el Barón Dundee
Asiduo
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- 28 May 2003
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"La sabiduría revolucionaria de Lenin consideró a la religión como el opio del pueblo. El movimiento comunista debía extirpar de raíz tamaña desgracia. Para evitar que la creencia religiosa se consolidara desde la infancia, Lenin enseñó que era necesario mezclar en el ánimo de los niños, tanto en casa como en la escuela y en las manifestaciones públicas de la fe, los pasajes del Evangelio con los cuentos de ficción.
Delia Piccirilli engañó tal vez al Ayuntamiento y desde luego a los electores que lo votaron y nos encajó el año pasado una cabalgata de Reyes en la que las verdades evangélicas se mezclaban con «El mago de Oz» y «Alicia en el país de las maravillas». La historia del Niño Jesús, del Dios que nació en un pesebre, de la palabra, del Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, de la Virgen María y San José, de los Reyes que, según las profecías, llegaron desde Oriente al portal de Belén para ofrecer sus dones al recién nacido, todo eso la Piccirilli lo mezcló con cuentos de magos y niñas fantasiosas, producto de la ficción literaria y la imaginación de los escritores.
Este año, la Piccirilli ataca de nuevo y prepara una Cabalgata de Reyes en la que las verdades religiosas se mezclarán, para confundir a los niños, con los cuentos de Andersen, gran escritor danés, hijo de zapatero, por cierto, y autor, además de los más bellos relatos infantiles, de «En España», libro en el que contó su viaje por nuestro país. De seguir las cosas así, no estaría de más que para la Navidad de 2005, las asociaciones católicas organicen su propia Cabalgata, con el apoyo del Gobierno de la Comunidad, si el Ayuntamiento persiste, como es de esperar, en olvidar la religión y paganizar las fiestas navideñas.
Ah, y para mayor inri, en lugar de las luces tradicionales, a alguien se le ha ocurrido este año adornar las calles madrileñas con palabras absurdas muchas de las cuales nada tienen que ver con la Navidad. Es el arrebato de la cursilería. La Piccirilli se ha frotado las manos. Lo que a ella le gustaría de verdad es sustituir definitivamente el año que viene el caduco signo de la Cruz por el de la hoz y el martillo.
Luis María ANSON de la Real Academia Española"
Vivan nuestras bellas tradiciones y viva el sagrado cuasi-sacramento consistente en que honrosos parroquianos se pinten la cara con betún, se vistan con túnicas de lentejuelas, se suban al remolque de un tractor y acribillen a caramelazos a la chavalería a su paso por las calles.
De todos modos, Don Luis María tiene razón al refunfuñar por la equivalencia entre los hechos evangélicos y los cuentos de hadas. Porque, ¿qué sensación se te queda en el cuerpo cuando de ñajo descubres que los reyes son los padres? ¿Qué sensación se te queda en el cuerpo cuando años después de iniciar la catequesis te das cuenta de que el dogma católico es una patraña? Déjà vécus...
Delia Piccirilli engañó tal vez al Ayuntamiento y desde luego a los electores que lo votaron y nos encajó el año pasado una cabalgata de Reyes en la que las verdades evangélicas se mezclaban con «El mago de Oz» y «Alicia en el país de las maravillas». La historia del Niño Jesús, del Dios que nació en un pesebre, de la palabra, del Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, de la Virgen María y San José, de los Reyes que, según las profecías, llegaron desde Oriente al portal de Belén para ofrecer sus dones al recién nacido, todo eso la Piccirilli lo mezcló con cuentos de magos y niñas fantasiosas, producto de la ficción literaria y la imaginación de los escritores.
Este año, la Piccirilli ataca de nuevo y prepara una Cabalgata de Reyes en la que las verdades religiosas se mezclarán, para confundir a los niños, con los cuentos de Andersen, gran escritor danés, hijo de zapatero, por cierto, y autor, además de los más bellos relatos infantiles, de «En España», libro en el que contó su viaje por nuestro país. De seguir las cosas así, no estaría de más que para la Navidad de 2005, las asociaciones católicas organicen su propia Cabalgata, con el apoyo del Gobierno de la Comunidad, si el Ayuntamiento persiste, como es de esperar, en olvidar la religión y paganizar las fiestas navideñas.
Ah, y para mayor inri, en lugar de las luces tradicionales, a alguien se le ha ocurrido este año adornar las calles madrileñas con palabras absurdas muchas de las cuales nada tienen que ver con la Navidad. Es el arrebato de la cursilería. La Piccirilli se ha frotado las manos. Lo que a ella le gustaría de verdad es sustituir definitivamente el año que viene el caduco signo de la Cruz por el de la hoz y el martillo.
Luis María ANSON de la Real Academia Española"
Vivan nuestras bellas tradiciones y viva el sagrado cuasi-sacramento consistente en que honrosos parroquianos se pinten la cara con betún, se vistan con túnicas de lentejuelas, se suban al remolque de un tractor y acribillen a caramelazos a la chavalería a su paso por las calles.
De todos modos, Don Luis María tiene razón al refunfuñar por la equivalencia entre los hechos evangélicos y los cuentos de hadas. Porque, ¿qué sensación se te queda en el cuerpo cuando de ñajo descubres que los reyes son los padres? ¿Qué sensación se te queda en el cuerpo cuando años después de iniciar la catequesis te das cuenta de que el dogma católico es una patraña? Déjà vécus...