clod20
Forero del todo a cien
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Podéis salir, la guerra ha terminado… hace unas cuantas décadas
Dos soldados japoneses de la 2ª Guerra Mundial podrían haber sido hallados en las montañas del sur de Filipinas. Tienen casi 80 años y puede ser que no supieran que la guerra había terminado. La diplomacia japonesa se ha puesto manos a la obra. Treinta años después de la derrota, Japón todavía seguía encontrando militares suyos perdidos por la jungla. Éste podría ser otro caso.
Se sabe poco de ellos. Según algunas informaciones, podría tratarse de Yoshio Yamakawa, de 87 años, y de Tsuzuki Nakauchi, de 83, aunque el dato no ha sido confirmado todavía por el Ministerio de Salud japonés. Sirvieron al ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial, y al parecer podrían haberse quedado en las islas porque nadie les comunicó que la contienda había terminado.
Tsuzuki Nakauchi podría haber aparecido 60 años después del fin de la guerra.
La embajada japonesa en Manila ha enviado a una delegación a General Santos, un lugar próximo a donde se cree que están estos dos ex-soldados. “Hemos enviado a varios funcionarios para que se reúnan con estas personas, averigüen quiénes son y si realmente fueron soldados japoneses”, han dicho fuentes de la embajada.
Según el periódico japonés Sankei Shimbun, los dos octogenarios se han vuelto nativos, y temen volver a Japón por miedo a enfrentarse a una corte marcial. Al parecer, durante la guerra se separaron de su división, y eso se considera traición –algo improbable es que les condenen, por otra parte, ya que el ejército imperial japonés ha dejado de existir.
El portavoz de la embajada japonesa, Shuhei Ogawa, ha advertido que es pronto para establecer conclusiones, ya que todavía no tienen la certeza de que estos dos hombres fueran verdaderamente soldados: “No sabemos si estas personas existen, eso es lo que estamos comprobando. Tenemos todavía que contactar con ellos”.
No sería la primera vez
Japón se rindió oficialmente en agosto de 1945. En ese momento, tenía a más de 3 millones de soldados esparcidos por el continente. Un vasto territorio que dificultó la comunicación entre el rendido ejército y sus soldados. Tan sólo en Indonesia y Filipinas hay más de 20.000 islas, algunas deshabitadas.
El ejército americano lanzó panfletos desde el aire que comunicaban la pérdida de la guerra e invitaba a los soldados japoneses a salir de la selva y a rendirse. Pero no todos creyeron la noticia.
En los meses y años posteriores, el goteo de soldados que volvieron a Japón fue constante. Sin embargo, el rumor de que todavía existían militares desperdigados por la jungla no dejó de existir. En 1972 –27 años después del fin de la guerra-, estas leyendas demostraron ser ciertas.
Fue cuando apareció el sargento Shoichi Yokoi. Dos cazadores le encontraron mientras pescaba en el río Talofofo. Durante 27 años, había sobrevivido en la selva solo, a base de cacahuetes, frutas silvestres, ranas, gusanos y ratas.
Shoichi Yokoi, antes de la guerra y después de ser encontrado
Al mes siguiente, Yokoi fue repatriado a Japón. Sus primeras palabras al llegar a Tokio (“Vuelvo con una gran vergüenza”) fueron retransmitidas a toda la nación, que miraba expectante como la lealtad al ya extinto emperador había resistido durante 27 años de soledad en la selva.
Yokoi se convirtió en un héroe nacional y residió en la isla hasta 1997, cuando murió de un ataque al corazón.
“Sólo acepto órdenes directas de mi comandante”
La historia del teniente Hiroo Onoda es, quizá, la más famosa de todas. En 1944, Onoda fue enviado por el ejército japonés a la remota isla filipina de Lubang. Las órdenes eran claras: liderar la guerrilla en esta isla y nunca, bajo ninguna circunstancia, abandonar su puesto o intentar atentar contra su vida. “Pasarán meses o años, pero volveremos a por ti”, le prometió su comandante.
Onoda se creyó estas palabras literalmente, y las llevó al extremo.
En 1945 eran cuatro los que restaban de la célula liderada por Onoda. Los panfletos de los americanos (los mismos que leyó Yokoi y que tampoco creyó) caían del cielo de vez en cuando, pero el cuarteto lo tenía claro: era una trampa del enemigo.
En 1949, uno de los miembros escapó y se rindió. Cuatro años más tarde, Shimada, otro de los soldados, murió tras las heridas sufridas en una escaramuza. Durante los siguientes 20 años, se quedaron solos el lugarteniente Onoda y el soldado Kozuka. En 1972, éste último también falleció.
Onoda se había quedado solo, pero no podía rendirse ni tampoco suicidarse, ya que su comandante se lo había prohibido.
En 1974, un universitario japonés se encontró a Onoda en medio de la jungla y le explicó la situación actual de Japón. Muy lejos de rendirse, el lugarteniente lo dejó claro: “Yo sólo acepto órdenes de mi comandante”.
El universitario –se llamaba Suzuki-, volvió a Japón en busca del famoso comandante, que había cambiado de profesión y trabajaba de librero. El ya ex-comandante le comunicó el fin de las hostilidades a su fiel lugarteniente, que por fin se creyó la noticia.
