Saturnino Torrijos
Novato de mierda
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- 7 Jun 2006
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Señores de la capital, ya está de nuevo aquí Saturnino Torrijos, para servir a Dios y a todos ustedes.
Hoy les quiero hablar del campo. Si, de eso que tan poco conocéis los urbanitas, de eso que está más allá del extrarradio de vuestras ciudades y de eso que la mayoría de la chavalería sólo conocéis por verlo en la Telefunken.
Aquí en el pueblu podemus disfrutarlo con solo salir de nuestro caserío y dar dos o tres zancadas. La verdad es que vivimos mejor que los curas, no nos ponemos quejar.
Y como es algo que los pueblerinos conocemos tan bien, os quiero invitar a que lo visitéis de vez en cuando. Así es zagales, existe un mundo fuera de vuestras casas de señoritos. Hacedme caso, o si no mirad que le pasó al tío Marcelino, que nunca quería salir de casa porque tenía miedo al lobo y un día se volvió tan loco que mató al sacristán del pueblu con un martillo pilón. Pero bueno, no nos desviemos del asunto que no tengo mucho tiempo, que he puesto un cordero a la lumbre y se me va a chamuscar.
Pasos y pautas para ir al campo.
1.La compañía
Esto es lo más importante. Hay mozos que gustan de llevar a alguna moza que esté de buen ver para dar rienda suelta a sus bajos instintos. Aunque si hacéis esto tened cuidado, y si no mirad lo que le pasó al primo Agripino, que dejó en cinta a la hermana de la Angustias y al final tuvo que haber casamiento.
Luego están los que gustan de llevar a toda su chavalería y a la parienta. Esto se hace algo pesado, pero buenu, son las responsabilidades que tiene ser el cabeza de familia.
Instantánea de una salida al campo de mi tío abuelo Herculano, su mujer, hermanos e hijos. De izquierda a derecha y empezando desde arriba son: El Heliodoro, el Ambrosio, el Hermenegildo, el Leoncio, el Jacinto, el Lázaro, la Liboria, el Herculano, la Benjamina, la Cándida, la Mauricia, la Nicéfora, la Crecenciana, el Macario, la Angustias, la Martirio, la Prudencia, la Vicenta y el Florentino. El perro se llamaba Rodolfo.
La fórmula que yo os recomiendo es que os juntéis todos los quintos y amigotes que podáis e ir a armar la marimorena. Estaréis más felices que el tío Anacleto el día de la paga del jornal.
Mira como se lo pasa la cuadrilla de mi primo Fidencio. Aquel día acabaron todos en el pilón del pueblu.
2.El comer
¿Qué sería de una salida al campo sin llevar buena comida para llenar el buche?. Es fundamental, y olvidarnos de este punto sería cargarnos por completo nuestra jornada campestre. Que hay que comer bien, hay que estar bien cebaos, una buena barriga hará que las mozas caigan a vuestros pies. No hagáis como el tío Venancio, que le dio por no comer porque estaba mustio, y al final acabo más chupao que el hueso de un perro.
Tenemos dos opciones. Primeramente podemos preparar la comida en nuestra casa o podemos hacerla en el mismo campo. Aquí nos vamos a centrar en la primera opción, ya hablaremos de hacer la comida en el campo cuando hablemos de la lumbre. Lo primero es escoger que queremos llevar para comer, yo he oido últimamente que los de ciudad os ha dado por los sándwich y no se que mariconadas más. Como os vea por el campo con un sándwich de esos, cojo la azada y os doy de hostias hasta que no os reconozca ni vuestra madre la ramera. ¿Me he explicado con claridad?. Aquí sólo se puede comer nuestra tortilla de patatas, algo de queso fuerte y una buena hogaza de pan, es decir, comida de hombre. El que traiga cualquier otra cosa es un maricón de esos y merece la muerte. Por supuesto esta comida será preparada por la parienta, como es su obligación, independientemente de que esta luego nos acompañe o no al campo.
3.El bebercio
Si es importante la comilona, no lo es menos el beber. ¿O es que vas a comértelo todo a palo seco?. Pues claro que no, que no tenéis conocimiento ninguno. Al campo siempre hay que ir con una buena bota de vino tinto, que por supuesto se tomará solo, nada de mezclarlo con gaseosas o cosas modernas de esas. Eso sí, bebed con conocimiento, no hagáis como el primo Fidencio, que se metió el solo toda una bota de un trago y al final acabo quemando el establo del Eustaquio.
