Natalia Verbeke era amiga mía. Íbamos al mismo instituto, a la misma clase, se sentaba detrás de mí, me llamaba a casa para pedirme apuntes, etc. Aún no le habían salido las tetas.
Elsa Pataki también iba a mi instituto, su mejor amiga -hola, Olga- salió durante una temporada con un amigo mío. La veía a diario, hablaba con ella también. No se había operado aún, en su misma clase las había más guapas y mejores.
La familia Panero, a quien conoceréis, quizá, los más gafapastas del foro -Juan Luis, Michi, etc, etc..- eran mis vecinos del tercero derecha. También los veía a diario, hablaba con ellos, blabla; un día mi padre pilló a Leopoldo Mª meando en el portal y le calzó dos hostias.
Trabajé durante dos años en el Congreso de los Diputados, cuando Aznar era presidente, con lo cual cruzarme a diario con todos los políticos de España era para mí lo más normal del mundo. Recuerdo un día, que, cámara al hombro, enfoco al hijoputa de Aznar y me pongo a caminar hacia atrás para sacarle un plano recorriendo el pasillo. El tío aprieta el paso, se me abalanza encima. Mi ayudante se empieza a liar con el triax y Aznar sigue apretando el paso, casi al trote, y yo, con un lío de cables detrás de puta madre, caminando con mi Betacam al hombro hacia atrás y sin poder mirar, casi me mato. Al llegar a la puerta por la que entraba al salón de plenos, Aznar se para y me dice: está usted en forma. Le quedó poco para el magnicidio, qué ganas de meterle una hostia. Como la que sí que le di a Acebes sin querer al girarme, con toda la batería en la cara.
También he trabajado en el cine, así que conozco a numerosos actores.
De todas formas, se huele un tufillo cateto en este hilo; para los que vivís en provincias o en poblachos perdidos quizá que vuestro padre tomara el sol al lado de no sé quién es un evento del que maravillarse o enorgullecerse, para mí, desde luego, no.