wetamir
Falócrata del retulador
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- 26 Mar 2007
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Os voy a contar una historia de mi entorno reciente. No creo que sea una historia ejemplar, no os la tomeis como un fábula, es simple y pura realidad.
Una pareja llevaba 8 años de relación. Un buen dia ella, llamémosla Anita, dijo que quería casarse y planteó el escenario de sus intenciones a lo largo de una larga conversación a su pareja, llamémosle Santiaguito, toda la conversación trataba de una hipotética boda.
El tal Santiaguito apenas había llegado a pensárselo cuando la noticia de la posible boda se difundió por los canales familiares femeninos hasta que en menos de 48 horas todas las mujeres de ambas ramas de parientes ya estaban enteradas de que había boda.
En la siguiente semana Santiaguito contempló con asombro como el matriarcado decidía lugar, fecha, hora y menú del casamiento que él ni siquiera había confirmado.
Los padres del asombrado varón presionaban a Santiaguito para que dejase de mirar extrañado todo aquel circo y empezase a gastar su dinero en simbólicos anillos y tranquilizadoras muestras de aprobación.
Su novia le presionaba, su entorno le presionaba, su familia le presionaba y a Santiaguito el negocio no acababa de convencerle. ¿Por qué se había puesto en marcha toda aquella maquinaria? ¿acaso no eran felices viviendo juntos él y su novia? ¿por qué todo aquel afán en una celebración de un vínculo que les llevaría a la misma vida que estaban llevando? ¿confiaba él tanto en aquella mujer como para prestarse a toda aquella ostentosa ceremonia?
Sin Palabras.
En una de las reuniones habituales para comerle la cabeza, Santiaguito levantó y la vista y expresó su deseo de querer pensárselo, de que aquello iba demasiado deprisa y nadie le había consultado, que ya se estaba hablando del menú y él de boda aún no había dicho nada.
Su novia, ofendidísima ante las dudas de su pareja le dió un ultimatum: -"O Boda ahora que yo lo digo o nada."
En menos de 48 horas, una pareja que llevaba 8 años, una pareja que se planteaba bodorrio, se rompió. Ella hizo las maletas y se volvió a casa de sus padres sin dar la mas mínima explicación y Santiaguito aún se está preguntando con quien cojones vivía.
En cuestión de horas los teléfonos empezaron a sonar, la red femenina de comunicaciones e influencia comenzó a funcionar. Las madres políticas de hace horas se vuelven venenosas arpías. Los amigos comunes deben posicionarse, las familias cortan lazos y los retratos de ganador y perdedor comienzan a gestarse.
A la princesita se le negó al fiesta y ahora el que le ha dedicado ocho años de su vida debe pagar por ello.
Una pareja llevaba 8 años de relación. Un buen dia ella, llamémosla Anita, dijo que quería casarse y planteó el escenario de sus intenciones a lo largo de una larga conversación a su pareja, llamémosle Santiaguito, toda la conversación trataba de una hipotética boda.
El tal Santiaguito apenas había llegado a pensárselo cuando la noticia de la posible boda se difundió por los canales familiares femeninos hasta que en menos de 48 horas todas las mujeres de ambas ramas de parientes ya estaban enteradas de que había boda.
En la siguiente semana Santiaguito contempló con asombro como el matriarcado decidía lugar, fecha, hora y menú del casamiento que él ni siquiera había confirmado.
Los padres del asombrado varón presionaban a Santiaguito para que dejase de mirar extrañado todo aquel circo y empezase a gastar su dinero en simbólicos anillos y tranquilizadoras muestras de aprobación.
Su novia le presionaba, su entorno le presionaba, su familia le presionaba y a Santiaguito el negocio no acababa de convencerle. ¿Por qué se había puesto en marcha toda aquella maquinaria? ¿acaso no eran felices viviendo juntos él y su novia? ¿por qué todo aquel afán en una celebración de un vínculo que les llevaría a la misma vida que estaban llevando? ¿confiaba él tanto en aquella mujer como para prestarse a toda aquella ostentosa ceremonia?
Sin Palabras.
En una de las reuniones habituales para comerle la cabeza, Santiaguito levantó y la vista y expresó su deseo de querer pensárselo, de que aquello iba demasiado deprisa y nadie le había consultado, que ya se estaba hablando del menú y él de boda aún no había dicho nada.
Su novia, ofendidísima ante las dudas de su pareja le dió un ultimatum: -"O Boda ahora que yo lo digo o nada."
En menos de 48 horas, una pareja que llevaba 8 años, una pareja que se planteaba bodorrio, se rompió. Ella hizo las maletas y se volvió a casa de sus padres sin dar la mas mínima explicación y Santiaguito aún se está preguntando con quien cojones vivía.
En cuestión de horas los teléfonos empezaron a sonar, la red femenina de comunicaciones e influencia comenzó a funcionar. Las madres políticas de hace horas se vuelven venenosas arpías. Los amigos comunes deben posicionarse, las familias cortan lazos y los retratos de ganador y perdedor comienzan a gestarse.
A la princesita se le negó al fiesta y ahora el que le ha dedicado ocho años de su vida debe pagar por ello.