Una vez, hace años, que iba to taja fui a la narcosala de Colón a pedir un kit de pincharse drogaína. Me dio por ahí. Al principio no me lo querían dar porque hace falta un carnet de yonki, pero les dije que que qué querían, que pillase sidra compartiendo aguja. Así que me dieron el kit, un estuche con jeringa, cazuelita, cotón y gasa con alcohol y no sé qué más. Luego fui a la calle Robadors a pillar heroína. Se la pedí a un nigeriano que no me la quería vender al verme demasiado niño. Le enseñé el kit y le dije que se dejara de hostias, el tío accedió, le di 20 euros y desapareció diciéndome que volvía enseguida. No las tenía todas conmigo, pero al cabo de un rato volvió con una bolita llena de potro. Me fui a mi casa -vivía entonces con mi madre- y me pinché la mitad. Me moló y decidí pincharme la otra media. Alcohol y heroína son dos depresores del sistema nervioso. Una bomba. Me caí de la silla de mi cuarto inconsciente, pero LOL quiso que mi madre oyera el batacazo y acudiera. Me encontró tirado con una jeringuilla en la vena, llamó a una ambulancia y me reavivaron de una parada respiratoria.
Lo curioso fue que no se creían, ni papis ni personal médico, que era la primera vez que me pinchaba, ya que lo había hecho como un pro. Yo sólamente lo había visto en las pelis y tal cual procedí.