¡Ole la tía Macaria!¡Mira con que arte le da a la bota!. Eso es beber y lo demás son tonterías.
También os recomiendo que llevéis un botijo de los de toda la vida y lo llenéis de agua con una pizca de azúcar. Si el día es caluroso me lo agradeceréis eternamente.
4.La lumbre
Fundamental para calentarnos si el día se pone tonto y además nos servirá para hacer la comida. Para hacer la lumbre no tenéis mas que coger cuatro palos que haya por ahí, juntarlos y con un mechero dar chispa a un papelico para que salga la lumbre. Fácil, sencillo y para toda la familia.
Aquí el Florentino haciendo una hoguera en mitad del pueblu. El señor alcalde le puso una multa por no respetar las ordenanzas municipales.
Para hacer la comida en la lumbre os recomiendo que llevéis una parrilla o rejilla que os facilite la labor. A parte, no está de más que os traigáis alguna cazuelica de barro o sartén, todo dependerá de lo que penséis preparar. Aquí os dejo algunas ideas:
-Conejo
-Chuletillas de cordero.
-Morcilla.
-Chorizos.
-Sopas de ajo.
Por supuesto, nos la zamparemos nada más esté hecha, que no hay que dejar enfriar la comida. Eso si, y tengo que insistir en este punto, justo antes de empezar a comer hay que bendecir la comida, que aunque estemos en el campo no hay que perder las buenas costumbres. Cuando comáis hacedlo con ganas, pero saboreando y masticando todos estos manjares; no os vaya a pasar como al tío Faustino, que le dio por tragarse toda la comida sin masticar, como si fuera una cigüeña, y al final el pobre hombre murió atrangantao por un trozo de morcilla.
Chuletada que hicieron el Fructuoso y el Jacinto el día de la fiesta del pueblu.
5.La hora de volver a la ciudad.
Después de haber disfrutado de una maravillosa jornada campestre llega la hora de marcharse a casa. Llegados a este punto os tengo que advertir de algo, seré muy claro, como dejéis vuestra puta basura en nuestros campos, os cojo y os estoy dando de hostias con el garrote hasta que llegue la misa del gallo. A ver si os habéis pensado que los campos del pueblu son vuestros vertederos.
Otro punto a destacar es que hay que apagar la lumbre. Podéis aprovechar el agua del botijo para hacerlo y si andáis escasa de esta, podéis tirar de la orina. No se os vaya a ocurrir dejarla encendida, como hizo el Feliciano una vez y le quemó todo el cereal al tío Casimiro.
Mira que bien ardían los terrenos de mi tío Casimiro.
Manual de las preguntas más frecuentes.
-Me ha mordido la culebra. ¿Es grave?.
Tonterías, las culebras no hacen nada. Si te ha mordido no te preocupes, tú sigue disfrutando del campo, ya luego si eso cuando vuelvas a casa vas a visitar el señor boticario que te lo mire por encima y punto. Si eres un hombre de verdad, cojeras a la culebra y la echarás a la parrilla junto al resto de la comida.
-Saturnino, me ha entrado el apretón. ¿Qué hago?.
Para estas situaciones es conveniente que traigáis algo de esparto para limpiaros, no me valen ni los cleenex ni el papel higiénico ni las modernidades de ese tipo de la ciudad, eso no es para hombres. En el caso que se os olvide el esparto, ante todo tranquilidad, levantaos y buscad un lugar apartado y protegido por algún árbol y/o arbustillo. Descargad ahí lo que tengáis dentro y limpiaros con alguna hoja de árbol, si no es suficiente, limpiaros con los gayumbos, no os quedará otra que sacrificarlos. Después continuad con la jornada como si nada hubiera pasado, nadie sospechará nada.
Tened cuidado y no os pase como al hijo de la Herminia:
-¿Se pueden producir relaciones interpersonales entre los asistentes a la comida campestre?.
Por supuesto, rapaz. Es lo más lógico que ante un encuentro de estos nuestras amistades se amplíen a nuevas personas o nos hagamos más amigos todavía de alguien. Es un momento fantástico para olvidar viejas rencillas o para saldarlas definitivamente tirándose piedros.
Aquí están el abulto y el tonto del pueblu. Antes no se podían ni ver, y desde que fueron juntos a una parrilllada al campo se hicieron inseparables.
-Tengo asma y alergia al polen. ¿Puedo ir al campo?.
Claro que si. Las alergias no existen, es un truco para vender más de los boticarios. Tu ni puto caso, ve al campo tranquilamente que no tienes nada.
