Volvemos al debate de siempre, el de cine y política.
Por una parte lo que dice yeims es cierto, y hay un verdadero problema estructural en cuanto a ciertas prácticas comercialmente establecidas que ahogan la distribución de productos que puedan salirse de la norma.
Pero por otro lado, le doy la razón a Eire en el sentido de que el problema del cine actual es un problema de público, o más bien de falta de público, que lleva a que se apueste por un tipo de espectador al que en realidad el cine le gusta más bien poco, y pide eso de que le "entretengan". El problema es que ese espectador va al cine como mucho una vez al mes, y se abandona al auténtico cinéfilo al que le gusta tanto el cine comercial como el que "le da que pensar" (siguiendo esta lógica idiota del "yo voy al cine para que me entretengan", como si pensar fuera algo opuesto a eso, y malo).
En ese aspecto, el problema del cine español es también el problema del público español, que es especialmente inculto y poco formado (normal, con el sistema educativo que tenemos).
Sólo hay que ver las películas más taquilleras en cada país. Mientras que en Francia la más taquillera de la historia, Bienvenidos al norte, que es una comedia de costumbres amable y bien hecha, aquí es algo tan zafio, tan bruto y tan mal construido como la saga Torrente, y antes lo fue una vulgar copia de la moda tarantiniana como Airbag, y antes alguna de Pajares y esteso, y antes alguna de Landa... y así ad infinitum.
Que sí, que el problema del cine español es también la falta de actores que pronuncien de manera normal (de nuevo, achacable al modelo educativo) o de un respeto a los guionistas (ídem), pero es, sobre todo, del perfil de público medio que hay.