ASESINOS EN SERIE... FRIKIS???

Os parezco guapo???? XD

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me mataste boro!! la tesis que estaba haciendo sobre los asesinos en serie esta cada vez mas gorda con lo que has mandado! gracias!!! :P

por cierto, ya agregué el índice en el primer mensaje del hilo....
 
si, pues... bastante interesante la información que has dejado aqui.. tienes alguna paginilla web donde hayan mas? (enviamela al priv, please) tengo que cumplir 200 paginas de documentación en mi tesis, y llevo 120 apenas.
 
si, muchas gracias!!! ya habia revisado en yajú y el gugle.. pero siempre es bueno preguntarle a los que buscan sobre el tema, porque tienen vinculos bien seleccionados...
 
Joe Ball


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Nació en Elmendorf, una pequeña localidad de Texas en 1896, en el seno de una familia numerosa bien situada en la sociedad de su población natal, gracias a sus negocios. Joe creció al igual que sus hermanos, pescando y haciendo otras actividades al aire libre.

Ya de adulto, y aprovechando la Ley Seca, Joe Ball montó un negocio de venta ilegal de alcohol y cuando la Ley Seca se derogó, montó una taberna en las afueras de Elmendorf. En la puerta de la taberna cavó unas zanjas donde alojó a varios caimanes como atracción para sus clientes. Los sábados eran famosos en la zona por la cantidad de alcohol que ingerian los clientes y por los espectáculos que los caimanes daban, comiendo perros, gatos y otros animalillos vivos que Joe Ball les daba para alimentarlos.

En la taberna siempre había varias camareras jóvenes y guapas, muchas de ellas desaparecian al cabo de pocas semanas sin que nadie se extrañara. En los años 30 coincidieron en la taberna varias mujeres que fueron decisivas en la vida de Joe Ball, una de ellas era Minnie Gotthardt, su pareja sentimental y otras dos fueron Dolores "Buddy" Goodwin y Hazel "Schatzie" Brown, con quienes mantuvo relaciones simultáneamente. Un día Minnie despareció misteriosamente y Joe se casó con Dolores, confesándole a esta que había matado a Minnie en una playa y la había enterrado en la arena. En 1938 Dolores perdió un brazo a causa de un accidente de tráfico, aunque las malas lenguas de la zona decían que fueron los caimanes quienes atacaron a la joven. En abril del mismo año, Dolores desapareció y Hazle no tardó muchos meses en desaparecer también de la taberna y de la vida de Joe Ball.

Las jóvenes camareras de la taberna seguían desapareciendo y a eso se sumó el hecho de que la familia de Minnie Gotthardt qusi indagar sobre la desaparición de la ex pareja y empleada de Ball. De este modo la policía empezó a investigar y a interrogar a Joe Ball, que sin embargo, tenía respuestas para todo. Un ex vecino confesó a la policía haber visto pedazos de carne de origen desconocido en la taberna y haber olido a carne muerta. Por todo esto, la policía volvió a por Joe Ball y mientras este recogía sus cosas para ser llevado a la comisaría, se disparó un tiro en el corazón.

Las investigaciones descubrieron pedazos de carne humana podrida, un hacha con restos de sangre y pelo humano y otras pruebas que hicieron llegar a la conclusión de que todas las personas desaparecidas habían acabado siendo alimento de los queridos caimanes.

Clifton Wheeler, el ayudante de Ball en la taberna, confesó haber colaborado con este en algunos crímenes y narró como Ball mató a Hazle porque esta se había enamorado de otro hombre, el cuerpo desmembrado de la joven fue encontrado a pocas millas de ahí, semi enterrado y todavía en estado de descomposición. También confesó haber presenciado el asesinato de Minnie, en Ingleside, cerca de Corpus Christi, donde Ball atestó una bala en la cabeza de la mujer por que esta se encontraba encinta y él no deseaba ese hijo. Encontraron el cuerpo de esta enterrado en la arena.

Joe Ball guardaba en un álbum fotos de cada una de las jóvenes a las que asesinó. Dolores no murió sinó que desapareció de la zona y se mudó a California. Afortunadamente, un par de mujeres mas de la lista de desaparecidas escaparon de la muerte. Dolores defendió a Joe Ball diciendo que él jamás habría dado carne humana a los caimanes y que no mató a mas que a dos mujeres (Minnie y Hazle).

Clifton Wheeler pasó unos cuantos años en la cárcel, después montó su propio bar. Los caimanes fueron donados al zoo de San Antonio, en Texas. No se sabe con exactitud cuantas fueron las víctimas de Joe Ball.
 
Los crímenes de Puerto Hurraco

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1990. Pasan unos minutos de las diez de la noche cuando dos hombres vestidos con pantalones de pana, camisas de cuadros y botas de caza se bajan furtivamente de un Land Rover. Serpentean como lagartos entre las sombras y se acurrucan en un callejón del centro del pueblo, a pocos metros de la calle Carrera, el eje sobre el que gira Puerto Hurraco. Evitan la luz y las zonas despejadas. Están mal afeitados. Respiran deprisa, tienen las pupilas abiertas como gatos y los nervios tensos como las cuerdas de un violín. Cada poco tiempo se recolocan las cananas repletas de cartuchos que les cruzan el pecho, tarea que realizan con habilidad, sin necesidad de soltar las escopetas del calibre 12 que llevan en las manos.

Los depredadores al acecho son los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, de cincuenta y tres y cincuenta y ocho años respectivamente, y tienen muy claro qué es lo que quieren cazar: cualquier hombre, mujer o niño que se apellide Cabanillas.

Los Izquierdo, conocidos como los "Pataspelás", y los Cabanillas, a los que llaman los "Amadeos", son dos familias que llevan treinta años cultivando odio. Cuentan que fue por esas fechas cuando un problema con las lindes de una finca enemistó a los dos apellidos, que terminaron de convertirse en enemigos mortales cuando la historia de amor entre Luciana Izquierdo y Amadeo Cabanillas acabó con la muerte de este, acuchillado por Jerónimo Izquierdo, el mayor de estos últimos, en enero de 1967.

Después llegaron las amenazas, los insultos, los apuñalamientos múltiples en reyertas de diferentes envergaduras... Y la muerte de Isabel Izquierdo, madre de Antonio y Emilio y de cuatro hermanos más, en un incendio intencionado que no se aclaró jamas. Los hijos de Isabel dijeron que el incendio fue provocado por la familia rival. Muchos vecinos afirmaron que durante el fuego los Izquierdo "salvaban de las llamas el televisor, el frigorífico y los muebles mientras la madre se tostaba en una de las habitaciones de dentro". Sea como fuese esta tragedia, lo cierto es que provocó, según posteriores análisis psiquiátricos, "un trastorno paranoide en sus hijos con sobrevaloración de una sola idea: la venganza".

Los escopeteros piensan en esta oscura historia de rencores sin cicatrizar cuando esperan en la calleja la aparición de sus víctimas. No tienen que esperar mucho para ver cómo Antonia y Encarnación Cabanillas, dos niñas de catorce y doce años de la familia rival, pasan jugueteando por delante del callejón en el que están refugiados. No lo dudan. Levantan las escopetas, cargadas con los mismos cartuchos de postas que se utilizan para destrozar la dura piel de los jabalíes, y encañonan a las niñas. Apuntan al pecho y disparan. "Como cuando salimos a cazar tórtolas", dijeron en interrogatorios posteriores.

En el momento en que tiran del gatillo el sonido de los dos tiros se confunde en uno solo. Los impactos del plomo, dieciocho grandes perdigones capaces de derribar un venado en carrera, siegan en el acto la vida de las niñas y siembran la confusión en un pueblo que tarda en reaccionar.

