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El Arbol, el alcalde y la mediateca
El Arbol, el alcalde y la mediateca es una de las reflexiones mas lucidas acerca de la politica que existen, cosa que era de esperar viniendo de un maestro de las revelaciones como Rohmer. Si bien comparte la estructura de gran parte de su filmografia (pese a ser de las pocas pelis de la misma que no estan comprendidas en los ciclos de Cuentos Morales, Comedias y Proverbios o Cuentos de las 4 Estaciones) es una rara avis, pues el mismo Rohmer reconoce que fue escribiendo dialogos mientras filmaba (cuando generalmente tiene todo mas planificado que una visita guiada del Imserso), casi a salto de mata, y permitio a Clementine Amoroux que realizase entrevistas reales improvisadas (valga el pleonasmo) a los lugareños del pueblo. Entrevistas que forman parte importante del film e improvisacion que solo habia permitido a Marie Riviere en El rayo Verde.
Lo de la estructura, mas que por unas coordenadas comunes en el cine de este señor (que las hay, casi patrones incluso), es por la reaccion del espectador: desde esos 10 minutos iniciales de ¨!me aburro!¨ a ese final en el que frunces el ceño, te enciendes un cigar, asientes en plan ¨mmmm... que fino ha hilado el cabron¨ y caes en la cuenta que acabas de ver una maravilla donde este franchute se permite la ironia desde la distancia mas objetiva que pueda verse en el cine. Es dicho distanciamiento lo que confiere una validez extrema a practicamente todo lo filmado por Rohmer, aun quedando la duda en el espectador de si es un misantropo, un humanista, un cinico o que mierdas pasa con el. De lo que no cabe duda es de su valia como cineasta, pese a parecer a no afines un clasista hortera a la par que snob petulante.
Aqui, con una trama volatil y para nada esencial en la pelicula (queda todo sujeto al azar y a como condiciona el mismo los actos), nos desvela en que consiste el ¨noble arte de la politica¨ mientras de soslayo mete unas cuantas puyas muy buenas al mundo del periodismo (ese pesebre tan prescindible a dia de hoy), al ecologismo (cuando es enarbolado como ideologia de cara a pillar chupisubvenciones), a la identificacion inmemorial dualista de derecha e izquierda e incluso con un elemento tan horrible como puede ser el coche contemporaneo, en un alarde de genialidad humorisa propia del Bill Hicks mas rabiosos. Todo a escala, como la maqueta de la mediateca que forma parte de la (repito) presindible trama.
Y, para el recuerdo, cuando la hija del maestro del pueblo, Zooey, tras hacer ver al alcalde (principal impulsor de la mediateca) con un discurso inteligente pero creible en una niña de 10 años de lo bien escrito que esta que no vela por los intereses del pueblo sino por los suyos; la respuesta de este, ante la no existencia de algo distinto de una mentira que la satisfaga, es un festival de cucamonas acompañado de una triste verdad que se le escapa presa del nerviosismo: dentro de una decada, cuando Zooey pueda votar, ya podra hacer algo. Esa falsa sensacion de que podemos pintar algo en la toma de decisiones cuando ya han sido tomadas para disgusto nuestro una decada antes (en el caso de la pelicula, en nuestra triste realidad llevan bastante mas tiempo celebrando la constitucion, esa gran farsa) es algo que no habia visto jamas tan bien expuesto en un film, y que por desgracia seguira vigente de aqui al final de los tiempos. Rohmer, eres un genio, joder.
Si alguien me lo tilda lo podre subir a filmaffinity y le ahorro molestias a Psichocandy...

El Arbol, el alcalde y la mediateca es una de las reflexiones mas lucidas acerca de la politica que existen, cosa que era de esperar viniendo de un maestro de las revelaciones como Rohmer. Si bien comparte la estructura de gran parte de su filmografia (pese a ser de las pocas pelis de la misma que no estan comprendidas en los ciclos de Cuentos Morales, Comedias y Proverbios o Cuentos de las 4 Estaciones) es una rara avis, pues el mismo Rohmer reconoce que fue escribiendo dialogos mientras filmaba (cuando generalmente tiene todo mas planificado que una visita guiada del Imserso), casi a salto de mata, y permitio a Clementine Amoroux que realizase entrevistas reales improvisadas (valga el pleonasmo) a los lugareños del pueblo. Entrevistas que forman parte importante del film e improvisacion que solo habia permitido a Marie Riviere en El rayo Verde.
Lo de la estructura, mas que por unas coordenadas comunes en el cine de este señor (que las hay, casi patrones incluso), es por la reaccion del espectador: desde esos 10 minutos iniciales de ¨!me aburro!¨ a ese final en el que frunces el ceño, te enciendes un cigar, asientes en plan ¨mmmm... que fino ha hilado el cabron¨ y caes en la cuenta que acabas de ver una maravilla donde este franchute se permite la ironia desde la distancia mas objetiva que pueda verse en el cine. Es dicho distanciamiento lo que confiere una validez extrema a practicamente todo lo filmado por Rohmer, aun quedando la duda en el espectador de si es un misantropo, un humanista, un cinico o que mierdas pasa con el. De lo que no cabe duda es de su valia como cineasta, pese a parecer a no afines un clasista hortera a la par que snob petulante.
Aqui, con una trama volatil y para nada esencial en la pelicula (queda todo sujeto al azar y a como condiciona el mismo los actos), nos desvela en que consiste el ¨noble arte de la politica¨ mientras de soslayo mete unas cuantas puyas muy buenas al mundo del periodismo (ese pesebre tan prescindible a dia de hoy), al ecologismo (cuando es enarbolado como ideologia de cara a pillar chupisubvenciones), a la identificacion inmemorial dualista de derecha e izquierda e incluso con un elemento tan horrible como puede ser el coche contemporaneo, en un alarde de genialidad humorisa propia del Bill Hicks mas rabiosos. Todo a escala, como la maqueta de la mediateca que forma parte de la (repito) presindible trama.
Y, para el recuerdo, cuando la hija del maestro del pueblo, Zooey, tras hacer ver al alcalde (principal impulsor de la mediateca) con un discurso inteligente pero creible en una niña de 10 años de lo bien escrito que esta que no vela por los intereses del pueblo sino por los suyos; la respuesta de este, ante la no existencia de algo distinto de una mentira que la satisfaga, es un festival de cucamonas acompañado de una triste verdad que se le escapa presa del nerviosismo: dentro de una decada, cuando Zooey pueda votar, ya podra hacer algo. Esa falsa sensacion de que podemos pintar algo en la toma de decisiones cuando ya han sido tomadas para disgusto nuestro una decada antes (en el caso de la pelicula, en nuestra triste realidad llevan bastante mas tiempo celebrando la constitucion, esa gran farsa) es algo que no habia visto jamas tan bien expuesto en un film, y que por desgracia seguira vigente de aqui al final de los tiempos. Rohmer, eres un genio, joder.
Si alguien me lo tilda lo podre subir a filmaffinity y le ahorro molestias a Psichocandy...