A bote pronto recuerdo dos bien sonadas:
La primera: cuatro adolescentes descerebrados

en el garaje de la casa de uno de ellos. Tarde de sábado, aburrimiento extremo y haciéndole la revisión a una Puch Cóndor de otro que nos la trajo. Al lado, dos de nosotros nos habíamos puesto a jugar con algo muy normal: cerillas y una lata de gasolina. Vertíamos un charquito en el suelo y le pegábamos fuego, ¡qué díver!
En una de estas, la llama retrocede y la lata de gasofa comienza a arder. Al socio no se le ocurre otra cosa que... ¡pegarle un patadón a la lata!, que se tumba y sale un chorro de gasofa y fuego de mil demonios... y prende fuego a una Montesa Impala que había apoyada contra la pared de enfrente.
Las llamas llegaban al techo y aquello no había Dios que lo apagara. Lo intentamos con agua, sacos mojados, tierra... al final el fuego se extinguió porque le salió de los cojones, pero el almacén quedó negro por completo y la Montesa achicharrada.
La segunda: En una ocasión, haciendo lo que nunca debí hacer,
inundé por completo un hotel de tres plantas. Así de claro; por meterme donde no me llaman, quise hacer un arreglo en un latiguillo de agua
en la tercera planta, reventó cuando ya nos habíamos ido y se enteraron cuando el conserje vio bajar el agua escaleras abajo
en la planta baja.
El hotel estaba vacío pero abierto al público. El agua que no había bajado por las escaleras lo hizo filtrándose por el suelo y calando colchones, muebles... siniestro total, vamos.
Como ven, ya domino dos de los cuatro elementos; si hago memoria seguro que salen putadas usando los dos que faltan.
Buenas tardes.