Tengo la suerte de lucir pelazo desde siempre, y eso que siempre he tenido las típicas entradas de todo hijo de vecino, sin llegar a partir en la línea de crecimiento de mi hermosa melena de las mismas cejas, como ocurre con algunos émulos de homínidos disgénicos, o directamente mezclados con razas "extrañas" y oriundas de algún lodazal lejano.
La calvicie es una desgracia, en efecto, y encuentro lógico que haya foreros tratando de invertir el proceso para evitar, más allá de las consecuencias estéticas de tal desgracia, una auténtica muerte en vida. Porque pensad, especialmente aquellos que sois feos, de carácter introvertido y que no resultáis ni mínimamente atractivos a cualquier hembra estándar, que ya sois unos desgraciados por esas terribles circunstancias. Y a partir de un determinado momento, también calvos, lo que equivale a recibir un certificado de defunción en vida, a la muerte erótico-festiva más allá de las fulanas de los lupanares, que esas se venden por un puñado de shekels, y pese a todo, si les hincas el nabo, tú, forero cartoniano, van a dejarse hacer por el vil metal, sí, pero no sin sentir repugnancia por el acto y por ellas mismas, degradándose a tan bajo nivel.
Entiendo, de todos modos, que la calvicie, cuando es androgenética, no es culpa, directamente, del afectado, aunque tampoco sabemos, si aplicamos la teoría del pecado de Joseph de Maistre, si su calvicie es atribuible a los pecados cometidos por generaciones anteriores, a conductas reprobables que condenaron a los descendientes a un ridículo cartón o a cuatro pelos mal puestos, a lo Anasagasti. Son misterios que se pierden en la noche de los tiempos, y que como tales, tampoco podemos desentrañar sin correr el riesgo de terminar nosotros mismos calvos, o condenar a los hijos que nunca tendremos a otro tipo de lastres físicos e intelectuales, como si fueran pocos los que ya tenemos la desgracia de soportar.