percutador
Veterano
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- 9 Jun 2006
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Tras las vacaciones volví al piso que compartía con otros dos colegas de la Facultad, faltaban dos semanas para que empezaran las clases y Nacho estaba en casa de sus padres mientras Pedro no daba señales de vida. Tenía la casa para mí solo.
A eso de las seis, me llama Nacho y me dice que va a ir su novia Belén a recoger unas cosas, unos libros que le iba a dejar y no se qué. Me ofrezco para ir a buscarla a la estación de autobuses y acompañarla al piso.
Aparece la chica puntual con un vestido muy corto (estábamos aún en verano), apenas una tira de fina tela estampada que tapaba su tanga y un top que dejaba todo su ombligo al aire, aún recuerdo esas piernas largas y finas terminadas en unos muslos duros que movía con donaire sobre unas sandalias con tacones y el perfume a eau de roches que dejaba a su paso.
Con una tía que no conociera me hubiera mostrado cortado por la situación y quizás algo baboso pretendiendo llevármela al catre. Pero era la novia de mi mejor amigo, una chica de la que él muchas veces me comentó lo sumamente enamorado que estaba de ella y ese afecto que ambos sentíamos por él, le daba a nuestro encuentro una familiaridad que con otra no hubiera tenido.
Belén era una chica alta con una larga melena castaña y unos ojos verdes almendrados. Su nariz respingona y su boquita muy fina, le daba un aire a muñequita de manga, que sin duda para muchos la hacían irresistible.
Pude comprobar que se sentía a gusto conmigo pues parecía relajada y sonreía frecuentemente, a pesar de que yo no la había tratado mucho. Hacía unos meses que habían empezado a salir, tras mucho tiempo de perseguirla Nacho, que hasta se fue a veranear el año anterior al lugar donde sabía que Belén trabajaba para hacerse el encontradizo y poder quedar con ella; y cuando tras mucho insistir ella le dijo por fin el sí, mi amigo se sentía eufórico. Ese mismo verano se habían ido los dos a un Interrail durante un mes, al que me había invitado Nacho, pero decliné la oferta por no estar con pareja en aquel momento y pensar que tres eran multitud. Precisamente durante el camino a casa fuimos hablando de las anécdotas de aquel viaje.
Al llegar al piso, mientras ella se sentaba en el ajado sofá de cuero que teníamos en el salón, dejando ver esas piernas depiladas que a cualquier mortal le hubiera gustado comerla a besos, me fui a prepararla algo de beber, un zumo de frutas del bosque, que siempre había en la nevera, con mucho hielo y un poco de ron. Me traje otro para mí.
Sentada frente a mí trataba de no mirarla con lascivia, pero me era difícil, por una parte pensaba lo mucho que me gustaría enrollarme con esa chica y por la otra no hacía más que repetirme que era la novia de mi amigo, que seguro que estaba enamorada de él y que si se mostraba tan confiada conmigo era porque yo no era un baboso cualquiera sino el mejor amigo de su novio. Traicionar esa confianza de ella y de él hacia mí, me parecía en aquel momento poco menos que un crimen.
Estuvimos un rato charlando, yo me sentía bien, a gusto, como cuando estoy con personas de mi círculo, y ella creo que también, incluso pude hacerla reír con alguna de mis ocurrencias. Soy bastante irónico al hablar y eso parecía hacerla gracia.
Sonó el teléfono, fui a cogerlo pensando que sería Nacho preguntando si ya había llegado su novia, pero no, era mi madre, dando la tabarra, como de costumbre, con que si había hecho la compra y qué había comido ese día. Cuando volví al salón Belén se había descalzado y tumbada todo lo largo que era sobre el sofá con su faldita algo levantaba, me comentaba todo sonriente lo que daría por un buen masaje de pies que la estaban matando.
Puedo decir que durante unos instantes me quedé mirándola como hipnotizado y en aquel momento hubiera pagado hasta un brazo por ser yo el afortunado que la diera ese masaje.
Ya creí que mis pantalones iban a estallar del dolor que sentía por mi pene tratando de escapar de aquel encierro, cuando tras morderse el labio me susurró con una vocecita apenas audible “tengo tanto calor, Carlos” mientras iba subiendo con una mano larga de dedos finos su faldita y dejaba al descubierto un tanga negro, que solo el enorme amor que sentía por Nacho, pues no encuentro otra palabra que defina esa amistad, me impidió no lanzarme a él como un animal en celo.
