Cuando yo era pequeñito, escuchaba a mis amiguetes hablar y me ponía verde de la envidia que me daban. Quien más quien menos, todos tenian alguna vecinita de su edac, alguna prima o alguna amiguita de la pandilla con quien jugar al botellón, con quien encerrarse en el ropero de sus padres, a quien mandarle una cartita pidiéndole salir o a quien besar a escondidas, o a quien levantarle la falda con un palito o a quien palparle los genitales tras la tapia de algún solar. Yo no tuve nada de eso y tuve que apañarme, paja va y paja viene, con paciencia y resignación.
Cuando tenía doce años, quedamos con unas tordas de nuestra edad que asistían a un colegio para hijos de militronchos y, la que a mí me gustaba, que era morena, patilluda y con la cara llena de granos, me hizo un desaire muy feo al decirme que yo no la gustaba. Ella estaba enamorada de mi amigo, que era muy alto y medio karateka, al tiempo que muy salado y muy animado. Con un competidor así poco había que hacer, claro está. Han pasado muchos lustros desde aquello, pero les aseguro que si dios la pusiera a mis alcances en éste preciso momento, y yo viera posibilidades reales de salir impune, la arreaba una mojada en el vientre que la dejaba sequita en el sitio.
Tras de aquel desgraciado incidente ya le vi las orejitas al lobo y concluí que la cosa no era para tomarsela a risa, y que algo muy podrido había de tener ésta chavala en su cerebro para tratarme asín de mal y con tanta crueldad, porque yo no le había hecho nada malo y no había derecho y eso no podía ser.
Mi vida siguió por derroteros que a ustedes no se les ocultarán, y con pocas ganas de estudiar y menos aún de trabajar, dedicaba mis ocios a la lectura, al aeromodelismo, a la fotografía, a no salir de casa y a ser un subnormal. Era yo por aquel entonces friky, nerdie y nuncafollista. Me fuí haciendo mayor y me dieron ganas de tener novia y eso, pero la novia no aparecía y yo seguía con mis frikadas y con mis pajuelas. ¡Qué remedio!.
Me puse a trabajar a temprana edad, por aquello de que a la fuerza ahorcan, y con mi primer sueldecito me compré una Lambretta de cuarta mano, una bomber y un par de botas, tratando de forjarme una identidad. Empezé a codearme con mods, skins, punks e incluso rockers, y de la noche a la mañana pasé de no tener amigos a tener unos cuantos, cosa que considero que nunca está de más. Por lo menos ya tenía con quien entretenerme, pero las ganas de follar apretaban y no había manera de hacer seguida.
Tras muchos fracasos, producto de mi ignorancia, me puse a salir con una chavalita guapita y bastante convencional, que fué la primera novia que tuve.
Dado mi lamentable palmarés en el truñir, sería lógico pensar que me aferré a ella desesperadamente y que hubiera dado mi brazo derecho por conservarla a mi lado, que es lo que les pasa a todos los nuncafollistas que se ennovian por un golpe de suerte.
Pero qué va. Los primeros días vale, pero luego pronto me empezé a cansar.
Nunca me sentí flotando en una nube, o como si me sucediera algo extraordinario. Tenía novia, estaba incluso buena, era la primera y la única... pero me aburría. Me faltaba algo. Follar con regularidad no era suficiente y pensé que aquello no estaba claro y que entre la paja y la novia tendría que haber algo más, porque si no aquello era un coñazo. La perdí la atracción sensual en breves semanas, y el cariño y las formas al andar de los meses, asín que me mandó al carajo y me jodió pero también descansé y me quité un peso de encima.
Y ahora venía lo bueno , pero ya me he cansao de escribir. Gracias.