EL REDUCTO SUDAFRICANO
El "Viento de la Historia", es decir la descolonización exigida por un rebaño de frenéticos progresistas de color, manipulados por el eje judaico Moscú-New York, tenía, también, que llegar a la Unión Sudafricana.
Con la mala fe característica de los grandes medios informativos, se ha pretendido ignorar que, antes de la llegada de los primeros colonos portugueses y holandeses en el Sur del Continente Africano, los negros no habitaban ese país. Cien años después, los bantúes, procedentes del Norte, atacaron la colonia del Cabo. Durante un siglo, los bóers, descendientes de los primeros colonos blancos, debieron librar nueve sangrientas guerras contra los cafres y los bantúes; pero los bóers vencedores no quisieron exterminar a los vencidos negros. sino que incluso les ofrecieron territorios dentro de los cuales tendrían plena soberanía. De ahí arranca la tan criticada -por tan poco conocida- doctrina del Apartheid.
El hombre blanco ha convertido un país seco y pobre en un jardín. Gracias a él, los negros, originarios de las selvas del interior gozan -a pesar de la "horrible tiranía racista" del Apartheid-, de salarios cinco veces más elevados que en Kenia, tres veces más elevados que en el Congo y el doble que en la India de los falsos apóstoles Nehru, Menon, Gandhi y adláteres.
La doctrina del Apartheid se basa en la realidad del hecho innegable del secular atraso de los cafres y bantúes, así como en el problema que crearía el mestizaje. Consiste en el desarrollo separado de dos razas y dos culturas... si es que puede denominarse "cultura" al grado de civilización y al conjunto de conocimientos de las tribus cafres. La cuestión de si se han cometido abusos contra los negros y los mestizos está fuera de lugar; ninguna obra humana es perfecta, pero está fuera de toda duda razonable que el fin de la política de Apartheid traería consigo un caos gemelo al de Kenya o del Congo.
Fue el Primer Ministro Británico MacMillan quien "abrió el fuego", oficialmente, contra la política interna de la Unión Sudafricana, en un discurso pronunciado en Pretoria en 1960. MacMillan "aconsejó" (sic) al Gobierno Sudafricano la liquidación de su política de Apartheid, con la consiguiente concesión de los derechos políticos -es decir, del sistema un hombre, un voto- a los negros y a los mestizos del país. La concesión de tal derecho significaría el suicidio de los bóers, cuyo número es de 3.125.000, frente a 15.000.000 de cafres y bantúes un millón y medio de mestizos y medio millón de indios.
Los países de color de la Commonwealth dictaron una serie de medidas contra el Africa del Sur, a causa de la decisión del Gobierno del Dr. Verwoerd de mantener en su integridad la Política del Apartheid. Nehru y N´Krumah, fueron los campeones de esa nueva Cruzada Humanitaria. La Unión Sudafricana no tuvo más alternativa que separarse de la Commonwealth, sin que los Estados blancos de tal conglomerado -Australia, Canadá y Nueva Zelanda, además del Reino Unido- hicieran nada en su defensa.
Pronto empezaron las algaradas y las revueltas de los bantúes, cafres y hotentotes del país contra las autoridades. En Sharpeville los policías blancos debieron disparar para evitar ser linchados por una multitud de bantúes. La Gran Prensa desfiguró los hechos, pretendiendo que el Gobierno de Verwoerd intentaba "asustar" a los negros con asesinatos colectivos. El bien documentado periódico norteamericano "Closer Up" citó los nombres de los principales agitadores sudafricanos responsable de los incidentes habidos entre blancos y negros: "He aquí los nombres de los individuos que agitaron a las masas negras contra las autoridades sudafricanas: Emmanuel lsaacs, Phiippa Levy, Leon Levy, Amy Rietstein Dennis Goldberg, Paul Joseph, Gerald Goldman, Bernard Gottschalk, Hannah Stanton, Monty Berman, Doctor Abrahams, Ernst Moses Wentzel, Joe Slovo y Raymond Isaac Aronstein. "Closer Up" se preguntaba, irónicamente "¿se trata de bantúes?".
Una información de la Agencia A.T.S. informó que en Johannesburg la Policía irrumpió en la sede del movimiento subversivo y secreto "Poqo", Esa central estaba dirigida por un cuadrunvirato de judíos, llamados GoIdreich, Godberg, Berstein y Ferstenstein. Otro judío, David Pratt. atentó contra la vida del Doctor Verwoerd, hiriéndole gravemente. También la "acción legal" anti-Apartheid es dirigida por un judío, apellidado Kahn, jefe del partido de Oposición o Integracionista.
Sus correligionarios Oppenheimer (del trust diamantífero) Barnato y Strauss, le secundan en esa tarea de soliviantar a los negros contra los blancos de origen holandés, francés y británico.
Con ocasión del proceso contra los autores del sabotaje de Rlvonia, de entre las diez personas condenadas por conspirar contra el Estado seis eran negros, uno indio y los tres restantes -los cabecillas-, los hebreos Dennis Goldberg, Lionel Bernstein, delegado de propaganda del Partido comunista local (clandestino) y Arthur Goldreich, antiguo miembro de una de las bandas de terroristas del "Irgún Zvai Leum", que había luchado contra los ingleses y los árabes en Palestina. El abogado defensor de esos individuos fue Abraham Fischer (aka) Bram, identificado por el Departamento de justicia de la Unión Sudafricana como miembro del Partido Comunista. Este mismo Departamento publicó una lista de 129 personas, "de raza blanca" que había participado en acciones subversivas contra el Gobierno. De esas 129 personas, 93 fueron identificadas como judías y se supone que, al menos, una veintena más pertenezcan igualmente a esa raza. La mayoría de esas personas no habían siquiera nacido en Sudáfrica.
