Los muertos (2004) Lisandro Alonso
Una de las películas más simples y extremas que haya visto. Esta producción argentina retrata la salida de prisión de un hombre condenado por el asesinato de sus hermanos. Es testigo de su odisea a través de la selva, durante unos días que ya nada tienen para él, en los que sus vínculos con la realidad de los que le rodean han desaparecido. Es una cinta de las que únicamente ofrecen sensaciones y no historia, de las que muestran y no cuentan. Recuerda vagamente al
Last Days de Gus Van Sant, quedan ustedes avisados. En conjunto a mí me parece interesante pero se hace tediosa en algunos puntos.
Seis.
Fausto (1926) F.W. Murnau
Superproducción de la época, poco queda por contar de esta película. Narra la consabida historia popular germana de Fausto. Tiene un carácter mucho menos intimista que, por ejemplo ya que hablamos de Murnau,
Amanecer. Se palpa la brillantez e innovación en sus escenas, aunque esto lo dejo para los que saben de técnica cinematográfica, pero me llega menos que otras películas del alemán, me parece más fría.
Un siete.
Una mujer bajo la influencia (1974) John Cassavetes
Cassavetes retratando, una vez más, la psique femenina. En esta ocasión hablamos de una mujer -espléndidamente interpretada por Gena Rowlands- con diversos desequilibrios mentales, producidos, o eso es lo que se deja entrever, por la deshumnizada sociedad y la falta de afecto y naturalidad en su círculo de allegados. Por el momento me parece la mejor cinta de Cassavetes, y un clásico del cine independiente americano que sorprende por su frescura después de más de treinta años.
Un ocho.
Serpico (1973) Sidney Lumet
Otra agradable sorpresa que me he llevado. Frank Serpico es un policía de Nueva York que no comparte la afición a los sobornos y trapicheos que tienen sus compañeros y superiores. Esto le granjeará las lógicas enemistades y rencores dentro del cuerpo de policía. A pesar de lo manido y, a priori, efectista del argumento, la película es inteligente, sobria y realista. Peca a veces de previsibilidad, pero es inevitable dado el cariz elíptico del guión. Por contra, tenemos una buena dirección de Lumet, un Pacino en su línea y sobre todo un gran ritmo narrativo que engancha.
Siete.