"Quemad viejos leños, leed viejos libros, bebed viejos vinos, tened viejos amigos"
Alfonso X "El Sabio".
Mantén viejas costumbres. Hazte presente y da testimonio, que después del olvido, los años pasados, las infinitas derrotas, la erosión ácida contra la memoria y la verdad, tu puedas decir "yo estuve, yo lo vi, yo fui". Que nadie entienda las letanías que farfullas entre dientes, que nadie conozca los héroes que nombras y veneras, que al mirarte no comprendan ni tu lengua ni tus dioses.
Conocisteis una edad mejor y debéis contarlo, la aurea utopía de los pueblos antiguos. No existe ya el mundo en el que nacisteis. Algún día, lo que fue historia y visteis con vuestros ojos y elevó vuestras almas y vuestros pechos inflamados, serán tan sólo leyendas alucinadas, relatos que dementes declaman entre aullidos como "heraldos negros" del infortunio. ¿Existió alguna vez Don Juan Tenorio? ¿Hemos soñado con un caballero adulador, procaz, lisonjero, enamorado y redimido? No tiene sentido semejante aberración de gallardía, de virilidad despreocupada, de verso tras verso hilvanando requiebros, desafíos y arrepentimiento en estos tristes, duros, higiénicos años de pechos fríos y teclas calientes.
Damnatio memoriae...la condena de la memoria. Así castigaban los antiguos a sus enemigos muertos, a desaparecer, a no ser ni recuerdo, ni pérdida ni perdedor. A no haber existido ni siquiera como mal ejemplo, como burla o como escarnio. Así vivimos los prosélitos de Don Juan la evaporación de nuestro héroe. Ni la picota se merece, ni una hoguera, ni un cadalso, ni un verdugo de lo políticamente correcto que ejecute la sentencia. Don Juan no se lapida públicamente por machista, por burlador sin culpa de virtudes, por cristiano que suplica y obtiene la gracia de Dios. No, Don Juan simplemente no existe, no ha existido y jamás existirá. Es hoy, esta noche desde hace noches, demasiado inofensivo para nombrarle, para darle cuerpo a lo desvanecido.
El 31 de octubre a la cita, sin embargo, en estado de éxtasis y reivindicación, acude puntual esta entrañable hermandad de obstinados idólatras. Nos guía esa brújula sentimental y desnortada, ese orgullo inexplicable, irreductible, ese seguir creyendo con más rabia que fe, esas ganas de resurrección fanatizadas. Porque puedo renunciar a todo lo que quise ser ( premio Nobel, delantero centro del Madrid, estrella mundial del porno...), pero la última frontera que no me permito cruzar es renunciar a todo lo que tuve, a mis identidades, a todos mis afectos y adhesiones más incompresibles y suicidas. No me permito escoger el camino fácil y flácido de resignación, adaptarme dócil y evolutivo a los nuevos tiempos. Pastorearé, si es necesario, rebaños de mamuts y mastodontes hacia la extinción. Mejor excéntrico, ridículo, lamentable en mis querencias de anticuario, que ser un hombre de hoy en día con la entrepierna y el pecho fuera de servicio.
Nos vemos en un año. Amor, Patria, Obstinación. Viva España. Viva Don Juan Tenorio.
p.d. Antes de dormir, una de buena ración de Don Gustavo Adolfo Bécquer, y a tirar palante...