Black Rebel Motorcycle Club, en la Riviera, anoche.
No me esperaba una banda tan chupiguay, aunque para no faltar a la verdad, todo el postureo rockero estaba a cargo de Robert Levon, bajista y cantante al alimón con Peter Hayes, mucho más serio y shoegazer. De hecho, hacia la mitad pidió al público que saltara al hueco entre escenario y valla, para disgusto de los gorilas; todo para poder tener a la masa de cerca, entregada, alabándole.
Pero joder, aún habiendo escuchado poco de ellos antes de la cita (solo el Devil's Tatoo, del que tocaron dos temas, y un poco el Specter at the Feast), estos tipos contagian su fuerza y poderío en el escenario; incluso la batería, Leah Shapiro, que es más mala que un dolor, pero se esfuerza. Baterías chicas más vale que sean hombrunas, si no...mal vamos.
El sonido era un poco bola (la Riviera no se caracteriza por su buena acústica) pero casi le sentaba bien a los temas potentes, con ese rock con muchos momentos de distorsión difusa. Pero eso no le vino bien al bajo, cuyas florituras se perdían como lágrimas en la lluvia. Dos buenas horas de música (así sí merece la pena pasar por caja), pequeño homenaje a los Ramones con Robert cantando a la guitarra I Wanna Be Sedated, y en general una buena experiencia.
Ah, y los teloneros, unos nisu con pinta de tener 20 años, españoles, con un rock acelerado bastante soportable.