que poner argumentos sobre una balanza, la infidelidad no sería el único del lado de la ruptura ni mucho menos el más pesado.
Todo esto es mucho más fácil escribirlo que hacerlo, en tu lugar todos nos comeríamos el tarro. Y todos nos equivocaríamos. Sólo te doy el consejo que me gustaría que me dieran a mí.