La lista en cuestión cita sus lugares de procedencia; unos cuantos ejemplos bastarán: Isaac Abraham Aber (Lituania), Morris Barenblatt (Rusia), Emmanuel Brown (Palestina), Jack Cohen (Rusia), Alexander Israel (Polonia), Joe Levenson y Eli Weinberg (Letonia). etc.
La Unión Sudafricana está sufriendo un verdadero boicot económico y político, encabezado por New York (o, si se prefiere, Washington) y Moscú, con la inevitable concurrencia del Estado de Israel -que practica en Israel un racismo muy especial, contra el que nadie se atreve a protestar- (Israel es el único Estado del mundo, en la actualidad, cuya nacionalidad se basa en la sangre, es decir, en la Raza. Es bien conocido el caso de Rita Eitani, a la que se rehusó la nacionalidad israelí por ser, sólo, medio-judía. "Europe-Action" (8-3-1965) menciona el caso de tres intelectuales judíos, Amos Kennan, Irgal Turmakin y Uri Zohar, que fueron encarcelados y multados por haber visitado el pueblo árabe de Dir-el-Assad, en Galilea "zona reservada para no-judios".)
En el Congreso Panafricano de Addis-Abeba, se lanzaron amenazas precisas contra Pretoria. Ben Bella ofreció sus "voluntarios" y lo mismo hicieron el Negus y el grotesco N´Krumah, laureado del Premio Lenin (No se debe exagerar el potencial militar que significaría esa alianza de primitivos y reyezuelos folklóricos de tribus negras. Recordemos que la atrasadisima Etiopía, conquistada y órelativamenteó civilizada por los italianos, no fue "liberada" del colonialismo por los negros, sino por un Cuerpo de Ejército británico, mayormente integrado por tropas blancas originarias... de Africa del Sur! ).
La O.N.U. condenó la política del Apartheid y una campaña internacional se desarrolló para excluir a la Unión Sudafricana de éste y de todos los organismos internacionales (Con ocasión del "caso sudafricano", La O.N.U. batió su ya impresionante récord de cinismo y mala fe. Después de una docena de discursos de delega-dos-hechiceros de diversas naciones africanas, el Dr. Louw, delegado sudafri-cano, contestó a los alegatos rebatiéndolos uno por uno, sin hacer caso de los insultos proferidos por los delicados progresistas de charol. Pero a petición del delegado de Ghana, el discurso de Louw no fue registrado en los archivos. Para la posteridad los bóers debieron guardar contrito silencio ). Incluso se trazó un plan para el ataque de los "cascos azules onusinos que, de momento no ha sido llevado a la práctica".
Si estas medidas no se han llevado, aún, a cabo, es porque, sin el concurso de la Alta Finanza, ello no puede realizarse. Y tanto la City como Wall Street quieren evitar una ruptura de relaciones comerciales con Pretoria. Londres sabe que esta significaría el paro forzoso de medio millón de obreros en la Gran Bretaña, pues la Unión Sudafricana es, todavía, uno de los mejores clientes de Inglaterra. Por otra parte, el boicotear los productos sudafricanos traería como consecuencia una devaluación del dólar y la libra. En efecto: la más importante de las exportaciones del Africa del Sur es precisamente ese oro que sostiene tanto a uno como a otra.
En definitiva el mayor enemigo de los "Afrikaaner" parece ser el enemigo interior, sin menospreciar el peligro que puedan significar la O.N.U., la URSS, los Estados Unidos -o, mas exactamente, su Gobierno real que maneja al legal-, Israel y las tribus negras de dentro y de fuera de la Unión. Los grandes financieros de El Cabo, Harry Oppenheimer de la "Anglo-America Corp." "De beers Consolidated Mines", etc., y sus correligionarios del interior y exterior pueden provocar el colapso sudafricano que significaría el fin de los valerosos bóers y el retorno de los negros del país a la más absoluta barbarie, con la consiguiente instalación, del bolchevismo en Pretoria.
Para conseguir este fin, no se escatiman medios, incluyendo los más viles. En ocasiones, la vileza se empareja con la más grotesca farsa: en 1962, el Premio Nobel de la Paz fue concedido nada menos que a Albert Luthuli, el jefe terrorista bantú (Los Premios Nobel son concedidos por un Comité prácticamente contro-lado por el banquero C. J. Hambro (que fue el último Presidente de la Socie-dad de Naciones) y por su correligionario, el financiero Marcus Wallenberg. Tradicionalmente, estos acaudalados individuos atribuyen los Premios Nobel de la Paz a comunistas o criptocomunistas. Emily Balch, presidenta honoraria de la Liga Femenina pro-Paz y Libertad (comunista), el negro onusino Ralph Bunche, el mundialista inglés Boyd-Orr, el cafre Luthuli, ilustran esta tesis. Los Premios de Literatura, Medicina, Química y Física siguen la misma orien-tación política: Quasimodo, Pasternak Sokholov Andric, Isidor Rabi, Felix Bloch, Bertrand Russell, Gide, Sartre, etc)