Pero es que lo ve usted desde la ópica equivocada. Me pregunta cómo sobrellevar la sensación de vacío que nos produce el quiero y no puedo de la sociedad actual, pero... ¿y si tal sensación no fuera más que el motor que nos mueve, la razón de ser de nuestra especie?
Desde siempre los hombres han deseado la mejor hembra, el mejor coche, el mejor trabajo, la polla más larga y el sueldo más grande. Y eso es así cuando la mejor hembra era la Ramona del cortijo de al lado, el mejor coche era el 2 caballos y el sueldo más grande eran 10 arrobas de cebada; pero también cuando la mejor hembra sale en las revistas guarras, el mejor coche tiene más caballos que toda la familia de Bertín Osborne y el sueldo más grande multiplica por 100 al sueldo más grande de nuestros abuelos.
El sistema está montado para que usted sienta eso que siente ahora mismo. Una sociedad con la barriga llena y totalmente satisfecha en sus placeres es una sociedad abocada a la desaparición, y me remito a los paraísos comunistas: cada uno es lo que es en el sistema, no tienes posibilidad de mejorar ni promocionar, lo tienes asumido, y además el gobierno te procura un plato de alubias todos los días de tu vida. ¿Qué pasó con ese modelo de vida? Que se hundió estrepitosamente.
La clave del éxito del ser humano siempre ha sido la insatisfacción: la sensación de desear y querer conseguir algo es el motor más perfecto y potente que conocemos.
Por eso usted está a punto de caramelo: es un ser que desea cosas, y que se moverá para conseguirlas. Trabajará más, consumirá más, luchará más e intentará tapar por todos los medios ese vacío que siente. ¿Cómo hacerlo? Eso ya depende de cada cual: unos lo hacen atiborrándose de chocolate, otros abrazando alguna religión, también se puede uno autoconvencer para no poner el listón tan alto, o simplemente disfrutar de lo que se tiene, aunque sea poco. Aunque al final todos acabamos haciéndole caso al sistema y nos lanzaremos a por la última Play Station, el último móvil, la tele de plasma más moderna... para lo cual habrá que hacer más horas, seremos más productivos y el Gran Hermano nos señalará de forma ownesca al ver que seguimos tan al pie de la letra el plan marcado. Suerte que un buen polvo nos abstrae de todo ello, aunque sean 20 minutos, media hora en las ocasiones especiales...