Mira a la moza como disfruta sin preocupaciones por tontunas como las alergias esas.
-Se me ha olvidado el mechero. ¿Hay alguna otra forma de hacer lumbre?.
Hay muchas formas, pero para los zagales de la ciudad son muy complicadas. Si no tienes mechero o fósforos, estás más jodido que el tío Faustino cuando le dio el burro una coz en toda la cara. De todas formas, siempre puedes probar a frotar dos aplos o a golpear piedras a ver si sale alguna chispa.
-¿Me tengo que santiguar antes de ir al campo?.
Yo recomiendo que si, de todas formas es un asunto muy personal, que cada uno lo hable con su párraco y él os dira.
El clan de mi tío Canduterio siempre va con los curas a las comidas campestres, así si le surgen problemas de fe tiene la respuesta al lado.
-¿Se puede llevar una radio para oír música?
No, bajo ningún concepto podéis profanar la paz del campo con ese aparato del demonio. Esas cosas modernas de la capital os las podéis dejar en vuestras casas. Si queréis música, llevad una botella de anís del mono y una cucharilla y la hacéis vosotros mismos. Como mucho podéis llevar un gramófono y escuchar un buen chotis o una buena jota.
-Saturnino, tenemos un problema, está empezando a llover. ¿Qué hacemos?.
Que no cunda el pánico. En primer lugar olvídate del fuego, ponte tú a resguardo. Te recomiendo que lo hagas debajo de un árbol, no sólo te resguardarás de la lluvia, sino que también, según mi primo Lucrecio, te protegerás de los rayos.
Así quedaron las tomateras del tio Gervasio después de que estuviera lloviendo y granizando durante dos días enteros.
-¿Hay alguna actividad más que podamos hacer aparte de comer y beber?.
Por supuesto. Las opciones son prácticamente infinitas. Podéis jugar un mus, un partidillo de fútbol, daros una vuelta por los alrededores, echaros una siestecilla...Si hacéis esto último, tened cuidado de no quedaros dormidos muy profundamente; o si no mirad al tío Eleuterio, que se quedó tan ronco que unos forasteros le robaron hasta los gayumbos.
Mirad al Herculano y cia como se lo pasan jugándose los cuartos.
Bueno, pues esto es todo. Se despide de todos ustedes, siempre suyo, Saturnino Torrijos.
Hoy les quiero hablar del campo. Si, de eso que tan poco conocéis los urbanitas, de eso que está más allá del extrarradio de vuestras ciudades y de eso que la mayoría de la chavalería sólo conocéis por verlo en la Telefunken.
Aquí en el pueblu podemus disfrutarlo con solo salir de nuestro caserío y dar dos o tres zancadas. La verdad es que vivimos mejor que los curas, no nos ponemos quejar.
Y como es algo que los pueblerinos conocemos tan bien, os quiero invitar a que lo visitéis de vez en cuando. Así es zagales, existe un mundo fuera de vuestras casas de señoritos. Hacedme caso, o si no mirad que le pasó al tío Marcelino, que nunca quería salir de casa porque tenía miedo al lobo y un día se volvió tan loco que mató al sacristán del pueblu con un martillo pilón. Pero bueno, no nos desviemos del asunto que no tengo mucho tiempo, que he puesto un cordero a la lumbre y se me va a chamuscar.
Pasos y pautas para ir al campo.
1.La compañía
Esto es lo más importante. Hay mozos que gustan de llevar a alguna moza que esté de buen ver para dar rienda suelta a sus bajos instintos. Aunque si hacéis esto tened cuidado, y si no mirad lo que le pasó al primo Agripino, que dejó en cinta a la hermana de la Angustias y al final tuvo que haber casamiento.
Luego están los que gustan de llevar a toda su chavalería y a la parienta. Esto se hace algo pesado, pero buenu, son las responsabilidades que tiene ser el cabeza de familia.
Instantánea de una salida al campo de mi tío abuelo Herculano, su mujer, hermanos e hijos. De izquierda a derecha y empezando desde arriba son: El Heliodoro, el Ambrosio, el Hermenegildo, el Leoncio, el Jacinto, el Lázaro, la Liboria, el Herculano, la Benjamina, la Cándida, la Mauricia, la Nicéfora, la Crecenciana, el Macario, la Angustias, la Martirio, la Prudencia, la Vicenta y el Florentino. El perro se llamaba Rodolfo.
