Todo esto no obsta para que entienda que lo de no tener hijos es antinatural. Lo natural es tenerlos. Y lo que me parece alucinante es que somos precisamente los que vivimos en el primer mundo los que vamos diciendo "uy, si es que mira a qué mundo los vamos a traer". Me cago en mi puta vida, pues al primer mundo, los vamos a traer al primer mundo, ni más ni menos. ¿A qué mundo los trae un marroquí, un guineano, uno del puto Chad, un sucioindio en un slum de Bombay o Calcuta, un payoponi en el altiplano, un tiraflechas en la jungla? ¿Que somos muchos? Sí, desde luego. Son muchos en África, son muchos en Asia, son esos, esos y no nosotros, los que se están reproduciendo a tope, es a esos a quienes hay que decirles "eh, parad, que somos muchos". También veo perfectísimamente cómo hay un discurso montado que se ha vendido a toda mi generación y a las sucesivas de que los niños molestan y quitan de divertirse y de viajar y de su puta madre y que es mejor elegir lo segundo que lo primero.
@BAILARÉ SOBRE TU TUMBA tiene toda la razón en el post que me precede. Y lo dice uno, insisto, que no los tiene ni ha sentido la necesidad de tenerlos. Pero lo que es, es.
Y las consecuencias de no tenerlos, las consecuencias que toda mi generación y las posteriores decidan masivamente ni siquiera reponerse, no ya multiplicarse, hundirán esta civilización tal y como la conocemos. El espacio que no ocupen nuestros hijos lo ocuparán los de otros que no se preguntan que a qué clase de mundo los traen y que no eligen viajecitos en lugar de hijos, esos que no piensan que son muchos. El precio a pagar es extraordinariamente alto, y hacia el final de nuestras vidas empezaremos a verlo y entonces vendrá el llorar y el crujir de dientes.