Por lo poco que sé de estos asuntos, los que se producen cortes lo hacen para darse un chute de endorfinas que produce el cuerpo para contrarrestar el dolor del corte.
Lo suelen hacer en plan ritual, con su música puesta, su botiquín para curar y vendar el corte nada más realizarlo, etc.
Lo de estas fotos implicaría algo mucho más grave. Una disfunción del hipotálamo donde los canales del dolor y del placer están enviando señales simultáneamente por empatía neuronal, ya que ambos proceden del mismo nodo cerebral.
Esto provoca una adicción a la mutilación que produce un intenso placer mientras se ejecuta, y como todas las adicciones, cada vez se necesita un estímulo mayor.
Somos todos unos Yonkis del circuito de recompensa cerebral.
Normalmente esa liberación de dopamina y serotonina es muy leve y rápida, y recompensa lo que tiene que recompensar: cubrir las necesidades básicas como hidratarse, alimentarse, evacuación de desechos al cargar y near, regulación corporal al taparse con la manta en invierno o ponerse ante el ventilador en verano.
Pero a veces recompensa el dolor, como el subidón de endorfinas tras una sesión en el gimnasio, o tras una pelea donde se dan y reciben golpes e incluso se producen heridas.
Esto tiene el riesgo de convertirse en adicto al querer maximizar esa sensación, así tenemos los adictos al azúcar y grasas saturadas, los masoquistas y automutilados, y los adictos a deportes de riesgo, pasando por los que se machacan en el gimnasio de forma extrema.
No somos unas máquinas muy perfeccionadas, me temo. Hay que ser consciente de ello.
La adicción definitiva sería la estimulación cerebral profunda del centro de recompensa con electricidad y acetilcolina. Se han dado casos.