"¡Estáis locos, que las vais a matar! ¿No veis que son unas niñas?", grita Manuel Cabanillas, de cincuenta y siete años, mientras sale a la carrera del bar. Cinco nuevos disparos le dejan mortalmente herido. Antonio Cabanillas, hijo de Manuel, de veinticinco años, recibe un disparo en la espalda cuando intenta protegerse. La confusión se adueña definitivamente del pueblo, las calles son un manicomio. Carreras, gritos y quejidos. Huele a pólvora y a miedo. Suenan los cartuchos vacíos al caer al suelo. Los hermanos Izquierdo, como obstinados matarifes, cargan de nuevo las escopetas y disparan sin tregua. Araceli Murillo Romero, de sesenta años, muere en el acto mientras tomaba el fresco en su silla de mimbre.

Sólo José Penco Rosales mantiene la calma y es capaz de recoger del suelo a dos personas heridas en el primer tiroteo y llevarlas en su coche hasta el centro asistencial del vecino Castuera. Al regresar a Puerto Hurraco a por nuevos heridos los hermanos Izquierdo le salen al paso y, antes de que pueda verles, descargan las escopetas contra el cristal delantero. José, de cuarenta y tres años, murió sobre el volante. Los asesinos ya no se ocultan. Caminan por el centro de la calle como en una mala película del Oeste, apuntando a puertas, ventanas y tejados. Manuel Benítez, su hermano Reinaldo y su cuñada Antonia Fernández logran subir a un coche y tratan de escapar alejándose calle abajo. No lo logran: Los hermanos disparan con gran precisión matando a los dos últimos e hiriendo gravemente al primero.

Todo parecía indicar que la venganza estaba consumada. La matanza, sin embargo, no: los vecinos que logran escapar dan aviso en la casa cuartel de Monterrubio de la Serena, de donde parte de inmediato un coche patrulla. Los Izquierdo los reciben con postas. Los dos números de la benemérita resultan gravemente heridos en el interior de su vehículo, antes de poder dar el alto o tratar de defenderse con sus armas reglamentarias.

En este momento de la noche, cuando aún no han sonado las once, Puerto Hurraco es un lodazal de sangre. El balance de víctimas es brutal: siete muertos en el acto y ocho heridos graves, dos de los cuales fallecerían poco después. "Algunos heridos hubieran preferido morirse", afirman todavía los vecinos de Puerto Hurraco. Se refieren a Guillermo Ojeda Sánchez, un niño de ocho años al que los disparos, que le alcanzaron en la cabeza, dejaron hemipléjico. O a Antonio Cabanillas, herido en la espalda y condenado a vivir el resto de sus días en una silla de ruedas.

Los hermanos dan por terminada la montería y se echan al monte. Aplacado momentáneamente su resentimiento, y alertados por la aparición de la Guardia Civil, abandonan el pueblo camino de una sierra que conocen perfectamente.

Inmediatamente se organiza una batida en su búsqueda. A pie, en todo terreno, a caballo, en helicóptero, con perros adiestrados... 200 agentes participan en una caza del hombre que se prolonga durante una noche larga y medrosa, una noche interminable en la que los vecinos de Puerto Hurraco cierran todos los cerrojos y tiemblan hasta el amanecer.

Cámaras de televisión, fotógrafos y periodistas llegan al pueblo con las primeras luces. Por primera vez en España la muerte y el dolor se van a poder retransmitir en directo: el velatorio de las niñas, los sollozos de los amigos de los muertos, los alaridos de los familiares pidiendo venganza... "Que les arranquen la piel, que maten a sus hijos para que viesen como duele, que nos los dejen a nosotros", ladraban televisiones y periódicos.

Tras nueve horas de rastreo, Emilio, supuesto líder del clan, es detenido cuando está apostado junto a la casa de dos de sus víctimas. "Hemos disparado ahora en agosto porque soy muy friolero", aseguró al ser esposado, "y en invierno se me agarrotan los dedos y no hago puntería".

A Antonio, apodado "el tuerto", le localiza el helicóptero cuando rompe el monte tratando de escapar a la carrera. "Parecía un animal herido", dijo uno de los guardias que le quitó el arma. "Estaba encogido, temblaba de nervios, apenas balbuceaba...". La Guardia Civil les arrastra por el campo delante de los fotógrafos y les encierra en el juzgado de Castuera, lejos de Puerto Hurraco y de más que posibles ajustes de cuentas.

"Si no nos hubiérais detenido, habríamos vuelto a dispararles durante el entierro de los muertos", llegó a decir uno de los detenidos, borracho de sangre y rabia. En el momento en que fueron encarcelados el pueblo herido comenzó a llorar a sus muertos e inició la búsqueda de nuevos culpables. "Ellos no son tan malos como para hacer la barbaridad que han hecho", aullaba el clamor popular, "pero sus hermanas sí: ellas son de la piel del mismísimo diablo".

Se referían a Ángela y Lucía, las dos hermanas con las que los asesinos convivían en la vecina localidad de Monterrubio. Fueron acusadas inmediatamente de inducir al crimen a Emilio y Antonio. "Son dos cuerpos con una sola cabeza" afirmaron los psiquiatras que les realizaron un profundo examen médico.

Ángela y Lucía desaparecieron de la comarca en cuanto se conoció el espeluznante crimen. Abandonaron Monterrubio con destino desconocido, y la policía tardó cuatro días en localizarlas. Vestidas de luto riguroso desde la muerte de su madre, con la mirada crispada, el pelo enmarañado y "el estómago revuelto por lo ocurrido", fueron detenidas en la madrileña estación de Atocha. "Estamos muertas", balbucearon las dos solteronas en el vagón de tren que las devolvía a Badajoz. "Todo el pueblo está en contra de los Izquierdo. ¡Que nos digan a la cara todas esas mentiras de las que están hablando por la televisión!". El informe psiquiátrico ordenado por el juez que instruyó el caso aseguró en primera instancia que las hermanas sufrían trastornos mentales de tipo paranoico, trastornos que podían haber desencadenado la matanza de Puerto Hurraco. "Hay indicios para decretar su prisión por posible inducción", declaró Casiano Rojas, juez titular del juzgado de Castuera.

Lola Sánchez, sobrina de los cuatro implicados en la masacre, se avergonzaba de que su segundo apellido fuera Izquierdo. "Mis tías están detrás de la matanza", declaró a este periódico unos días después del crimen. "Y si salen libres, van al pueblo y las linchan, es su problema. Nosotros no las vamos a acoger ni estamos dispuestas a protegerlas".

Dos años después las hermanas Izquierdo fueron exculpadas, al no encontrar el juez pruebas que demostrasen su implicación directa en los dramáticos sucesos de la noche del 26 de agosto de 1990, y fueron ingresadas en el hospital psiquiátrico de Mérida. Sus hermanos, ingresados en la prisión de Córdoba, corrieron una suerte muy diferente: fueron condenados a 684 años de cárcel. "Su inteligencia", resaltó el juez magistrado, "está dentro de lo normal, hecho que queda corroborado porque eran capaces de manejar un rebaño de unas mil ovejas, tenían fincas arrendadas y tienen, con la crisis que atraviesa el campo, una cartilla de 10 millones de pesetas".

"Ya lo dijo el obispo de Badajoz durante el entierro" recuerda una vecina que aún tiene miedo y no quiere dar su nombre. "Tenemos que pensar que Puerto Hurraco es un pueblo heroico y no perder la esperanza, tenemos que ser capaces de olvidar, perdonar y vivir en paz".
 
Es verdaderamente sorprendente las diferencias en aficiones y gustos que tenemos la gente de por aquí. Siempre que veo un programa de estos de crónica negra (y hablo de los que estan bien hechos, no de Corazon Corazón) pienso "¿a quién le interesarán estos temas?". Y tenía creado el prejuicio de que sólo interesaban a seres desagradables, siniestros y más aficionados a la muerte que a la vida. Pero no. Gentes sensatas, aficionadas al cine, la música, al sexo, a vivir y pasárselo bien sin hacer daño a los demas pues resulta que están sumamente interesados/as en estos temas. MORALEJA: Ya estaba otra vez con mis prejuicios e ideas preconcebidas. Que a mi no me gusten estos temas no quiere decir que no haya gente pa tó. Borovnia, sorprendido me dejas. Aunque claro, lo digo yo, que cuando me agobio me da por cocinar (en general legumbres) y llenar el cogelador de tupers.
 