Porque yo quería a Nacho, joder si le quería, me sentía tan comprendido por él, como no lo he vuelto a sentir nunca por nadie, me había pasado noches enteras hablando con él de mil temas, riéndonos los dos, habíamos pasado muchas experiencias que aún, a pesar de todo, recuerdo con nostalgia.
Así que la dije que no podía ser, que era preciosa y me encantaba y es por eso que yo no podía darle un masaje porque terminaría haciendo algo de lo que me iba a arrepentir, que Nacho no se merecía eso, estaba tan enamorado de ella y yo no podría después mirarle a la cara, que si no fuera la novia de Nacho daría mi alma por estar con ella, pero lo mejor era hacer como si eso no hubiera ocurrido, que lo olvidásemos y ya está, que yo jamás le comentaría nada a él.
Y nunca se lo hubiera comentado, más que por no joder a su novia, por no hacerle sufrir al saber que la persona que tanto amaba y había idealizado se había ofrecido así a otro, yo no quería darle ese palo, porque sabía que le iba a destrozar.
Ella me miró con odio, una mirada que jamás olvidaré, había una mezcla en ella de desprecio, despecho y resentimiento. Y me dolió porque a mí me hubiera gustado llevarme bien con la novia de mi mejor amigo y no quería que aquel episodio lo estropease todo; pero no sabía hasta que punto lo iba a estropear…
Me disculpé con ella diciendo que me iba a dar una ducha y la dije que era la chica más preciosa que había conocido nunca, inteligente, divertida, que Nacho era muy afortunado por estar con ella y yo le envidiaba por tenerla y ojalá un día pudiera encontrar yo a alguien así, como ella. Ni me contestó.
Me metí en la ducha sin dar siquiera el grifo de agua caliente, quería que se me bajase ese calentón y poder aclarar mis ideas. No tardé mucho, pero cuando salí ella no estaba.
A las dos horas me telefoneó Nacho, lo más bonito que me dijo fue “hijo de la gran puta” mientras me preguntaba qué le había hecho a su novia que le había llamado llorando. Yo le repetía una y mil veces que no la había hecho nada.
Me dijo que quería que me fuera de esa casa, que no quería volver a saber nunca nada más de mí. Estaba fuera de sí. Le contesté que de acuerdo que al día siguiente a primera hora ya no estaría, pero que se estaba equivocando…
Esa misma noche hice otra vez mi maleta y me busqué una pensión, un par de semanas después ya estaba en un piso con un chaval de Burgos y otro de Salamanca. A Nacho me lo crucé por la Facultad muchas veces pero ni me saludaba.
Pedro me dijo que Eva le había dicho a Nacho que yo había tratado de abusar de ella, yo le dije a Pedro que le hiciera saber a Nacho que eso no era cierto. La verdad es que ella le dejó dos meses después; pero Nacho y yo no nos volvimos a hablar.
Bueno, miento, un año después de aquello, recibo una llamada y era él, me dijo en un tono muy seco que quería pedirme perdón por haber pensado mal de mí (debió haber hablado con Pedro o ella le confesaría lo que pasó), el caso es que nunca le conté lo que ocurrió realmente, me parecía una manera muy cruel y gratuita de humillarle, simplemente le dije que debió confiar en mí porque nunca hubiera intentado abusar de ninguna chica ni menos de su novia, “sí, lo sé” contestó con laconismo, y así terminó la cosa.
Me licencié y encontré trabajo en otra ciudad.
Esta historia es real, he cambiado, eso sí, los nombres. Os lo comento por si alguna vez os pasa una situación como la que me ocurrió a mí, ya que se habla en el canal del binomio novia/amigo; y actuando bien, como creo que hice yo, podéis perder un polvo inolvidable y además un amigo, pero no me arrepiento, conociéndome sé que no me hubiera perdonado hacerle eso a mi amigo.
Mi novia dice que la chica (Belén) actuó así por autodefensa, pensando que yo se lo iba a contar a Nacho, dio antes su versión y que también estaría despechada, pero yo no hice nada por humillarla, simplemente me quise mantener fiel a una amistad, amistad que debido a esa historia se fue a la mierda.
Ahora podéis comentar que soy un gilipollas y esas cosas.
