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Eso de que tienes el corazón el doble de grande lo dices tú, porque aquí ya has dejado entrever bastantes veces de que ese corazón es más negro que el humo de cien batallas y que alberga mucho más rencor y odio y envidia del que sería aceptable y somos varios los que tenemos la certeza de que si pudieras irías pisando cabezas y tomándote venganzas.Pero tengo un corazón el doble de grande que cualquier de vuestra cohorte alfafollista, y me levanto siempre por muy grande que sea la ostia lorealista que reciba.
Aún así, y concediéndote que eso del corazón sea verdad, es como si coges el bombón más delicioso del mundo y lo envuelves en estiércol, en una capa gorda de estiércol, y le dices a alguien: cómete eso, que dentro encontrarás el mejor bombón que te vas a comer en tu vida. Nadie lo va a probar siquiera.
Todo lo que es desagradable para una mujer lo tienes. Todo lo que las mujeres no quieren, lo tienes. Incluso cosas inverosímiles, infrecuentes y aberrantes como lo de que tu papá sea el dueño de tu dinero y te mire a ver en qué te gastas este con cuarenta años, lo tienes.
En tu caso no tienen que pasar por alto un detalle, una cosa, o un defecto. Tienen que pasar por alto mil detalles, mil cosas, mil defectos. Juntos, a la vez. Y encima estos no son sólo defectos de la naturaleza contra los que poco puedes hacer como estar calvo, sino defectos de tu forma de ser, de lo que eliges ser en este mundo, como ser un puto vago, un enmadrao, un pusilánime, un arrastrado o un cerdo.
No vas a follar en tu vida con nada que no sea un monstruo, y con toda la razón del mundo. Desengáñate.