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No me dejas más salida que llamarte subnormal. No tienes ni puta idea, se nota que lo que intentabas era colarnos ese estudio cansino por la cara como en los otros subforos.pitercitonorth rebuznó:En entrevistas de trabajo los calvos son rechazados, en el cine ridiculizados y en la sociedad ocupan los cargos más bajos de media.
En la mili el pelo se rapa al cero por motivos de higiene, dos centenares de tíos conviviendo en un barracón de mierda son campo abonado para los piojos y demás parásitos. Pero quitando esa inexactitud de concepto, la verdad es que la contundencia de un cráneo rasurado amplificada por una proyección en pantalla grande puede con todo. Una calvorota de buen cabezón ejerce tal poder hipnótico sobre la masa espectadora que se revela capaz de hacer digerible y hasta grato lo intragable, lo más duro de roer, como por ejemplo un monólogo.

Aquí tenemos para demostrarlo la cabeza Actor's Studio King Size de Marlon Brando en su encarnación de Coronel Kurtz dentro de Apocalypse Now

O sin ir tan lejos, el bombillo de John Locke que es prácticamente lo único salvable de esta serie tan sobrevalorada que iba sobre personajes.
Un calvo también resiste un plano fijo alargado hasta más allá de lo que resistiría la paciencia del espectador más laxo del mundo. La calva de Bruce Willis durante su primera aparición en Pulp Fiction se convierte en ese tótem que cualquiera podría estar contemplando extasiado durante lustros, durante décadas o siglos enteros.

Igual que en la escena de la detención de Edward Norton en su papel de Derek Vinyard en American History X, durante la cual es completamente imposible apartar la mirada de ese cráneo afeitado, ajenos a la lentitud del momento, sin poder fijarnos en nada más.

Entérate ya, indocumentado, la mejor manera de atraer la atención del público en una película con estados carenciales de espectáculo consiste en meter a un calvo dentro, sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) si entra en los créditos principales. Cualquier película, por pesada que sea, gana enteros con un alopécico como prota. La visión de una cabeza rasurada acciona un resorte ignoto en nuestra memoria reptiliana que pulveriza toda resistencia y nos convierte en entes receptivos a la asimilación de La Verdad universal.
Las películas con un chimpancé en el reparto también tienen de entrada media partida ganada.