¿Y cuál es el problema de las herencias? ¿Si tuviera hijos no le gustaría dejarles el fruto de sus esfuerzos para que ellos vivan mejor?
Que los hijos no tengan que ganarse su propia prosperidad los convierte en seres débiles; se debería desear lo contrario, que cada hijo tenga la oportunidad de curtirse por sus propios medios.
La familia es la base de la civilización y la herencia forma parte de ella. Entiendo que eso desequilibra el punto del que parte cada proyecto personal, pero también estimula la ambición de los progenitores por medrar para acomodar a sus hijos.
Cierto lo primero, pero el desequilibrio posterior, cuando es exagerado, como en el momento actual, lleva a situaciones que son negativas para el progreso humano, como tener a una gran mayoría de la población desposeída de una riqueza que se ha acumulado en las manos de una minoría que la usa para perpetuar su posición de rentistas eternos.
Si el Estado se quedara con la herencia en lugar de los hijos, nadie se esforzaría, tal cual pasaba en el comunismo.
La acumulación excesiva de riqueza también afecta negativamente a la cultura del esfuerzo, ya que los dueños de la riqueza ajustan las reglas del juego económico a su antojo para no perder jamás su riqueza, y los desposeídos, sabiendo que es una lucha imposible, dejan de esforzarse. Dicho de otra manera, la existencia de unas reglas y de unos puntos de partida equitativos son también un estímulo para el esfuerzo.
El estado debería quedarse solamente con aquella parte de la herencia que posibilita las diferencias de partida entre los individuos, y usarla para asegurar que la gente con menos opciones de partida reciben la misma oportunidad de esforzarse que los otros.
Otra opción contrapuesta, pero para mi también válida, sería que el estado no interviniese en hacer que nada sea equitativo, pero que a la vez tampoco interviniese en asegurar la inviolabilidad de la propiedad privada, o más bien que diversificase las opciones de transferencia legal de ésta. Por ejemplo, si yo fuese a tu casa y te venciese en combate singular (según las reglas que se estime oportuno prefijar), debería tener el derecho legal a quedarme con tus propiedades y con tus cuentas bancarias. Así queda resuelta la acumulación de una forma socialmente aceptable.