Los estados-nación están amortizados e hiper-endeudados, listos para que se apriete un botón y desaparezcan. Ser español, francés, inglés o incluso USAno ya no significa nada. ¿Es español un marroquí nacionalizado? ¿Un pakistaní nacido en England de segunda generación? ¿Un turco alemán? ¿Un argelino francés? ¿Un mejicano con la Green Card?
Con la mezcla se ha perdido la esencia, el carácter y la cultura, que es lo que se pretendía por las élites globalistas: una masa amorfa de consumidores gilipollas lista para ser explotada, y quizá eugenizada en algún momento, en todos los rincones del mundo.
Si miramos hacia atrás, entonces España ha sido una de las naciones más importantes de la historia, a la que sus rivales convirtieron en mierda usando la propaganda y aprovechando su decadencia.
Quien, libre de la Leyenda Negra, quiera sentirse orgulloso con toda esa historia de gloria y cojones, que lo haga. Pero los españoles de hoy tienen tanto que ver con sus antepasados, como la escoria macarruza italiana con la Roma Imperial, o los griegos rescatados, corruptos y follados por los otomanos durante siglos, con los de la época clásica.