Bueno, vayamos por partes. Por lo que veo en el hilo la mayoría de vosotros preferís los restaurantes libres de críos y daríais preferencia a estos por delante de los demás. La mayoría lo preferimos, ya sea como clientes o trabajadores, pero es algo que no se va a dar. Los restaurantes que prohiban la entrada a críos se cuentan y contarán con los dedos de una mano, porque no interesa que sea así.
Exceptuando las ciudades grandes, que suelen trabajar también entre semana, en cualquier restaurante de España cuando más clientela y más beneficio hay es el fin de semana, por motivos obvios. Y ,en la mayoría de casos, suelen ser padres con hijos o familias enteras. Puede que ocasionalmente los padres busquen una ''escapadita'' para estar tranquilos sin los hijos, pero la mayoría de las veces en su tiempo libre irán a cualquier lado con las desechos genéticos a cuestas. Y eso cualquiera que regente un negocio de hostelería lo sabe perfectamente y no va a pillarse los dedos quitándose a muchos potenciales clientes. En general si un restaurante tiene una cierta clientela, sabe que todos ellos seguirán yendo independientemente de que haya críos o no.
Sí me ha pasado que algún cliente me ha pedido cambiarse del comedor a la terraza o viceversa, con tal de no aguantar más a algunos putos críos que no dejaban de dar por culo. Los camareros también acabamos hasta los cojones de niños que no paran de gritar y llorar, o se te cruzan corriendo cuando vas cargado con platos o comida HIRVIENDO, como gambas al ajillo. Que luego encima si el crío se te cruza y le quemas la cara entera la culpa sería para ti. Pero bueno, como digo no puedes hacer nada si simplemente están formando escándalo. Lo que se suele hacer es mirar a la madre de la criatura en cuestión con cara lastimera o de reproche. Normalmente le dirá al crío que se esté quieto un momento o que se siente. Pero en dos minutos volverá a estar dando por culo.
Otra cosa muy diferente es cuando ya no sólo está causando escándalo, si no que está destrozando el local o comportándose de forma absolutamente inadmisible. En el hilo de las confesiones comenté el caso de una mujer a la que le había escupido repetidamente en la paella. Bien, el asunto es que la cosa venía de largo, me explico:
Eran una mujer, su marido, la hija adolescente y un crío de unos 4-5 años. Los siento a las putas cuatro de la tarde, les doy la carta y cuando vuelvo para tomar nota me encuentro al puto crío de pie encima de la mesa, saltando y gritando. Dejando por supuesto el mantel lleno de mierda y descolocado, pudiendo haber roto hasta los platos. Y la madre, por supuesto, sin hacer absolutamente nada al respecto, mirando la carta con total tranquilidad. Obviamente lo primero que le dije nada más llegar a la mesa fue un ''señora, bájeme al crío de la mesa por favor''. Y lo bajó a malas, mirándome como si le hubiera hablado borde, aunque desde luego no era para menos. El asunto es que a partir de ahí fue cuando ya pasó lo que mencioné en el otro hilo, que quería una paella para uno, le dije que no muy amablemente y se puso chula y empezó a decir que es que yo le había hablado de muy malas maneras todo el tiempo y que era un impresentable. El marido, a todo esto, se pasó desde que le dije a la mujer que bajara al crío de la mesa hasta que terminó la discusión por la paella sin levantar la vista del suelo y sin abrir la boca, siendo bastante consciente del ridículo que su señora estaba montando. A pesar de ello no tuvo cojones de poner orden en ningún momento. Al final, tuvo que ir otro camarero a la mesa y, en contra de mi voluntad, se decidió ceder y hacerle la paella de los cojones. Y, por supuesto, me jarté de escupirle.
También los hay que han arrancado el trenzado del respaldo y el asiento de las sillas, y lo han dejado tirado en el suelo. Todo esto lo han hecho con sus padres al lado sin inmutarse al respecto. Después cuando les dices lo que ha hecho su hijo te dicen que lo sienten mucho y tal (de manera nada convincente) pero en ningún momento ves que le echen la bronca al crío o que se ofrezcan a pagarte la silla (que ha quedado destrozada). Lo normal en muchos sitios es que te incluyan la silla en la cuenta, aunque la mayoría de sitios prefieren evitar el escándalo y los gritos delante del resto de clientes y lo dejan estar.
y muchas otras cosas como romper los manteles, restregar las manos por los ventanales o ir andando por debajo de mesas ajenas. Es absolutamente indignante que unos padres puedan permitir semejante comportamiento sin ni un triste reproche. Luego los hijos salen como salen.
También hay que decir que muchas veces aparecen familias que tienen a los hijos absolutamente controlados, ya sea por que están muy bien educados (esto suele verse más con los ''pijitos'') o porque en cuanto el crío se pasa el padre le pone las cosas claras y el pequeño súcubo ya no tiene cojones a moverse en toda la comida/cena. Como debe ser, vaya.
Personalmente, yo al igual que
@MarcoKra me he criado en un entorno de hostelería y he comido y cenado siempre allí, porque en casa directamente es que ni teníamos comida más allá de yogures, embutidos o frutas y dulces. A nosotros no llegaban a separarnos por un biombo, pero sí teníamos siempre ''asignada'' una mesa relativamente apartado en la que comíamos para no ''molestar'' a los clientes. Y pongo molestar entre comillas porque a ninguno se nos ocurría ponernos a dar por culo por el comedor bajo ninguna circunstancia. Alguna vez sí ha habido un grito, ya más mayores, en alguna discusión por algún asunto de familia, pero poco más. Cuando era más pequeño y viví un tiempo en Cantabria antes de que se divorciaran mis padres, sí recuerdo que mi padre nos tenía absolutamente a rajatabla tanto en casa como fuera. No es sólo que no nos permitiera armar jaleo bajo la amenaza de una hostia inesperada, es que directamente no nos dejaba sacarnos nada de la boca, cochinear o jugar con la comida, o bebernos la Cocacola/Fanta sin comer. Y si se nos ocurría hacer algo de eso ni siquiera había aviso, se venía el calvotazo de golpe y después el reproche. Y vaya si aprendimos.
Así que lamentablemente cada vez hay y habrá más críos insoportables porque los padres son cada vez más egoístas y abstraídos, sobre todo por lo que mencionáis de los teléfonos. Los que lo pagan, por supuesto, son los clientes que no quieren ni oir hablar de niños, los camareros a los que molestan y los propietarios a los que les destrozan el local. Sería cojonudo que hubiera más restaurantes que les vetaran el acceso, pero como he dicho siempre van a haber muy pocos porque al final a ningún propietario le interesa el asunto.