Pero eso sí me gustaría que leyerais este post con que expresa mi estado de ánimo al escribirlo.
Un saludo
A eso de las seis, me llama Nacho y me dice que va a ir su novia Belén a recoger unas cosas, unos libros que le iba a dejar y no se qué. Me ofrezco para ir a buscarla a la estación de autobuses y acompañarla al piso.
Aparece la chica puntual con un vestido muy corto (estábamos aún en verano), apenas una tira de fina tela estampada que tapaba su tanga y un top que dejaba todo su ombligo al aire, aún recuerdo esas piernas largas y finas terminadas en unos muslos duros que movía con donaire sobre unas sandalias con tacones y el perfume a eau de roches que dejaba a su paso.
Con una tía que no conociera me hubiera mostrado cortado por la situación y quizás algo baboso pretendiendo llevármela al catre. Pero era la novia de mi mejor amigo, una chica de la que él muchas veces me comentó lo sumamente enamorado que estaba de ella y ese afecto que ambos sentíamos por él, le daba a nuestro encuentro una familiaridad que con otra no hubiera tenido.
Belén era una chica alta con una larga melena castaña y unos ojos verdes almendrados. Su nariz respingona y su boquita muy fina, le daba un aire a muñequita de manga, que sin duda para muchos la hacían irresistible.
Pude comprobar que se sentía a gusto conmigo pues parecía relajada y sonreía frecuentemente, a pesar de que yo no la había tratado mucho. Hacía unos meses que habían empezado a salir, tras mucho tiempo de perseguirla Nacho, que hasta se fue a veranear el año anterior al lugar donde sabía que Belén trabajaba para hacerse el encontradizo y poder quedar con ella; y cuando tras mucho insistir ella le dijo por fin el sí, mi amigo se sentía eufórico. Ese mismo verano se habían ido los dos a un Interrail durante un mes, al que me había invitado Nacho, pero decliné la oferta por no estar con pareja en aquel momento y pensar que tres eran multitud. Precisamente durante el camino a casa fuimos hablando de las anécdotas de aquel viaje.
Al llegar al piso, mientras ella se sentaba en el ajado sofá de cuero que teníamos en el salón, dejando ver esas piernas depiladas que a cualquier mortal le hubiera gustado comerla a besos, me fui a prepararla algo de beber, un zumo de frutas del bosque, que siempre había en la nevera, con mucho hielo y un poco de ron. Me traje otro para mí.
Sentada frente a mí trataba de no mirarla con lascivia, pero me era difícil, por una parte pensaba lo mucho que me gustaría enrollarme con esa chica y por la otra no hacía más que repetirme que era la novia de mi amigo, que seguro que estaba enamorada de él y que si se mostraba tan confiada conmigo era porque yo no era un baboso cualquiera sino el mejor amigo de su novio. Traicionar esa confianza de ella y de él hacia mí, me parecía en aquel momento poco menos que un crimen.
Estuvimos un rato charlando, yo me sentía bien, a gusto, como cuando estoy con personas de mi círculo, y ella creo que también, incluso pude hacerla reír con alguna de mis ocurrencias. Soy bastante irónico al hablar y eso parecía hacerla gracia.
Sonó el teléfono, fui a cogerlo pensando que sería Nacho preguntando si ya había llegado su novia, pero no, era mi madre, dando la tabarra, como de costumbre, con que si había hecho la compra y qué había comido ese día. Cuando volví al salón Belén se había descalzado y tumbada todo lo largo que era sobre el sofá con su faldita algo levantaba, me comentaba todo sonriente lo que daría por un buen masaje de pies que la estaban matando.
Puedo decir que durante unos instantes me quedé mirándola como hipnotizado y en aquel momento hubiera pagado hasta un brazo por ser yo el afortunado que la diera ese masaje.
Ya creí que mis pantalones iban a estallar del dolor que sentía por mi pene tratando de escapar de aquel encierro, cuando tras morderse el labio me susurró con una vocecita apenas audible “tengo tanto calor, Carlos” mientras iba subiendo con una mano larga de dedos finos su faldita y dejaba al descubierto un tanga negro, que solo el enorme amor que sentía por Nacho, pues no encuentro otra palabra que defina esa amistad, me impidió no lanzarme a él como un animal en celo.
