P-La gran mayoría de los camaradas insisten en tu inocencia y que has sido un
chivo expiatorio del sistema que te temía ¿qué tienes que decir a esto?
R-Me alegro de que hagas esta pregunta porque, quienes no me conocen han llegado
a especular mucho con este asunto. Seré lo más conciso posible. A nadie con don
dedos de frente le parecería creíble que alguien pida fiado algo a otro si
previamente no le conoce; menos aún si se trata de droga; menos aún si no se
consume; y menos aún si su precio es el de 30 euros. A menos personas les
parecería verosímil que, caso de darse cualquiera de las anteriores absurdas
condiciones uno desenfundara su pistola y descerrajara a bocajarro seis
disparos contra el desconocido que- como es natural- no le “fiaba”; y a menos
todavía que si un tirador dispara a menos de medio metro de su víctima, no le
alcance salvo con un impacto en el antebrazo izquierdo. Todo esto tiene una
explicación: La persona que me inculpa y hace como que me reconoce en una rueda
–para cuya validez es imprescindible no conocer al inculpado- es exclusivamente
quien yo consideraba como mi camarada y amigo “Mázinguer”, Miguel Masía Lizana,
un conocido matón de la noche, gemelo de otro al que llaman “Búfalo” y que lleva
toda su vida dedicándose a la extorsión, al tráfico de drogas, a los cobros
mediante la fuerza, y a los negocios de la “seguridad” de los locales de copas
de Madrid. Han sido detenidos en numerosas ocasiones por todo tipo de estos
delitos pero como también son expertos en el chivateo y la confidencia
policial-no en vano son sobrinos de un antiguo subdirector general de la Guardia
Civil- sus sumarios les son paralizados, ¿a cambio de qué?, pues de más
colaboración. En esta ocasión se trataba de retirarme de la circulación como
fuera, pues las campañas que mi partido venía desarrollando en toda Vascongadas
y Cataluña, así como Gibraltar y otros lugares, amén de nuestras serias acciones
de respuesta en el transcurso de los juicios de la Mesa Nacional de HB, estaban
alcanzando una enorme repercusión mediática, y había que terminar con esto. Para
ello, no se exprimieron mucho los sesos pues, además de utilizar a viejos
“amigos” utilizaron como supuesta víctima a un primo hermano del antiguo
vicepresidente del gobierno de Aznar, de Rodrigo Rato Figaredo, esto es, Vicente
Figaredo. Este se debió asustar en el transcurso del montaje y recogió con su
antebrazo uno de los impactos destinados, como todos los otros, a pasar por el
medio de su vehículo, sin riesgo alguno para él. En resumen, que sin sumario
alguno-que desapareció en un incendio-, sin ningún testigo en contra, ni
siquiera los que se encontraban en el lugar de los hechos; con más de quince
testigos a favor y con la sola inculpación del chivato Mázinguer-que rectificó
en Sala reconociendo las presiones de la Guardia Civil, así como su amante y un
amigo de fechorías-; sin siquiera la inculpación de la propia víctima –que
realizó por primera vez el día del juicio, ajustando su desajustada descripción
física a medida que mi abogado le iba dejando en evidencia- fui condenado a
siete años de cárcel, a pesar de que el fiscal pedía cinco. Esto, en resumen es
la verdad. Porque sabían que al encarcelarme, injuriarme, difamarme y
calumniarme, estarían desarticulando y minando la reputación de quien dirigía a
un amplio sector del movimiento patriótico español, en general