Bernhard Goetz, un neoyorquino de origen alemán nacido en Queens, estudiaba un grado en ingeniería eléctrica y otro en ingeniería nuclear en la Universidad de Nueva York. Mientras tanto se ganaba la vida con un pequeño negocio de reparación de aparatos electrónicos en Greenwich Village.
En 1981 sufrió un ataque en la estación de Canal Street (Manhattan) cuando tres jóvenes trataron de robarle equipamiento electrónico que llevaba encima, además de su cazadora de piel. Le golpearon contra una puerta de cristal y le tiraron al suelo, causándole pequeñas heridas, hasta que un policía fuera de servicio arrestó a uno de ellos en ese mismo momento, ayudado por Goetz. Goetz se sintió insultado al ver que el joven estuvo en comisaría menos tiempo que él respondiendo preguntas, además el joven quedó en libertad.
En ese momento Bernie Goetz toma la decisión de obtener un permiso de armas cortas en la ciudad de Nueva York, pero le dijeron que no tenía 'suficiente necesidad' de llevarla y le denegaron la petición. Nueva York tiene estrictamente prohibida la venta de armas cortas salvo en casos especiales que se someten a estudio uno por uno.
En un viaje a Florida para visitar a su familia se compró un revólver Smith & Wesson que se llevó a Nueva York...
22 de diciembre de 1984. Cuatro jóvenes afroamericanos del Bronx (Barry Allen, 19 años; Troy Canty, 19 años; James Ramseur, 18 años; y Darrell Cabey, 19 años), todos con antecedentes, entran en el Express número 2 con la misión de ir a Manhattan a robar dinero en una sala de juegos arcade.
En la estación de la calle 14 entra Bernhard Goetz en el tren y se sienta al fondo del vagón. Uno de los jóvenes se le aproxima y le pregunta "¿Cómo estás?". Goetz responde "Bien...". Los jóvenes se hacen gestos entre ellos y se aproximan a Goetz, rodeándole y aislándole del resto de pasajeros. Troy Canty le exige a Goetz que le de 5 dólares (según el resto de pasajeros los jóvenes estaban en una actitud "muy amenazante y agresiva").
Goetz le dice "¿Qué has dicho?", y el joven le repite que le de 5 dólares. En este momento Bernie Goetz se levanta y saca su Smith & Wesson de cinco disparos, abriendo fuego y haciendo blanco las cinco veces en los cuatro individuos.
Ninguno de los jóvenes murió, pero el que recibió dos disparos quedó parapléjico y con daños cerebrales.
En ese momento todo el aterrorizado pasaje sale corriendo hacia el otro lado del tren, dejando a dos mujeres cercanas a Goetz que se quedan allí inmóviles del miedo. Goetz les pregunta si están bien, asegurándose de que ninguna bala haya hecho daño a una persona inocente.
Con el tren parado, el conductor se dirige hacia Goetz preguntando qué ha pasado, a lo que Goetz sólo responde "Trataban de robarme". Así mismo el condustro le preguntó si era policía. Goetz, aún con el arma en la mano, le dice que no e inmediatamente salta a las vías, corriendo hacia el sur a través del túnel hasta llegar a la estación de Chambers Street, donde salió a la calle.
Goetz huyo a Vermont con un coche alquilado, quemó su cazadora, desmanteló el revólver, y estuvo deambulando por varios estados de Nueva Inglaterra sin rumbo fijo.
Una llamada anónima dijo que el sujeto del tiroteo podía ser Goetz, ya que encajaba con la descripción física, tenía un arma y ya había sido robado previamente.
Goetz se entrega en una comisaría de New Hampshire nueve días después del incidente.
Gran parte de la opinión pública se puso de parte de Goetz. Una organización por los Derechos Civiles (Congress of Racial Equality) le ofreció su apoyo. También los Guardian Angels, un grupo de jóvenes negros e hispanos que patrullan voluntariamente las calles para perseguir el crimen, hicieron una campaña pidiendo ayuda económica a los usuarios del metro para pagarle a Goetz un buen abogado.
Finalmente Goetz pasó 8 meses en prisión, un año con tratamiento psiquiátrico, 200 horas de servicio comunitario y pagó una multa de $5000.
Además el jurado decidió indemnizar al criminal que había quedado paralizado con $43 millones, cifra que obviamente Goetz, insolvente al haberse gastado todo en abogados, no podía comenzar a pagar... el delincuente nunca vió un centavo.
Goetz vive actualmente en Nueva York, ha hecho varias apariciones en programas de televisión, promueve el vegetarianismo con campañas en colegios, y en una entrevista en 2004 dijo que se sentía bien por lo que hizo en 1984, que "contribuyó a mejorar la vida de los neoyorquinos y a que la ciudad decidiera empezar a controlar el crimen de una vez por todas".