Porque yo quería a Nacho, joder si le quería, me sentía tan comprendido por él, como no lo he vuelto a sentir nunca por nadie, me había pasado noches enteras hablando con él de mil temas, riéndonos los dos, habíamos pasado muchas experiencias que aún, a pesar de todo, recuerdo con nostalgia.
Así que la dije que no podía ser, que era preciosa y me encantaba y es por eso que yo no podía darle un masaje porque terminaría haciendo algo de lo que me iba a arrepentir, que Nacho no se merecía eso, estaba tan enamorado de ella y yo no podría después mirarle a la cara, que si no fuera la novia de Nacho daría mi alma por estar con ella, pero lo mejor era hacer como si eso no hubiera ocurrido, que lo olvidásemos y ya está, que yo jamás le comentaría nada a él.
Y nunca se lo hubiera comentado, más que por no joder a su novia, por no hacerle sufrir al saber que la persona que tanto amaba y había idealizado se había ofrecido así a otro, yo no quería darle ese palo, porque sabía que le iba a destrozar.
Ella me miró con odio, una mirada que jamás olvidaré, había una mezcla en ella de desprecio, despecho y resentimiento. Y me dolió porque a mí me hubiera gustado llevarme bien con la novia de mi mejor amigo y no quería que aquel episodio lo estropease todo; pero no sabía hasta que punto lo iba a estropear…
Me disculpé con ella diciendo que me iba a dar una ducha y la dije que era la chica más preciosa que había conocido nunca, inteligente, divertida, que Nacho era muy afortunado por estar con ella y yo le envidiaba por tenerla y ojalá un día pudiera encontrar yo a alguien así, como ella. Ni me contestó.
Me metí en la ducha sin dar siquiera el grifo de agua caliente, quería que se me bajase ese calentón y poder aclarar mis ideas. No tardé mucho, pero cuando salí ella no estaba.
A las dos horas me telefoneó Nacho, lo más bonito que me dijo fue “hijo de la gran puta” mientras me preguntaba qué le había hecho a su novia que le había llamado llorando. Yo le repetía una y mil veces que no la había hecho nada.
Me dijo que quería que me fuera de esa casa, que no quería volver a saber nunca nada más de mí. Estaba fuera de sí. Le contesté que de acuerdo que al día siguiente a primera hora ya no estaría, pero que se estaba equivocando…
Esa misma noche hice otra vez mi maleta y me busqué una pensión, un par de semanas después ya estaba en un piso con un chaval de Burgos y otro de Salamanca. A Nacho me lo crucé por la Facultad muchas veces pero ni me saludaba.
Pedro me dijo que Eva le había dicho a Nacho que yo había tratado de abusar de ella, yo le dije a Pedro que le hiciera saber a Nacho que eso no era cierto. La verdad es que ella le dejó dos meses después; pero Nacho y yo no nos volvimos a hablar.
Bueno, miento, un año después de aquello, recibo una llamada y era él, me dijo en un tono muy seco que quería pedirme perdón por haber pensado mal de mí (debió haber hablado con Pedro o ella le confesaría lo que pasó), el caso es que nunca le conté lo que ocurrió realmente, me parecía una manera muy cruel y gratuita de humillarle, simplemente le dije que debió confiar en mí porque nunca hubiera intentado abusar de ninguna chica ni menos de su novia, “sí, lo sé” contestó con laconismo, y así terminó la cosa.
Me licencié y encontré trabajo en otra ciudad.
Esta historia es real, he cambiado, eso sí, los nombres. Os lo comento por si alguna vez os pasa una situación como la que me ocurrió a mí, ya que se habla en el canal del binomio novia/amigo; y actuando bien, como creo que hice yo, podéis perder un polvo inolvidable y además un amigo, pero no me arrepiento, conociéndome sé que no me hubiera perdonado hacerle eso a mi amigo.
Mi novia dice que la chica (Belén) actuó así por autodefensa, pensando que yo se lo iba a contar a Nacho, dio antes su versión y que también estaría despechada, pero yo no hice nada por humillarla, simplemente me quise mantener fiel a una amistad, amistad que debido a esa historia se fue a la mierda.
Ahora podéis comentar que soy un gilipollas y esas cosas.
Pero eso sí me gustaría que leyerais este post con que expresa mi estado de ánimo al escribirlo.
Un saludo