Eran las 3h y 32min de la madrugada del 13 de abril. La temperatura era agradable, casi veraniega. Silencio sepulcral en Chiloeches, sólo se oía algú ladrido lejano y un siniestro crepitar. Eran casi las 3:33, la hora maldita, cuando un chico de 20 años llegaba a su casa unifamiliar y se la encontraba ardiendo. O eso dijo cuando llamó a emergencias.
Sus padres de 52 años y su hermana de 22 yacían ya muertos y abrasados por las llamas.