No, ninguna de las anteriores.
-Bueno, tenemos que acabar nuestra conversación, ¿no te parece? ¿Te he explicado alguna vez cómo encontramos este sitio tu madre y yo? Una vez estuvimos aquí cuando estábamos de viaje, mucho antes de que tu nacieras. Fue la primera vez, no teníamos mapa, lo habíamos olvidado en casa, la gasolina del coche se nos había acabado, paramos por aquí y seguimos a pie, nos perdimos. Empezó a llover y hacía frío, llegamos a aquel recodo donde está ese viejo pino y de pronto empezó a salir el sol, dejó de llover y el resplandor iluminó todo este lugar. Y me puse tan triste, mejor dicho, nos pusimos tan tristes tu madre y yo de no vivir aquí en esta casa, debajo de estos lavinos debajo de la mar, habría sido maravilloso. Me figuro que de esa forma hubieramos sido felices hasta la muerte o no.
-Ehehe.
-¿Qué? ¿Qué te pasa? No, no tengas miedo hijo mío, no hay ningún muerto por aquí. Ya sé que existe el miedo a la muerte y que es estremecedor. A menudo, eso hace que las personas recurran a según qué métodos, que no deberían elegir. Todo podría ser diferente si no tuviéramos miedo a la muerte.