¿Qué tenían en común Jane Russell, Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor, Jane Mansfield, Brigitte Bardot o Carol Baker? No lo piensen mucho: ¡Tetas! Y no al estilo de Isabel Sarli, es decir abundantes de verdad, sino tetas marcadas, subrayadas, aumentadas y modeladas por los corpiños en boga en esos tiempos: fue hacia 1950 que los sujetadores femeninos explotaron como prendas cuya misión no era en absoluto la de sujetar, sino la de simular tetas casi cónicas, pechugas despampanantes y hasta desproporcionadas en relación con cuerpos que a veces quedaban empequeñecidos por semejantes atributos