La fórmula que yo os recomiendo es que os juntéis todos los quintos y amigotes que podáis e ir a armar la marimorena. Estaréis más felices que el tío Anacleto el día de la paga del jornal.
Mira como se lo pasa la cuadrilla de mi primo Fidencio. Aquel día acabaron todos en el pilón del pueblu.
2.El comer
¿Qué sería de una salida al campo sin llevar buena comida para llenar el buche?. Es fundamental, y olvidarnos de este punto sería cargarnos por completo nuestra jornada campestre. Que hay que comer bien, hay que estar bien cebaos, una buena barriga hará que las mozas caigan a vuestros pies. No hagáis como el tío Venancio, que le dio por no comer porque estaba mustio, y al final acabo más chupao que el hueso de un perro.
Tenemos dos opciones. Primeramente podemos preparar la comida en nuestra casa o podemos hacerla en el mismo campo. Aquí nos vamos a centrar en la primera opción, ya hablaremos de hacer la comida en el campo cuando hablemos de la lumbre. Lo primero es escoger que queremos llevar para comer, yo he oido últimamente que los de ciudad os ha dado por los sándwich y no se que mariconadas más. Como os vea por el campo con un sándwich de esos, cojo la azada y os doy de hostias hasta que no os reconozca ni vuestra madre la ramera. ¿Me he explicado con claridad?. Aquí sólo se puede comer nuestra tortilla de patatas, algo de queso fuerte y una buena hogaza de pan, es decir, comida de hombre. El que traiga cualquier otra cosa es un maricón de esos y merece la muerte. Por supuesto esta comida será preparada por la parienta, como es su obligación, independientemente de que esta luego nos acompañe o no al campo.
3.El bebercio
Si es importante la comilona, no lo es menos el beber. ¿O es que vas a comértelo todo a palo seco?. Pues claro que no, que no tenéis conocimiento ninguno. Al campo siempre hay que ir con una buena bota de vino tinto, que por supuesto se tomará solo, nada de mezclarlo con gaseosas o cosas modernas de esas. Eso sí, bebed con conocimiento, no hagáis como el primo Fidencio, que se metió el solo toda una bota de un trago y al final acabo quemando el establo del Eustaquio.
¡Ole la tía Macaria!¡Mira con que arte le da a la bota!. Eso es beber y lo demás son tonterías.
También os recomiendo que llevéis un botijo de los de toda la vida y lo llenéis de agua con una pizca de azúcar. Si el día es caluroso me lo agradeceréis eternamente.
4.La lumbre
Fundamental para calentarnos si el día se pone tonto y además nos servirá para hacer la comida. Para hacer la lumbre no tenéis mas que coger cuatro palos que haya por ahí, juntarlos y con un mechero dar chispa a un papelico para que salga la lumbre. Fácil, sencillo y para toda la familia.
Aquí el Florentino haciendo una hoguera en mitad del pueblu. El señor alcalde le puso una multa por no respetar las ordenanzas municipales.
Para hacer la comida en la lumbre os recomiendo que llevéis una parrilla o rejilla que os facilite la labor. A parte, no está de más que os traigáis alguna cazuelica de barro o sartén, todo dependerá de lo que penséis preparar. Aquí os dejo algunas ideas:
-Conejo
-Chuletillas de cordero.
-Morcilla.
-Chorizos.
-Sopas de ajo.
Por supuesto, nos la zamparemos nada más esté hecha, que no hay que dejar enfriar la comida. Eso si, y tengo que insistir en este punto, justo antes de empezar a comer hay que bendecir la comida, que aunque estemos en el campo no hay que perder las buenas costumbres. Cuando comáis hacedlo con ganas, pero saboreando y masticando todos estos manjares; no os vaya a pasar como al tío Faustino, que le dio por tragarse toda la comida sin masticar, como si fuera una cigüeña, y al final el pobre hombre murió atrangantao por un trozo de morcilla.
Chuletada que hicieron el Fructuoso y el Jacinto el día de la fiesta del pueblu.
5.La hora de volver a la ciudad.
Después de haber disfrutado de una maravillosa jornada campestre llega la hora de marcharse a casa. Llegados a este punto os tengo que advertir de algo, seré muy claro, como dejéis vuestra puta basura en nuestros campos, os cojo y os estoy dando de hostias con el garrote hasta que llegue la misa del gallo. A ver si os habéis pensado que los campos del pueblu son vuestros vertederos.