Michael Corleone rebuznó:
Gentes sensatas, aficionadas al cine, la música, al sexo, a vivir y pasárselo bien sin hacer daño a los demas pues resulta que están sumamente interesados/as en estos temas.

michael, pues... recuerda que estas en un foro donde todos somos muy abiertos en hablar, asi que no es de extrañarse que no haya límites en los temas de conversación..

por cierto, boro! estamos pendientes con abrir el hilo de "cuentos y leyendas"
 
En ningún momento he planteado límites. Simplemente quería reflejar mi extrañeza ante la afición, sobre todo asociándola a gente con la que, al leer sus posts, parece que tenga bastante en común (en cuanto a opiniones, forma de ser, aficiones) conmigo. Y hablo, siendo claros, de Borovnia. Y vuelvo a dejar claro que, simplemente, trataba de comentar (como ya hice en otro post) cómo nos dejamos influir por nuestros prejuicios y cómo fabricamos categorías y los asociamos a personas. Clasificar es nuestra obsesión. Y lo hacemos en base a categorías que consideramos "lógicas", pero la mayoría de las veces no son suficientemente matizadas para abarcar la complejidad de un cerebro humano. Y no estoy llamando cabezón a nadie :lol:

Pues eso. Y, por cierto, me he leído "A sangre fría" de Truman Capote, y me encantó (soy fan de Capote). Pero mi afición por el tema no va más allá.
 
me alegra que dejes a un lado los clichés... la verdad es que este hilo ha sido bastante interesante, y yo misma que lo abri, no imagine que alguien mas se interesara...

P.D. tambien yo lei a sangre fria. excelente libro.
 
Michael, casualmente esos programas que mencionas no me interesan lo mas mínimo :wink:

Me apasiona la mente humana y su funcionamiento, y por tanto, también sus disfunciones y fallos, errores, enfermedades, sufrimientos.. Y ahí es donde entra el tema de los asesinos y criminales de este tipo. ¿Qué induce a una persona a hacer el mal hasta este extremo? ¿por qué hay personas que hacen eso y el resto no lo hacemos? ¿qué siente una persona que hace eso? ¿cómo actúa? ¿qué tipo de vida ha tenido? Son estas cosas las que me apasionan.

No creas que me identifico con ellos ni mucho menos XDD, me interesa como estudio antropológico, psicológico, sociológico....

Espero que lo comprendas. Y no, no soy peligrosa :lol:

Michael Corleone rebuznó:
Borovnia, sorprendido me dejas

eso siempre es bueno, Michael, sorprender siempre es positivo :wink:
 
Escalofriante, no os perdais este caso:

Genene Jones
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Esta enfermera de Texas es culpable de la muerte de 50 bebés que estaban a su cargo.

Jones nació en 1950 y fue entregada en adopción a Dick y Gladys Jones, Creció en una familia junto a otros 3 hermanos adoptados, con un padre que nunca triunfó en los negocios y que fue arrestado en alguna ocasión por fraude y robo. Genene siempre se sintió la oveja negra de la familia y creció sintiéndose apartada e incomprendida, reclamando la atención de todos, en la escuela y en casa, especialmente después de la trágica muerte de su hermano Travis, con quien mantenia buena relación. Después del instituto se casó, pero su matrimonio fue infeliz. Estudió estética y se dedicó a ello durante algunos años, hasta que en 1977 pasó a dedicarse a la enfermería. Durante esos años murieron su padre y su otro hermano de cáncer, esas muertes afectaron también mucho a Genene. Tuvo dos hijos, que dejó a cargo de su madre.

Fue despedida de varios hospitales, por discusiones con los médicos y por sus malos modales con los pacientes. Finalmente encontró un puesto en la planta de pediatria del hospital Bexar County Medical Center de San Antonio (Texas) donde sucedieron los trágicos hechos por los cuales ha pasado a la historia de las mujeres criminales. Durante sus primeros años en dicho hospital, Genene cometió algunos errores y fue blanco de las críticas de algunos compañeros (incluso algunas compañeras enfermeras cambiaron de turno para no tener que trabajar con ella) pero a pesar de ello y de que algunos bebés murieron, no fue despedida. Un nuevo doctor James Robotham, entró como jefe de planta, desplazando a las enfermeras, lo cual dió lugar a Genene a ocasionar nuevos problemas de conducta y sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal),a llamar la atención de compañeros y pacientes. Se quejaba también de su salud y de la cantidad de trabajo que soportaba. Con el tiempo,algunos investigadores han visto en el comportamiento de Genene un tipo de Síndrome de Munchausen, segun el cual la enfermera exageraba o inventaba transtornos para captar la atención de sus colegas médicos.

En 1981 se la puso a cargo de los pacientes terminales, niños que estaban a punto de morir. Genene se obsesionaba con ellos e incluso se empeñaba en llevar ella misma el cadáver de la planta hasta la morgue, llorando y mostrando signos de dolor por sus pacientes. En esa planta los bebés y niños morían por causas que no eran graves y eso levantó sospechas. Los enfermos mas críticos siempre eran los de Genene y siempre que ella estaba de guardia habia algun pequeño que necesitaba reanimación. Algunas compañeras la empezaron a llamar la Enfermera de la Muerte y a su turno, el Turno de la Muerte.

El pequeño Jose Antonio Flores, de 6 meses, ingresó con diarrea, vómitos y fiebre. Al cabo de pocas horas sufrió un paro cardíaco, nadie podía explicárselo, pero los médicos consiguieron salvarle. La sangre del pequeño fluía bien hasta que llegaba el turno de la enfermera Jones, entonces la sangre no coagulaba y el bebé sufría otro paro cardíaco, murió al dia siguiente. Ella misma llevó el cadáver hasta la morgue, a pesar de las quejas de la familia. Los análisis detectaron un alto índice de heparin, un anticoagulante que el bebé no requería y que ningún médico habia recetado. Se tomaron medidas respecto a este medicamente y se vigiló su uso por las enfermeras. En esos momentos, la salud de Genene pareció volver a resentirse y el Dr. Robotham se quejó formalmente de ella. Nadie le hizo caso y el hospital confiaba en la enfermera Jones, sin embargo, el Dr. Robotham decidió vigilarla de cerca,sospechaba de ella. El heparin era ya un medicamente muy controlado en ese hospital pero de pronto, Joshua Sawyer , un paciente de 11 meses, murió por una sobredosis de Dilantin, quealguien le habia administrado sin permiso de los médicos. Otro bebé de un mes sufrió varios empeoramientos de sus crsis durante el turno de Jones a causa de dosis extra de heparin, finalmente se salvó. Otro pequeño paciente se recuperaba favorablemente de su operación de corazón hasta que llegó al departamento de Jones, dondé empeoró y murió finamente. Fueron ya varios los médicos que acusaron directamente a la enfermera Jones de matar niños y el Dr. Robotham elprimero, pero el hospital, temeroso de levantar mala prensa, hizo oidos sordos. Jones chantajeó a sus compañeros, o al menos, lo intentó. Finalmente decidieron cambiar a la enfermera de planta, pero ella, llorando y de un modo muy dramático, dimitió.

En 1982, la Dra. Kathleen Holland abrió una pequeña clinica pediátrica en Kerrville, Texas y contrató a Genene Jones como ayudante. Confiaba en ella y no creía las acusaciones que había oido sobre su solícita empleada. Incluso la ayudó a instalarse en la nueva ciudad a ella y a sus dos hijos. En los primeros meses, 6 niños sufrieron extraños ataques en la clínica y tuvieron que ser trasladados a hospitales mas grandes, donde los niños se recuperaban rápidamente. Una niña murió en el traslado y otros bebés sufrieron atraques que fueron "resueltos" en cuanto la enfermera Jones entraba en la sala, "resucitando" a los pacientes.
Un nuevo doctor, Sid Peterson empezó a investigar las misteriosas muertes del hospital donde había trabajado Jones y sospechó que Genene usaba succinylcholina en sus pacientes. Así avisó a la policia, quien tomó cartas en el asunto y colabró con la Dra Holland, quien descubrió que faltaban de la clínica varias botellas de succinylcholina y se alarmó. Genene Jones habia estado inyectando a los niños esta substancia que provoca un letargo en el cual el paciente yace como en coma pero sintiendo todo lo que le ocurre. Jones fue despedida e investigada por la policia.

