Vistas las recientes discrepancias sobre el momento de zarpar, los que se enrolan y los que no, las diferencias de opinión respecto al espíritu del Argos,etc.., creo que es el momento de actuar para proteger la leyenda.
El capitán debería prender fuego al barco. Si, amigos, un fuego glorioso y purificador, es la mejor manera de evitar la corrupción, la devaluación del mito, la vulgarización de una nave imbatida, a la que solo puede echar a perder el factor humano.
Bien es sabido que la primera generación crea el imperio, la segunda lo expande, y la tercera lo arruina.
Repartámanos las cenizas del Argos y volvamos a nuestros pueblos, mantengamos su leyenda viva para las futuras generaciones, un barco victorioso e imbatido al que no pudo vencerle ni las debilidades humanas de sus propios y valerosos trìpulantes.
Estamos a tiempo.