Morzhilla rebuznó:
Que fina es la linea que separa el amor del oido.
Tú siempre poniendo los puntos sobre las íes.
Y ahora, si me lo permitís, voy a marcarme un Dakilla:
Anoche me reencontré con un amigo. No un amigo de ésos "va, echemos un par de polvos, joder, han sido monumentales, no se nos olvidará en la vida", sino uno de ésos que no te hacen ni puto caso cuando les zorreas y al final te cansas, pero ves que ahí sigue el tío, hablándote y tratándote como siempre.
Le dejé de hablar hace tiempo porque notaba que ya no era el mismo conmigo, ya no me contaba sus cosas. La gota que colmó el vaso fue cuando me envió por correo electrónico una receta culinaria hecha a base de pasta... a MÍ, que soy paleo. Me sentí una completa desconocida para él, y no volví a contestarle más a sus mensajes.
Pues bien, anoche nos reencontramos. Lo curioso fue que se acercó a mí, cuando pudo haberme rehuído perfectamente. Tras mi vergüenza inicial ante su dedo acusador, conseguí abrirme y decirle la verdad. Entonces me dijo cosas bonitas en plan "tú eres la persona que más sabe sobre mí", "hablo con muy poca gente, que seas una más no significa que no seas importante", "al menos me alegra saber que estás bien". Y yo poniendo cara de póker todo el rato. Quiero decir... ¿cómo creerme que alguien de verdad me aprecia? Hay gente a la que doy asco, y gente que me tiene sincero afecto. ¿Quién tiene la razón? La Verdad es una y sola, así que...
Esto es como cuando me dicen que escribo de puta madre, que podría dedicarme a ello, y yo pienso que lo dicen por pena pura y dura. Ya sabéis, eso de regalarle los oídos, comerles la oreja a los pobres minusválidos (por favor, torrente de chistes sin gracia alguna
aquí). Por fuera mantengo una fachada de normalidad, pero por dentro soy todo pura negatividad y descreímiento de valores tan elevados como la amistad y el amor. No busco gente como yo, sólo quisiera no hacer daño.
Al final sólo supe decirle que, a pesar de todo, yo era su amiga y que cuando necesitara hablar con alguien, que no dudase en recurrir a mí. Aunque pasásemos cinco años o más sin hablarnos. "Pero es que quiero mantener el canal de comunicación abierto...". "Da igual, yo estaré ahí siempre, confía en mí". Se dio por satisfecho con esta respuesta, y se fue. Mi lado perezoso y cotilla se ha salido con la suya.