Entre 1982 y 1983 se exhumaron varios cadáveres de los mas de 40 niños que murieron en la planta de pediatría donde trabajaba Genene Jones, con el fin de investigar sus muertes. En muchos casos se probó el uso de succinylcholina, un fuerte relajante muscular. Durante la investigación, Genene se casó con un joven de 19 años e intentó escapar con él.

En 1984 empezaron los juicios contra Jones, 3 en concreto. Su sentencia suma 159 años de cárcel, pero en el año 2009 podrá salir bajo libertad condicional.

La personalidad de Genene fue descrita como un complejo de héroe, necesitaba cuidar de niños enfermos, llevarlos hasta el límite de la muerte para poder salvarles en el último momento y quedar así como su salvadora. Al mismo tiempo, ello generaba una situación de atención hacia su persona, los niños quedaban totalmente a su merced, ella decidía sobre sus vidas (y sus muertes) . Es definitivamente el Síndrome de Munchausen por poderes, en el cual ella misma inducía al niño en unos síntomas de una enfermedad para poder curarla posteriormente.
 
En muchas ocasiones he tenido que explicar y mucho mi aficion por los asesinos en serie.
Por fin encuentro a alguien que sabe de que habla y que sus razones son como las mias.


En una ocasion pillaron en mi pc una tia metiendose una rata (una foto vaya) y tube que explicar que lo tenia para ver hasta que punto la mente puede deprabarse... no se lo terminaron de creer pero era la verdad.
 
no es exactamente un asesino, pero,..

Vlad Tepes, el empalador

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Vlad Dracul III, nació en Sighisoara (Transilvania) en Noviembre de 1431. El apodo "Dracul" proviene de la secreta orden de caballeros llamada "Orden del Dragón", creada por el rey Segismundo de Hungría para defender al mundo cristiano frente a los turcos. Vlad Tepes II fue admitido por su bravura en la lucha contra los turcos y los Boyardos comenzaron a llamarle "Dracul", palabra que significa dragón. A su hijo Vlad II le llamaron "Dráculea", hijo del dragón. Dado que dracul también significa diablo, sus enemigos, en especial los sajones germanos, le llamaban "hijo del diablo".

Fue educado como cristiano en Transilvania, pero su padre le dejo como rehén entre los turcos cuando solo tenia trece años, y de repente el joven Drácula se encontró rodeado de personas cuyo lenguaje y religión no comprendía. El padre y la madre de Drácula volvieron a casa dejando abandonado al chico en Turquía, y el sultán le retuvo allí como una especie de seguro humano que le garantizaba que el padre de Drácula no le atacaría.

El joven Drácula fue enviado en barco hasta el castillo de Egrigoz, una fortaleza que se encontraba a gran altura en las inaccesibles montañas del Asia Menor. Drácula estuvo prisionero hallo desde 1444 hasta 1448, cuando le llego la horrible noticia de que su padre había violado la promesa hecha al sultán y había declarado la guerra a los turcos ... siendo plenamente consiente de que obrando así ponía en peligro la vida de su hijo.

El padre llego al extremo de hablar de ello en una carta dirigida a varios pueblos y ciudades de Transilvania. Esta terrible traición debió enseñar a Drácula que la vida no vale gran cosa. El sultán decidió no replicar matando a Drácula, y siguió utilizándolo como peón en sus planes y negociaciones diplomáticas. Vlad Drácula acabó consiguiendo hacerse con el poder en el sur de Rumania gracias al apoyo de los turcos.

Durante los cinco años que pasó en la corte turca Vlad Tepes (Vlad el empalador) educó su gusto en la tortura. No tardaría en ponerla en práctica después de ser liberado, ya que los boyardos (poderosas familias de nobles) habían asesinado a su padre y enterrado vivo a su hermano. Vlad Tepes tuvo que reconquistar su trono, y a los tres años pudo realizar su venganza. Un Domingo de Resurrección invitó a las familias de boyardos a un banquete en palacio. Cuando estaban borrachos como cubas los capturó e hizo empalar a todos menos a los más fuertes que condenó a trabajos forzados en el palacio de Poienari.

En otra ocasión, tras dos años sin recibir tributo alguno de Valaquia, el Sultán Turco envió una expedición militar de castigo. En una emboscada nocturna Vlad Tepes sorprendió y derrotó a las tropas enemigas. El Sultán, humillado, envió una nueva expedición. Cuando por fin alcanzaron la ciudad de Tirgoviste huyeron despavoridos; Vlad Tepes había empalado en un radio de 3 Km. a los 20.000 turcos que había capturado previamente.

Drácula no quería alrededor ningún heredero en potencia que pudiera desafiar su poder absoluto. Hizo que asesinaran a los hombres mas nobles de su estirpe y a todos sus parientes cercanos, junto con sus mujeres e hijos. En una ocasión su amante cometió la imprudencia de decirle que estaba embarazada. Drácula no se alegro en absoluto, y cogiendo un cuchillo, la abrió en canal para que "todo el mundo pudiera ver donde se encontraba su fruto". Drácula utilizó todo tipo de procedimientos para eliminar a cualquier joven rival al trono: el padre de Drácula había sido ilegitimo y consiguió reinar, por lo que Drácula procuró librarse de tanto hijos legítimos como ilegítimos

Su sadismo no conoce limites: crónicas locales cuentan que para castigar a unos emisarios turcos que no se descubrieron en su presencia, ordena que se les clave fez en el cráneo. En otra ocasión, manda reunir a una gran cantidad de pobres y minusválidos en una amplia sala cerrada, bajo el pretexto de invitarlos a un banquete, y ordena prenderle fuego.

Pero era el empalamiento en una estaca de madera o hierro, su método favorito para deshacerse de los prisioneros turcos o de sus opositores (de ahí si sobrenombre). En el siglo XV, su crueldad es conocida y ya un grabado alemán de 1499 lo muestra festejando en medio de los cadáveres empalados. Se estima entre 50.000 y 100.000 el numero de sus víctimas empaladas, quemadas o incluso desolladas vivas durante su corto reinado de una decena de años. Como sutil refinamiento el príncipe a menudo manda engrasar o arromar la punta de las estacas para prolongar la agonía de sus ejecutados.
Pero Vlad no solo empalaba a las personas, también los mataba cortando sus órganos sexuales o desollándolos vivos y después exponiéndolos en público. A uno de sus hombres, que rechazó colgar con sus propias manos a un ladrón que había sido hecho prisionero, lo hizo cocer en una gran caldera y lo dio a comer a sus conciudadanos. Llegó a arrancar del seno de sus madres a bebés que estaban mamando para estrellarlos contra una roca ante ellas. Llegado a la provincia de Transilvania, convocó a todos los valacos que allí habitaban, ofreciéndoles su amistad; una vez los tuvo reunidos, lanzó a los soldados contra ellos y los exterminó; luego, incendió sus poblados. Se dice que con estos métodos mató a más de 30.000 personas.
Vlad disfrutaba las ejecuciones en masa. En otra ocasión, Vlad mandó poner una mesa, con un banquete delante de sus víctimas empaladas, para disfrutar de una lenta cena en medio de ese paisaje de agonía y muerte.

En 1462, es vencido y debe refugiace en Hungría, donde es nuevamente tomado prisionero por razones políticas hasta 1473, año en que fue asesinado-

Hoy en día Vlad III es considerado en Rumania un héroe nacional que contribuyó valientemente a la liberación del país de los invasores otomanos, pero también un personaje sanguinario que mandó torturar y asesinar a miles de personas para satisfacer su placer.

Bram Stoker se inspiró en este sanguinario personaje para escribir la novela del vampiro "Dracula" en la que mezcla las creencias populares rumanas en los vampiros con elementos históricos, quedando de esta forma su nombre ligado al mito del vampirismo para siempre.
 