Cuentan que bajó su rifle y sacó las balas que todavía conservaba en su interior. Luego lloró.
Unos días más tarde, Japón recibía con honores al soldado más fiel del emperador, que durante 29 años nunca dudó en que su ejército volvería a por él en cuanto terminara la guerra.
Dos soldados japoneses de la 2ª Guerra Mundial podrían haber sido hallados en las montañas del sur de Filipinas. Tienen casi 80 años y puede ser que no supieran que la guerra había terminado. La diplomacia japonesa se ha puesto manos a la obra. Treinta años después de la derrota, Japón todavía seguía encontrando militares suyos perdidos por la jungla. Éste podría ser otro caso.
Se sabe poco de ellos. Según algunas informaciones, podría tratarse de Yoshio Yamakawa, de 87 años, y de Tsuzuki Nakauchi, de 83, aunque el dato no ha sido confirmado todavía por el Ministerio de Salud japonés. Sirvieron al ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial, y al parecer podrían haberse quedado en las islas porque nadie les comunicó que la contienda había terminado.
La embajada japonesa en Manila ha enviado a una delegación a General Santos, un lugar próximo a donde se cree que están estos dos ex-soldados. “Hemos enviado a varios funcionarios para que se reúnan con estas personas, averigüen quiénes son y si realmente fueron soldados japoneses”, han dicho fuentes de la embajada.
Según el periódico japonés Sankei Shimbun, los dos octogenarios se han vuelto nativos, y temen volver a Japón por miedo a enfrentarse a una corte marcial. Al parecer, durante la guerra se separaron de su división, y eso se considera traición –algo improbable es que les condenen, por otra parte, ya que el ejército imperial japonés ha dejado de existir.
El portavoz de la embajada japonesa, Shuhei Ogawa, ha advertido que es pronto para establecer conclusiones, ya que todavía no tienen la certeza de que estos dos hombres fueran verdaderamente soldados: “No sabemos si estas personas existen, eso es lo que estamos comprobando. Tenemos todavía que contactar con ellos”.
No sería la primera vez
Japón se rindió oficialmente en agosto de 1945. En ese momento, tenía a más de 3 millones de soldados esparcidos por el continente. Un vasto territorio que dificultó la comunicación entre el rendido ejército y sus soldados. Tan sólo en Indonesia y Filipinas hay más de 20.000 islas, algunas deshabitadas.
En los meses y años posteriores, el goteo de soldados que volvieron a Japón fue constante. Sin embargo, el rumor de que todavía existían militares desperdigados por la jungla no dejó de existir. En 1972 –27 años después del fin de la guerra-, estas leyendas demostraron ser ciertas.
Fue cuando apareció el sargento Shoichi Yokoi. Dos cazadores le encontraron mientras pescaba en el río Talofofo. Durante 27 años, había sobrevivido en la selva solo, a base de cacahuetes, frutas silvestres, ranas, gusanos y ratas.
Shoichi Yokoi, antes de la guerra y después de ser encontrado
Al mes siguiente, Yokoi fue repatriado a Japón. Sus primeras palabras al llegar a Tokio (“Vuelvo con una gran vergüenza”) fueron retransmitidas a toda la nación, que miraba expectante como la lealtad al ya extinto emperador había resistido durante 27 años de soledad en la selva.
Yokoi se convirtió en un héroe nacional y residió en la isla hasta 1997, cuando murió de un ataque al corazón.
“Sólo acepto órdenes directas de mi comandante”
Onoda se creyó estas palabras literalmente, y las llevó al extremo.
En 1945 eran cuatro los que restaban de la célula liderada por Onoda. Los panfletos de los americanos (los mismos que leyó Yokoi y que tampoco creyó) caían del cielo de vez en cuando, pero el cuarteto lo tenía claro: era una trampa del enemigo.
En 1949, uno de los miembros escapó y se rindió. Cuatro años más tarde, Shimada, otro de los soldados, murió tras las heridas sufridas en una escaramuza. Durante los siguientes 20 años, se quedaron solos el lugarteniente Onoda y el soldado Kozuka. En 1972, éste último también falleció.
Onoda se había quedado solo, pero no podía rendirse ni tampoco suicidarse, ya que su comandante se lo había prohibido.
En 1974, un universitario japonés se encontró a Onoda en medio de la jungla y le explicó la situación actual de Japón. Muy lejos de rendirse, el lugarteniente lo dejó claro: “Yo sólo acepto órdenes de mi comandante”.
El universitario –se llamaba Suzuki-, volvió a Japón en busca del famoso comandante, que había cambiado de profesión y trabajaba de librero. El ya ex-comandante le comunicó el fin de las hostilidades a su fiel lugarteniente, que por fin se creyó la noticia.
Cuentan que bajó su rifle y sacó las balas que todavía conservaba en su interior. Luego lloró.
Unos días más tarde, Japón recibía con honores al soldado más fiel del emperador, que durante 29 años nunca dudó en que su ejército volvería a por él en cuanto terminara la guerra.