FlorianSotoPeña
Clásico
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- 16 Ago 2009
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Durante estas últimas semanas he estado viendo películas de Mauro Bolognini, director italiano de los años 60, especialmente, que tiene una filmografía un tanto contemplativa, así de primeras, pero que no está mal si te gusta el cine clásico. Ayer vi "Un día de locura" (1960), un drama neorrealista que trata sobre un joven de un barrio pobre que tiene un hijo con una joven de su misma condición social y se ve obligado tras meses de holgazanería y vida licenciosa, lefando a golfas y otras mozas del entorno, a buscar trabajo y conseguir una estabilidad familiar que le permita alimentar al retoño, todo por imposición, mayormente, de su suegra, que lo tiene por un sinvergüenza y un basurilla sin oficio ni beneficio. De modo que el joven se embarca en una aventura para buscar trabajo en Roma recurriendo a su tío inicialmente, lo que le llevará en un periplo de personajes y situaciones que reflejan los grandes desequilibrios sociales, la situación miserable y paupérrima de ciertos sectores de la sociedad italiana y luego salen dos buenas hembras, Lea Massari y Jeanne Valérie, que de no ser porque una es ya casi octogenaria y la otra se quedó moñeca, serían objeto de gostosas pajas. Le pondría un 6, es una película que está bien, cumple.
Anteriormente, he visto del mismo director "La corrupción" (1963), que trata sobre el conflicto de un hijo con su padre que quiere ingresar en la Iglesia y ordenarse como sacerdote tras terminar los estudios secundarios. El padre es un empresario de éxito con ingentes recursos económicos, que no quiere eso para su hijo y decide llevárselo en un crucero con una buena moza que trabaja para él como secretaria, la actriz Rosa Schiaffino, que está para hacerle un hijo calvo (sale en bikini, ideal para la paja octogenaria). En la película se abordan cuestiones relacionadas con la fe y la moral, la sociedad del dinero y los intereses creados, y pone en contraste la vida espiritual y los principios frente a la corrupción, el materialismo y la falta de escrúpulos. Le daría un 6.
Del mismo director también he visto "La noche brava" (1959), una película un tanto dispersa, que trata sobre un grupo de jóvenes de orígenes sociales heterogéneos que se dedican a divertirse una noche cualquiera en una sucesión de anécdotas y situaciones de lo más variopintas que, como en las películas anteriores, viene a ilustrar esos grandes contrastes sociales de la época. La película es un vaivén de situaciones en las que hay putas, robos, borracheras, enfrentamientos etc. No me pareció gran cosa y aunque se deja ver y sale una actriz francesa que también se presta a la paja viejuna, como es Mylène Demongeot, y nuevamente Rosa Schiaffino, no le daría más que un 5.
Anteriormente, he visto del mismo director "La corrupción" (1963), que trata sobre el conflicto de un hijo con su padre que quiere ingresar en la Iglesia y ordenarse como sacerdote tras terminar los estudios secundarios. El padre es un empresario de éxito con ingentes recursos económicos, que no quiere eso para su hijo y decide llevárselo en un crucero con una buena moza que trabaja para él como secretaria, la actriz Rosa Schiaffino, que está para hacerle un hijo calvo (sale en bikini, ideal para la paja octogenaria). En la película se abordan cuestiones relacionadas con la fe y la moral, la sociedad del dinero y los intereses creados, y pone en contraste la vida espiritual y los principios frente a la corrupción, el materialismo y la falta de escrúpulos. Le daría un 6.
Del mismo director también he visto "La noche brava" (1959), una película un tanto dispersa, que trata sobre un grupo de jóvenes de orígenes sociales heterogéneos que se dedican a divertirse una noche cualquiera en una sucesión de anécdotas y situaciones de lo más variopintas que, como en las películas anteriores, viene a ilustrar esos grandes contrastes sociales de la época. La película es un vaivén de situaciones en las que hay putas, robos, borracheras, enfrentamientos etc. No me pareció gran cosa y aunque se deja ver y sale una actriz francesa que también se presta a la paja viejuna, como es Mylène Demongeot, y nuevamente Rosa Schiaffino, no le daría más que un 5.