Thierry Paulin
“El Monstruo de Montmartre”


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El 5 de octubre de 1984 dos hombres atacaron a una anciana de 91 años robándole todos sus ahorros tras atarla, amordazarla y golpearla. Cuando la encontraron, su estado de nervios era tal que fue incapaz de proporcionar una descripción de los agresores.

Ese mismo día otra anciana de 83 años era atacada en un distrito vecino, pero la mujer no contó con tanta suerte como la anterior, pues la atacaron golpeándola fuertemente y la asfixiaron posteriormente con una almohada robándole la pequeña cantidad de 200 francos. El cadáver fue encontrado atado con la cuerda de una cortina.

Cuatro semanas más tarde fue hallada otra mujer, esta vez de 89 años, asfixiada con una bolsa de plástico y a la que le faltaban unos 500 francos y un reloj valorado en 300 francos.

A partir de ahí los crímenes se volvieron más violentos y de una crueldad extrema. La siguiente víctima fue una maestra jubilada de 71 años, quien tras ser amordazada y maniatada con un cable, fue golpeada con tal fuerza que tenía la nariz y la mandíbula rotas. Habían utilizado una bufanda para estrangularla. La autopsia revelaría posteriormente que la mayoría de los huesos de la parte derecha del cuerpo se hallaban destrozados. El asesino se llevó unos 10,000 francos.

Dos días después se encontró un nuevo cadáver. Una mujer, de 84 años, había recibido varios golpes en el rostro, luego le dieron una mortal paliza y la torturaron hasta la muerte. Tenía la boca y la garganta abrasadas por ácido; la habían obligado a ingerir sosa cáustica, quizá para que confesara dónde guardaba el dinero. Se calcula que el botín fue de unos 500 francos.

Así continuaron los crímenes en días sucesivos hasta alcanzar la terrible cantidad de ocho mujeres brutalmente golpeadas y asesinadas en tan sólo cinco semanas.

La policía apenas podía realizar la inspección ocular del lugar de un crimen cuando ya se le notificaba de otro caso.

El robo de dinero parecía ser el único móvil de aquellos crímenes brutales, pero las cantidades eran tan ridículas que la policía pronto desechó la idea. Cuando la policía parisina intentó trazar un perfil del asesino de ancianas le resultó muy complicado, pues aquellos crímenes no encajaban en ningún modelo conocido. El asesino no tenía móvil sexual, pero sí era desconcertante el sadismo y la brutalidad demostrados en los crímenes.

Los investigadores dedujeron en seguida que se trataba de una persona sin empleo fijo, debido a las horas en que se cometieron los asesinatos, y que ésta tenía una buena presencia física o que era una persona "encantadora" a primera vista, pues nunca se hallaron cerraduras forzadas ni puertas golpeadas. Por las heridas de las víctimas, también pensaron que se trataba de alguien joven y robusto, pero todo eso no era suficiente para atrapar con rapidez al asesino reincidente.

Los asesinatos de las ancianas se convirtieron en el tema de conversación principal de todo París y provocaron las protestas y manifestaciones de la población en contra de los delitos violentos. Poco a poco el pánico comenzó a extenderse por la ciudad y se tomaron medidas de emergencia, como un espectacular despliegue de policías procedentes de varios departamentos en las zonas que el asesino acostumbraba frecuentar, teléfonos de socorro por si alguien veía algo extraño, asesoramiento destinado a las personas mayores, etc.

En el verano de 1986, dos años después de su comienzo, el asesino había acabado con la vida de dieciséis ancianas, hasta que pasó un período sin que se cometiese ningún crimen de ese tipo en la zona. Los agentes no podían llegar a sospechar siquiera que el asesino en serie tan temido se encontraba por aquel entonces entre rejas detenido por venta de cocaína. Ese hombre se llamaba Thierry Paulin.

Thierry Paulin nació el 28 de noviembre de 1963 en la isla caribeña de La Martinica, y al poco tiempo de su nacimiento su padre abandona la familia. Su madre, de 17 años, lo envió con su abuela quien dirigía un restaurante y no tenía tiempo para atender a su nieto; pasó los primeros años de su vida desprovisto de todo afecto familiar, convirtiéndose en un muchacho difícil y violento.

Unos años después su madre se casa con otro hombre y tiene tres hijos con él, pero el hombre pronto se cansa del carácter de Thierry y lo envía a Francia con su verdadero padre, lejos de la familia. Pero éste también estaba casado y con dos hijos, por lo que tuvo que aprender a integrarse en una nueva familia, sin tan siquiera conocer a ese señor que decía ser su padre.

A los 18 años, cuando se encontraba haciendo el servicio militar, entró en un supermercado y después de amenazar a la propietaria con un cuchillo de carnicero huyó con todo el dinero de la caja. La mujer logró identificarlo, Thierry fue detenido y pasó una semana en la cárcel.

Al acabar el servicio militar, Thierry se instaló en París, integrándose rápidamente a la comunidad de homosexuales y consiguió un empleo en un club nocturno especializado en shows travestis. Allí conoció a su primer compañero sentimental Jean Mathurin.

En ese local Thierry hacía a veces actuaciones travestis, e incluso invitó a su madre a ver el espectáculo; quien impresionada de ver a su hijo con ropas de mujer se retiró antes de que acabase, rechazando así su homosexualidad.

Mientras tanto, Thierry y su novio decidieron irse a vivir juntos y se instalaron en un hotel. En aquella época la pareja vivía con todos los lujos posibles, comían en restaurantes lujosos y se dejaban ver en todas las fiestas y clubes de moda. Pero el dinero se les acabó pronto y la buena vida con él, entonces comenzaron las crisis de pareja, las escenas de celos y las discusiones.

Se vieron obligados a buscar un alojamiento más barato ya que tenían muchas deudas, así que Thierry se vio forzado a cometer pequeñas estafas, a traficar con drogas y a robar tarjetas de crédito para buscarse la vida y pagar sus numerosas deudas acumuladas.

En París vivía de noche en clubes donde a nadie le extrañaba su comportamiento, y allí podía asesinar una y otra vez sin despertar la curiosidad de nadie.

Su predilección por las mujeres mayores nunca fue explicada. Tal vez su niñez estuvo poblada de ancianas que no cesaban de juzgarlo y corregirlo, y quiso liberar a París de aquellas odiosas mujeres.

Su constante preocupación era llamar la atención de los demás, estar siempre rodeado de gente e invitarlos a sus fiestas, lo que le proporcionaba gran cantidad de amigos de conveniencia ganados a base de comprarlos con alcohol y cocaína. De hecho, una vez en la cárcel, Thierry se dedicaba a recortar las notas de prensa que hablaban de él. Siempre narcisista, su aspecto físico continuó siendo su gran obsesión.

Antes de ser encarcelado se le habían tomado unas muestras de sus huellas dactilares, pero por aquel entonces los sistemas informáticos de que disponía la policía eran bastante limitados, por tal motivo eran los mismos agentes los que realizaban la dura y larga tarea de comparar todas las huellas digitales. Para empeorar las cosas, Thierry había sido arrestado no en París, sino en otro distrito, y las huellas las habían guardado en otros archivos. Además, el delito por el que había sido inculpado no requería el cotejo en los mismos archivos con las huellas de los inculpados por delitos de agresión u homicidio; por el momento ninguna prueba lo inculpaba, y nadie podía imaginar que ese hombre era el asesino de las dieciséis mujeres.

Cuando Thierry obtuvo la libertad tras estar doce meses entre rejas por venta de drogas, reanudó su vida y sus viejas costumbres. Una de ellas, fue la de seguir asesinando; mientras, la policía de París seguía investigando los crímenes.

Pero esta vez los agentes contaban con un as en la manga: la primera víctima de Thierry, la señora de 91 años a la que había atacado para robarle sus ahorros, se había ido recuperando del trauma y tres años después les proporcionó una detallada descripción del agresor.

Inmediatamente se distribuyó su retrato robot (hablado) por todas las comisarías de París y sus alrededores y al poco tiempo Thierry era identificado y detenido.

