Pues ahora viene la segunda parte del ladrillo:
La cosa no era tan simple, porque además, TODOS LOS TIOS ME MIRABAN CON MALA CARA. En el autobús porque la tia que se me sentó al lado no se sentó con el otro tio que también tenía el asiento vacío, con lo cual tuve que soportar la consiguiente mirada de mala leche del tio. En la cafetería porque había algunos tios solos en la barra y me ponían bastante mala cara cuando las tias me hablaban (la que me preguntó la hora tenía novio, así que figuraos...).
Y yo pensando: “Joder, tios, PERO SI YO ESTOY CON VOSOTROS, si a mi las tias solo me sirven para... bueno, para eso. Si estas tías supieran lo que pienso de las mujeres ni me mirían... en fin que era todo muy surrealista”.
Para postre mi amigo se despidió de mi bastante mosqueado, porque evidentemente esperaba endosarme a mi a su hermana y el quedarse con la primita, pero la cosa no salió como el esperaba.
En fin, que ver para creer.