Otro punto a destacar es que hay que apagar la lumbre. Podéis aprovechar el agua del botijo para hacerlo y si andáis escasa de esta, podéis tirar de la orina. No se os vaya a ocurrir dejarla encendida, como hizo el Feliciano una vez y le quemó todo el cereal al tío Casimiro.
Mira que bien ardían los terrenos de mi tío Casimiro.
Manual de las preguntas más frecuentes.
-Me ha mordido la culebra. ¿Es grave?.
Tonterías, las culebras no hacen nada. Si te ha mordido no te preocupes, tú sigue disfrutando del campo, ya luego si eso cuando vuelvas a casa vas a visitar el señor boticario que te lo mire por encima y punto. Si eres un hombre de verdad, cojeras a la culebra y la echarás a la parrilla junto al resto de la comida.
-Saturnino, me ha entrado el apretón. ¿Qué hago?.
Para estas situaciones es conveniente que traigáis algo de esparto para limpiaros, no me valen ni los cleenex ni el papel higiénico ni las modernidades de ese tipo de la ciudad, eso no es para hombres. En el caso que se os olvide el esparto, ante todo tranquilidad, levantaos y buscad un lugar apartado y protegido por algún árbol y/o arbustillo. Descargad ahí lo que tengáis dentro y limpiaros con alguna hoja de árbol, si no es suficiente, limpiaros con los gayumbos, no os quedará otra que sacrificarlos. Después continuad con la jornada como si nada hubiera pasado, nadie sospechará nada.
Tened cuidado y no os pase como al hijo de la Herminia:
-¿Se pueden producir relaciones interpersonales entre los asistentes a la comida campestre?.
Por supuesto, rapaz. Es lo más lógico que ante un encuentro de estos nuestras amistades se amplíen a nuevas personas o nos hagamos más amigos todavía de alguien. Es un momento fantástico para olvidar viejas rencillas o para saldarlas definitivamente tirándose piedros.
Aquí están el abulto y el tonto del pueblu. Antes no se podían ni ver, y desde que fueron juntos a una parrilllada al campo se hicieron inseparables.
-Tengo asma y alergia al polen. ¿Puedo ir al campo?.
Claro que si. Las alergias no existen, es un truco para vender más de los boticarios. Tu ni puto caso, ve al campo tranquilamente que no tienes nada.
Mira a la moza como disfruta sin preocupaciones por tontunas como las alergias esas.
-Se me ha olvidado el mechero. ¿Hay alguna otra forma de hacer lumbre?.
Hay muchas formas, pero para los zagales de la ciudad son muy complicadas. Si no tienes mechero o fósforos, estás más jodido que el tío Faustino cuando le dio el burro una coz en toda la cara. De todas formas, siempre puedes probar a frotar dos aplos o a golpear piedras a ver si sale alguna chispa.
-¿Me tengo que santiguar antes de ir al campo?.
Yo recomiendo que si, de todas formas es un asunto muy personal, que cada uno lo hable con su párraco y él os dira.
El clan de mi tío Canduterio siempre va con los curas a las comidas campestres, así si le surgen problemas de fe tiene la respuesta al lado.
-¿Se puede llevar una radio para oír música?
No, bajo ningún concepto podéis profanar la paz del campo con ese aparato del demonio. Esas cosas modernas de la capital os las podéis dejar en vuestras casas. Si queréis música, llevad una botella de anís del mono y una cucharilla y la hacéis vosotros mismos. Como mucho podéis llevar un gramófono y escuchar un buen chotis o una buena jota.
-Saturnino, tenemos un problema, está empezando a llover. ¿Qué hacemos?.
Que no cunda el pánico. En primer lugar olvídate del fuego, ponte tú a resguardo. Te recomiendo que lo hagas debajo de un árbol, no sólo te resguardarás de la lluvia, sino que también, según mi primo Lucrecio, te protegerás de los rayos.
Así quedaron las tomateras del tio Gervasio después de que estuviera lloviendo y granizando durante dos días enteros.
-¿Hay alguna actividad más que podamos hacer aparte de comer y beber?.
Por supuesto. Las opciones son prácticamente infinitas. Podéis jugar un mus, un partidillo de fútbol, daros una vuelta por los alrededores, echaros una siestecilla...Si hacéis esto último, tened cuidado de no quedaros dormidos muy profundamente; o si no mirad al tío Eleuterio, que se quedó tan ronco que unos forasteros le robaron hasta los gayumbos.
Mirad al Herculano y cia como se lo pasan jugándose los cuartos.
Bueno, pues esto es todo. Se despide de todos ustedes, siempre suyo, Saturnino Torrijos.