Tras comprobar que sus huellas correspondían con las tomadas en los lugares de los crímenes, fue interrogado sin interrupción durante cuarenta y tres horas seguidas por la Brigada Criminal, y terminó confesándose autor de más de 20 crímenes.

Lo que dejó atónitos a los policías, era la indiferencia con la que Thierry describía los mismos, absolutamente incapaz de comprender la terrible gravedad de lo que había hecho. Para él, la vida de un ser humano carecía por completo de valor.

Las razones que llevaron a Thierry a cometer aquellos crímenes continúan siendo un misterio, por lo que los psiquiatras tuvieron que hacer un retroceso a su infancia para tratar de ver más claro.

En realidad jamás tuvo un hogar, ni una familia que le quisiese y se preocupase por él. Antes de llegar a la adolescencia ya lo habían custodiado tres personas: su abuela, su madre y luego su padre, pero todos se lo fueron quitando de encima poco a poco, lo que Thierry interpretó como un rechazo. Por otra parte, su inclinación homosexual había despertado un desprecio general en su entorno. Privado de todo cariño, no sentía hacia los mayores ningún respeto. Se negaba a ser como todos los adultos que conocía, pues eran indignos de su confianza y respeto, y continuó siendo un niño reservado, desafiante y violento. La falta de amor le había endurecido hasta el punto de ignorar el sufrimiento, tanto si él era víctima o agresor, no tenía piedad. Lo demuestran sus posteriores declaraciones a la policía: "Yo sólo ataco a los débiles".

Acabó confesando que no siempre actuaba solo y que su amante Jean Mathurin había tomado parte en los primeros crímenes.

Finalmente, en el juicio se le acusó por asesinato y robo con violencia en dieciocho ocasiones. Mientras cumplía condena, el 16 de abril de 1989 fallecía en su celda, enfermo de sida cuando sólo contaba con veintiséis años.

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Peter Sutcliffe
"El Destripador de Yorkshire"


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Entre 1975-84 aterrorizó el Norte de Inglaterra con su martillo y otros instrumentos de tortura. Había sido sepulturero y contó que Dios conversaba con él y le ordenaba matar prostitutas. Obedeció matándolas a martillazos. El 2 enero 1981 fué capturado sentado en un coche con una prostituta. Confesó de plano todos sus crímenes. Además de las 13 que asesinó en Inglaterra se cree que mató a otras en Francia y Suecia durante sus viajes a estos países. Condenado a cadena perpetua e ingresado en la prisión de Parkhurst en la isla de Wight. En 1983 fué atacado por otro preso. Tuvieron que darle 84 puntos en las heridas. Fué trasladado al pabellón de seguridad del Hospital Paiquiátrico de Broadmoor en Berkshire. Su estado mental se ha deteriorado y la última noticia es que suele estar incoherente.

Empieza su historia de crímenes con el asesinato de una prostituta del barrio chino de Chapeltown en Londres el año 1975. Sus víctimas eran elegidas entre las prostitutas de aquellos barrios siniestros. Pero al verse acosado por la policía que realizó un despliegue jamás visto antes en Inglaterra, se desplazó de ciudad en ciudad por el Norte del país y nunca cometió dos crímenes en el mismo lugar. Entre junio de 1977 y mayo de 1978 atacó a siete mujeres, cinco de las cuales murieron y dos quedaron malheridas. Pasó casi un año sin atacar a ninguna mujer hasta que asesinó a una joven en Halifax, que no era prostituta. Así mató hasta 12 mujeres a las que golpeaba el cráneo y luego las apuñalaba salvajemente. El asesino era un hombre casado que al parecer hacía una vida normal acompañando a su mujer al trabajo "para defenderla del Destripador", y luego viajando de ciudad en ciudad en su camioneta para realizar su trabajo como repartidor.

Cuando fué detenido, hallaron en la guantera de su camioneta más de 30 armas utilizadas en sus crímenes. Tres conocidos psiquiatras le diagnosticaron de "esquizofrenia paranoica". Confesó que él creía estar cumpliendo una misión divina desde los 20 años, cuando oyó una voz en el cementerio donde trabajaba de enterrador que le ordenaba limpiar las calles de prostitutas. Pero además de matarlas las asaltaba sexualmente.

Fué arrestado en Sheffield por casualidad por posesión de matrículas de coche robadas. La policía que sabía que el asesino tenía el grupo B sanguíneo y comprobar que Sutcliffe lo tenía también entró en sospechas. Estrechamentre interrogado, acabó confesando sus crímenes, así como su móvil: la venganza, desde que una prostituta le estafó 10 libras. Fué sentenciado a cadena perpetua y encarcelado en el ala hospitalaria de la prisión especial de seguridad de Parkhurst, en la Isla de Wight. Allí fué atacado por otro prisionero en 1983, que casi le saca un ojo y le rajó la cara con una taza rota. . En total confesó haber asesinado a 13 mujeres.

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Marcel Petiot
"El Doctor Muerte"


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Los psiquiatras que lo examinaron antes del juicio declararon que se trataba de un hombre en su sano juicio. Sin embargo, si nos detenemos a hacer un balance sobre cómo había sido su vida hasta entonces, nos encontramos con claros manifiestos de una mente desequilibrada desde su más tierna infancia.

Nació el 17 de enero de 1897. Su padre murió cuando él tenía tan sólo cinco, su madre murió tres años después, así que el niño fue confiado a los cuidados de varios tíos y tías. Tal vez por esta situación difícil su educación no fue como la de un niño normal ni mucho menos tuvo el afecto que éstos necesitan en esos años tan cruciales de vida.

De pequeño demostró una inteligencia considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez ciegos.

También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villaneuve cuando se presentó a unas elecciones municipales.

Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, esa ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía... por no hablar de sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos... sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado. Sin duda refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad psicopática.

Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.

El 11 de marzo de 1944 la policía acude a casa del doctor Petiot, alertada por los atemorizados vecinos que observaban salir de la chimenea una grasienta humareda negra y un hedor insoportable. La chimenea corría el riesgo de incendiarse, pues ya se veían las llamas sobresaliendo amenazadoras y no tardan en acudir los bomberos, quienes logran entrar en la casa a través del sótano. Allí, descubren sin dar crédito a lo que ven, el espantoso combustible que alimentaba las llamas: un montón de cuerpos desmembrados.

Momentos más tarde acude la policía, y el doctor Marcel Petiot les explica con orgullo que aquellos eran "sus" cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptan la explicación y lo dejan ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.

Petiot, aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dan por hecho que son más soldados alemanes. Pero cuando se constata que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta.

A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.

Al cabo de un tiempo de anonimato, Petiot inició una serie de correspondencia con el periódico Resistance, bajo otro nombre, pero sin modificar su letra (lo que ayudaría a su identificación), diciendo que la Gestapo había metido en su casa los cadáveres. Gracias a eso fue de nuevo detenido el 2 de noviembre de 1944.

Su juicio comenzó en el Tribunal del Sena el 15 de marzo de 1945, ahí se descubrió la verdadera faceta del doctor. No era un luchador clandestino por la libertad, sino un criminal totalmente degenerado.

Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 Kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.

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Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión "No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo"... y nada más lejos de la realidad, ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.

A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste furioso le amenaza con partirle la boca en la misma sala.

La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Lesseur con el pretexto que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.

Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.

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El 26 de mayo de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: "Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito."
 
Dennis Andrew Nilsen

"Temía despertarlo por miedo a que me abandonase. Temblando de miedo le estrangulé. El se debatía, y cuando estuvo muerto volví a llevar su joven cuerpo a la cama conmigo y fue el principio del fin de la vida que yo había conocido. Había empezado a recorrer la avenida de la muerte y a poseer un nuevo tipo de compañero de piso."

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El caso de Dennis Andrew Nilsen es increíble. Pues fue un hombre tan atormentado por la soledad que asesinaba a sus diferentes amantes por temor al abandono.

El 3 de febrero de 1983, en el número 23 de Cranley Gardens, al norte de Londres, los ocupantes descubren que sus lavabos están atascados por enésima vez. Otras averías similares ya habían derrotado con anterioridad a un fontanero local, y ese día llamaron al fontanero de una compañía privada para que les ayudase en la tarea.

Lo primero que hizo el fontanero fue inspeccionar la fosa séptica que había junto a la casa, diciendo que en toda su vida profesional nunca había olido una pestilencia tan increíble como la que salía de allí. Al dirigir su linterna hacia el fondo del agujero de tres metros, se llevó la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino viscoso salpicado por unas manchas de algo que parecía sangre. Al bajar al agujero descubrió trozos de carne putrefacta, algunos de ellos con pelo adherido a la piel. Inmediatamente se avisó a la policía, quien realizó una inspección de la fosa al día siguiente y encontró más fragmentos de carne y huesos, identificados rápidamente como humanos.

Entre los residentes se encontraba Dennis A. Nilsen, de 37 años. Dennis era un hombre alto, delgado, con los hombros ligeramente inclinados hacia adelante y pelo castaño. Tenía una actitud franca y directa, una gran inteligencia y mirada fija y penetrante. Cuando regresó del trabajo a su casa, la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por tres detectives de la policía, expresó cierta sorpresa por el hecho que la policía se interesara por algo tan insignificante como un drenaje atascado. Cuando los agentes le hablaron de los restos hallados exclamó horrorizado: "¡Dios mío, qué espanto!".

Uno de los inspectores se dejó llevar por su experiencia e intuición y, desconfiando replicó rápidamente diciéndole que no les hiciese perder el tiempo en pesquisas y que les mostrase el resto del cadáver. Para gran sorpresa del inspector, la respuesta de Dennis fue: "Dentro de dos bolsas de plástico en el armario. Venga, se lo enseñaré". Atónitos, le preguntaron si se trataba de un cadáver o dos, a lo que respondió, encogiéndose de hombros con resignación, que era una larga historia y que prefería contarlo en un lugar más tranquilo, en la comisaría por ejemplo, puesto que era un alivio el poder desahogarse.

Mientras era conducido a la comisaría de policía, confesó que ya imaginaba que iba a ser detenido al llegar a casa, pero que decidió resignarse a esa suerte porque "era inevitable". Ni siquiera se tomó la molestia de deshacerse de los restos humanos que quedaban en su apartamento, pues eran las evidencias para demostrar que no mentía. También reconoció haber pensado en el suicidio al principio, pero pronto desechó la idea porque si moría nunca se sabría lo que había hecho.

Su aparente autocontrol y frialdad mientras confesaba desconcertó a los agentes, quienes pensaron estar ante un verdadero psicópata sin escrúpulos, pero Dennis, al estar consciente de ello, les explicó que sólo permanecía imparcial para que su testimonio fuese lo más objetivo posible para ellos, pues si daba rienda suelta a sus sentimientos de arrepentimiento y a su angustia interior, le costaría muchísimo guardar la calma: "Nadie debe verme llorar por las víctimas, eso forma parte de mi dolor personal".

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El 11 de febrero comenzó un interrogatorio fuera de lo común que duró once días. El asesino en serie más prolífico de la Gran Bretaña dictaría más de 30 horas de confesión muy detallada sobre los distintos crímenes, ayudando a la policía tanto como le fue posible con detalles y descripciones para que los investigadores pudiesen identificar a las víctimas. Apenas tuvieron que interrogarle, pues él mismo había trabajado como policía en período de pruebas y sabía de sobra cómo se desarrollaba un interrogatorio.

Comenzó diciendo que tenía un cargo de conciencia demasiado grande y posteriormente detalló toda su historia como criminal, no sin antes advertirles que una investigación concienzuda de su vida y obras podría producirles angustia.

Confesó que había un total de 15 o 16 cuerpos que él mismo había asesinado desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en su dirección anterior de la Avenida Melrose, en Cricklewood. Además, explicó que había intentado asesinar a otros siete jóvenes, pero no lo consiguió porque las víctimas lograron escapar y de otras se arrepintió.

Dennis se mostraba profundamente arrepentido de sus hechos, e incluso agradeció numerosas veces a los policías que lo habían detenido: "Ahora me siento culpable, merecedor de castigo. Estoy convencido de que merezco toda la pena a la que un tribunal pueda condenarme. Es un alivio que me hayan detenido, porque si lo hubiesen hecho a los sesenta y cinco años, podría tener a mis espaldas cientos de cadáveres".

El asesino dijo que los jóvenes que había matado eran casi todos de ambientes marginales o vagabundos sin domicilio fijo que deambulaban por las calles de Londres sin que nadie les prestase mucha atención, por eso sus desapariciones no fueron denunciadas y nadie echó de menos su ausencia.

"Al preguntarle por el móvil que le había incitado a cometer esos crímenes, Dennis dijo que lo había hecho por miedo a la soledad, que no quería que algo tan agradable como es el amor, fuese algo esporádico de una noche, que necesitaba a sus amantes: "En ninguno de los casos estoy consciente de sentir odio hacia ninguna de las víctimas... recuerdo que salía en busca de compañía y amistad, pero nunca pensaba en la muerte, el asesinato o hechos pasados. Vivía únicamente para aquel momento y para el futuro. Invité algunas personas a casa y otras se invitaron solas, aunque el sexo siempre estaba en un segundo orden. Sólo deseaba una relación cálida, buscaba alguien con quién poder hablar, aunque es una sensación muy agradable y relajante tener a alguien en la cama a tu lado durante toda la noche. Después de matarlos, experimentaba un sentimiento doloroso de desesperación y una sensación de vacío. Aunque sabía que el cuerpo estaba muerto, pensaba que la personalidad estaba todavía dentro de él, consciente y atenta a mis palabras. Trataba de conseguir desesperadamente una relación que nunca estuvo a mi alcance".

Al registrar la vivienda, los agentes hallaron los demás cadáveres descuartizados tal y como Dennis les había indicado: tras decapitar los cuerpos sin vida, hervía las cabezas a fuego lento mientras escuchaba música clásica con unos audífonos. Luego, troceaba el resto de los cuerpos y tras meterlos en bolsas de plástico las guardaba en el armario. En efecto, dentro del armario hallaron dos grandes bolsas que contenían otras más pequeñas con brazos, piernas, tórax, torsos sin cabezas y, más desagradable, un corazón, pulmones, riñones e intestinos.

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Con su testimonio y los restos de las víctimas los agentes tenían pruebas suficientes como para acusarlo, y le recomendaron la defensa de un abogado. Nilsen rechazó toda defensa legal en un principio, considerando que era capaz de defenderse solo, pero finalmente los mismos agentes le consiguieron un representante para el juicio. Su primer abogado le aconsejó declararse culpable, pero cuando su caso llegó al Tribunal de Old Bailey, ya había cambiado de letrado. Este le había dicho que cambiase su primera alegación por la de "responsabilidad disminuida" debida a un trastorno mental.

Dennis "amaba" a sus víctimas, se enamoraba de ellas. Ese fue el motivo que le llevó al asesinato. No estaba consciente de las muertes, según mostró en las confesiones o los poemas que escribía a los cadáveres:

"Le puse al joven los calzoncillos, la camiseta y los calcetines y volví a taparlo. Me bañé, me metí en la cama con él, lo acurruqué contra mí abrazándolo y empecé a explorar su cuerpo por debajo de las sábanas; entonces me di cuenta de que su cuerpo estaba frío y mi erección desapareció automáticamente, al día siguiente lo coloqué en el suelo de la cocina y decidí descuartizarlo, pero me resultaba imposible hacer nada que pudiera estropear aquel cuerpo maravilloso".

"Aquí, en el umbral de la abundancia, nada hay ahora. Sólo tú en mis brazos, más unas figuras sombrías que se acercan con algunas formalidades para hacerte entrar en su "sistema", y yo. Pienso en tu vida solitaria. Pronto será mañana y se meterán en nuestros asuntos La intimidad no tiene fronteras que no puedan ser franqueadas en nombre de la ley".

El mismo Dennis llegó a su propia conclusión, que explicó al jurado: "Puede ser que cuando mataba a aquellos hombres me matase a mí mismo, pues me quedaba de pie muy apenado y sumido en una profunda tristeza, como si acabase de morir un ser muy querido".

Finalmente, todos los miembros del jurado estuvieron de acuerdo en declarar a Dennis Andrew Nilsen culpable de la muerte de seis personas y dos tentativas de asesinato, por lo que el juez le condenó a cadena perpetua, como mínimo 25 años de condena.
 
psych0 rebuznó:
En muchas ocasiones he tenido que explicar y mucho mi aficion por los asesinos en serie.
Por fin encuentro a alguien que sabe de que habla y que sus razones son como las mias.


En una ocasion pillaron en mi pc una tia metiendose una rata (una foto vaya) y tube que explicar que lo tenia para ver hasta que punto la mente puede deprabarse... no se lo terminaron de creer pero era la verdad.

Lo mismo me dicen cuando me dá por mirar rotten y/o Consumption Junction...para acordarme que no somos superheroes y que la mente a veces puede ser increiblemente aberrante.

anm
constructor de sueños.
 
¡¡DIOS SANTO SERIAL KILLERS!!, YEAAAHH!!!

Hace años que me desenganché del asunto, pero estuve una temporada muy larga empapándome de las historias de estos seres tan particulares.

Mis favoritos son (es decir, me meo encima cada vez que se habla de ellos): ALBERT FISH y HENRY LEE LUCAS.

Otra cosa, a CHARLES MANSON se le suele meter en este saco pero él no mató nunca a nadie. Fueron los miembros de su familia los que cometieron los asesinatos, el simplemente era el inductor. Y un cabronazo de mucho cuidado.

Este tema siempre da pie a malas interpretaciones. A mí no me interesa la típica crónica de sucesos (ni siquiera lo de Puerto Hurraco) pero como en todo hay historias y personajes realmente interesantes. No me interesa un colgao que mata a alguien en una discusión de tráfico. Muchísimas veces la historia que hay alrededor tiene connotaciones más atreyentes que el propio crimen. Fish, Gein, Bundy... eran tíos atrayentes de por sí. Incluso los hay hasta graciosos. No recuerdo el nombre pero hay un menda al que le gustaba vestirse de torero para cometer sus fechorías.

¿Quién no se siente atraído por el lado oscuro?. También me jode la hipocresía que hay en torno a esto. La única vez que he podido ver a un cadáver con la cabeza reventada totalmente y los sesos esparcidos (fue en un accidente) volví la cara para evitar futuras pesadillas. Pero alrededor del cuerpo se amontonaban los curiosos que decían “¿y se ve todo?, ¿y se ve todo?”. Y no eran frikies no, eran sobre todo niñas pijas de esas con la patata en la boca. Toma ya con las niñas finas, que les pones un cerebro esparcido en la cuneta y se mojan enteras.
 
Hay un libro escrito por el Dr. Joel Norris que es la repera y se pilla por ahí a 6€ de nada. Pongo una reseña de dicho libro sacado de una página de rock:

Henry Lee Lucas: Retrato de un asesino en serie” Dr. Joel Norris (Editorial Valdemar, 1995)

Nunca he matado a nadie: solo a mamá” (H.L. Lucas)

¿Quién es realmente Henry Lee Lucas?, ¿ el mayor y más salvaje asesino en serie de todos los tiempos o el mayor fraude de jamás visto?. Cuando el 1983 Lucas se sienta en una pequeña comisaría de Texas y balbucea repetidamente “He hecho cosas terribles...” comienza uno de los casos criminales más fascinantes y que más ríos de tinta ha hecho correr del siglo XX. Henry Lee Lucas fue acusado de ciento cuarenta y siete asesinatos, que pudieron ser, según varias fuentes: doscientos cincuenta, trescientos sesenta y hasta dos mil. Según otros, solo es culpable de un asesinato. Lucas ha sido condenado a una pena de muerte, seis cadenas perpetuas, dos sentencias de sesenta y cinco años, a una de sesenta y su caso ha sido responsable de una ley conocida como Ley Henry Lee Lucas, que castiga automáticamente con la pena de muerta a todo aquel que sea condenado como asesino en serie.

El Dr. Joel Norris se adentra en la sórdida historia de Henry Lee Lucas para ofrecer un relato completo del caso, tanto desde el punto de vista biográfico y psicológico como sociológico. Lucas para sobrevivir ha desarrollado al máximo la facultad de mentir y manipular a los que le rodean. Cuando su historia sale a la palestra en el programa “60 Minutos” y se sobreexpone en todos los medios de comunicación, se retracta de los asesinatos y comienza el juego del gato y el ratón con todos los que le rodean: policías, políticos, psicólogos, periodistas, jueces... La actuación de todos queda en entredicho y las dudas y la polémica empiezan a hacer mella en todos los implicados y en la opinión pública. El Dr. Norris afirma que la personalidad de Lucas es como un calidoscopio: unas veces se muestra seguro de sí mismo, otras aterrorizado y desconfiado, unas débil y otras frío y calculador. Para unos es un timador y para otros un enfermo mental con un diagnóstico casi imposible de diagnosticar.
Lo que sí es cierto es que Lucas mató a su madre tras una discusión en un bar, al parecer accidentalmente y fue condenado por homicidio involuntario. Viola Lucas era una prostituta que maltrataba a sus hijos, con los que mantenía una relación presidida por la violencia. Como resultado de esta miserable infancia, Lucas heredó varias lesiones cerebrales y un odio visceral hacia las mujeres. También sufría alucinaciones y espejismos y le diagnosticaron esquizofrenia, probablemente sufría de algún tipo de epilepsia, también tenía problemas de memoria, varias deficiencias físicas y alteraciones químicas, fue adicto a las drogas y al alcohol, sufría hipergrafía, una profunda confusión sexual, era hiperreligioso y pasó varias temporadas en cárceles y reformatorios.

Como vemos, parece un cuadro típico para un asesino en serie. Pero Norris ahonda en todos estos temas para descubrir el verdadero porqué del comportamiento de Henry. También hace un profundo repaso sobre sus relaciones con Ottis Toole, con su amada Becky, sobre sus cambios de religión, su posible conexión con sectas satánicas, sus particulares cacerías, todo lo que rodeó a su investigación (¿cuántos casos no resueltos fueron adjudicados a Lucas?), su relación con la Hermana Clemmie y en definitiva, sobre todos los aspectos de su vida.

La vida de alguien que se ha convertido en un mito y ha sido objeto de millones de artículos, libros y películas y cuya personalidad ha definido la naturaleza de los asesinos en serie. [/i]
 
Hace dos o tres años, vi una exposición en el Guggenheim, una de cuyas instalaciones era una habitación con poemas de Charly Manson escritos en las paredes, música compuesta por él y un gran retrato suyo proyectado sobre la pared. Mi opinión es que el que debía figurar como autor era Manson, y no la supuesta autora. Eran sus poemas, su música y su foto. Y la autora una listilla que lo juntó todo.
¿Qué diría Polansky de que se enaltezca de semejante modo al señor que entró en su casa y torturó y mató a su mujer? A mí me tocaría un poco los cojones toda la parafernalia que hay alrededor de este hombre (un enfermo mental, al fin y al cabo) que se cargó a mucha gente que tenía una familia (como me encanta hacer demagogia barata, qué facil es).
 
borovnia rebuznó:
Me apasiona la mente humana y su funcionamiento

A mí también, pero más en un estilo neurótico Woody Allen :D

Espero que lo comprendas. Y no, no soy peligrosa :lol:
Ya me lo imagino, no eres peligrosa de las que dan puñaladas, pero todos tenemos algún peligro oculto (en descubrirlos está la gracia).
Michael Corleone rebuznó:
Borovnia, sorprendido me dejas

eso siempre es bueno, Michael, sorprender siempre es positivo :wink:

Totalmente de acuerdo, sorprender es bueno, simplemente porque ayuda a combatir el aburrimiento, el mayor de los males, el gran inductor de las tormentas cerebrales, de hacer cosas tan tontas como tratar de buscarle un sentido a esta vida y creernos que somos algo más que una maravillosa agrupación de células con pito/chocho
 
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